Moshé: profeta y líder

9 min de lectura

Entendiendo las primeras elecciones que moldearon a Moshé para que llegara a ser el gigante que fue.

Lectura requerida: Éxodo, capítulos 2-4.

Introducción

La biografía pública y personal de Moshé pareciera ser conocida por todo quien haya visto alguna de las películas que hacen referencia a él. Sin embargo, para entender por qué fue tan central en la historia judía, se requiere un entendimiento adecuado de las distintas facetas de su vida.

Sin embargo, nuestro objetivo aquí no es histórico, sino que nuestro objetivo es ver qué podemos aprender de esta historia. Como escribe Maimónides (1):

Toda persona tiene el potencial para ser tan recta como Moshé o tan malvada como Ieroboam, lista o tonta, piadosa o cruel, malvada o noble, o para poseer cualquier otro de los temperamentos. Nadie puede forzar a una persona, decretar sobre una persona o llevar a una persona hacia una de estas características. En cambio, uno debería elegir un camino por medio del uso de su propio libre albedrío…

Cuando Maimónides eligió un ejemplo de alguien que tomó todos sus talentos y los utilizó al máximo, la elección fue Moshé. Cada faceta de la vida de Moshé le trajo desafíos que él superó, lo cuales le proveyeron las herramientas para la siguiente fase de su propia historia y de la de la nación judía.

Podemos dividir la vida de Moshé en tres grandes etapas.

1) Preparación para la profecía

  • Moshé nació en una época en que el pueblo judío estaba sometido a una dura esclavitud, con un decreto de que todos los niños judíos debían ser asesinados.

  • Cuando era bebé, Moshé fue puesto a flotar en el Nilo, desde donde fue rescatado por la compasiva hija de Paró, quien lo crió en el palacio real.

  • Cuando joven, Moshé vio a un judío siendo golpeado por un egipcio; Moshé mató al egipcio y se vio obligado a huir a Midián.

  • En Midián, Moshé se casó con Tzipora, la hija de Itró (el sacerdote idólatra midianita que posteriormente se convertiría al judaísmo).

2) La profecía y las plagas

  • Mientras estaba atendiendo el ganado de Itró, Moshé se topó con la Zarza Ardiente; Dios le instruyó volver a Egipto y liberar a los judíos.

  • Moshé presidió las conversaciones con Paró mientras Dios enviaba las Diez Plagas (2).

  • Moshé lideró a los judíos en la salida de Egipto, a través del mar que había sido abierto y hasta la base del Monte Sinaí para recibir la Torá (3).

3) La Torá y el desierto

  • Moshé lideró a los judíos durante los 40 años del desierto como legislador y líder (4).

  • Moshé murió en el Monte Nebo, desde donde se ve la Tierra Prometida, sin que se le permitiese entrar a ella (5).

Hablaremos de las etapas finales de la vida de Moshé en otros ensayos durante nuestra travesía por el Jumash. Aquí nos enfocaremos en el comienzo de la vida de Moshé y en las elecciones que lo moldearon para llegar a ser el gigante que fue. Como vimos de Maimónides, lo importante no son los rasgos, los talentos ni las deficiencias con las que pueda nacer una persona, sino que son las elecciones y las decisiones que la persona hace. Así es como se llega a la perfección.

Infancia privilegiada

Moshé nació en un terrible período del exilio judío en Egipto. Paró había decretado que todos los niños judíos fueran arrojados al Nilo. Sus astrólogos (6) habían predicho que el salvador del pueblo judío sufriría una caída por medio de agua. Para frustrar su nacimiento, Paró decretó que todos los niños fueran ahogados (7).

Moshé nació y, en un intento para salvarlo, su madre Iojéved lo puso en una canasta en el río Nilo, mientras que Miriam, su hermana, miraba para ver lo que le ocurriría. Moshé fue encontrado por la princesa Batia, hija de Paró, a quien le impresionó la luz que emanaba del niño (8) y lo adoptó como hijo propio.

Luego surgió el problema de alimentar al bebé. En esos días no podía comprarse leche para bebé en el supermercado, por lo que cuando la madre que había dado a luz no estaba disponible, la cuidadora contrataba a una nodriza. Moshé se rehusó constantemente a alimentarse de una mujer egipcia, hasta que finalmente la hija de Paró encontró a una mujer de la que Moshé aceptó comer: ¡Iojéved, su madre biológica! (9).

La ironía de Dios es un tema que se repite constantemente en el pensamiento judío (10). En esta historia, qué podría ser más irónico que el hecho que la némesis de Paró se criara en su propia casa, y quien lo criara fuera su propia hija, en contradicción directa de su orden expresa. Esto no es un ejercicio de venganza, sino que es una parte muy seria del pensamiento judío. Hay dos formas de tratar de comprender la existencia del mal en el mundo. Una es pensar que el mal es independiente de Dios y que Dios necesita superar alguna fuerza soberana opuesta, y la otra es entender que el mal es una de las herramientas de Dios y que es necesario para crear un mundo en el que tengamos libre albedrío.

La diferencia radica en la forma de superar el mal. Si el mal es un socio para el cumplimiento de la voluntad de Dios, entonces no es una fuerza independiente sino que es meramente otro de los sirvientes de Dios. Entonces, para enfatizar que el mal de Paró era parte de un plan, quien derrota al mal (Moshé) es nutrido por el legislador malvado mismo.

Este episodio ha servido para alentar a los judíos durante nuestro largo exilio, porque vemos que en el momento más sombrío es cuando comienza el proceso de redención.

Experiencias formativas

El Ibn Ezra (11) señala otra ventaja de la inusual infancia de Moshé. Un niño criado como esclavo no hubiera tenido el coraje y la fortaleza para enfrentarse a Paró. Moshé necesitaba ser criado como príncipe para tener la confianza en sí mismo para actuar cuando viera injusticia y opresión.

Es más, si hubiera sido otro joven judío normal, Moshé no hubiera sido tomado en serio ni por sus pares ni por sus mayores. El extraño misterioso que apareció de un entorno único le dio el aura que necesitaba para ser escuchado. Obviamente que sin el respaldo de liderazgo y espiritualidad verdaderos lo demás no hubiera servido de nada, pero agregó un aspecto importante.

Cuando Moshé se acercaba a la adultez, tenía dos caminos que podía tomar. Por un lado, habiendo sido criado en el palacio de Paró, podía decidir rechazar su pasado judío y perderse en los indulgentes placeres de la casa real de Egipto. Por otro lado podía decidir ver lo que le estaba ocurriendo con la nación que le vio nacer y ponerse en acción.

Esta parecía ser la primera vez que Moshé se enfrentaba con una elección moral. Su transformación en un líder del pueblo judío no fue simplemente una consecuencia de las circunstancias, sino que fue una serie de elecciones que finalmente lo llevaron al liderazgo y a la grandeza.

Cuando Moshé salió al mundo y vio la servidumbre de los judíos, se identificó con ellos y trató de liberarlos. Moshé vio a un judío siendo golpeado y no sólo mostró empatía, sino que también dio el paso siguiente a la acción. “Moshé miró hacia ambos lados y vio que no había ningún hombre”, y entonces mató al egipcio para salvar al judío (12). La explicación es que Moshé miró para ver si había alguien disponible para ayudar y, al no encontrar a nadie, aplicó la resolución del Talmud: “Donde no haya un hombre, intenta ser un hombre” (13).

Finalmente, cuando su acto fue descubierto, Moshé se vio obligado a huir del palacio bajo amenaza de muerte. Esto marcó el resto de su vida. Cuando después del pecado del becerro de oro Dios le dijo: “Déjame destruir a la nación y establecerte como el padre de una nueva nación” (14), Moshé ya había estado en esa situación y podía rechazar la oferta con facilidad.

Durante su escape, Moshé se enfrentó con una decisión aún más difícil que la primera: fue puesto a prueba para que muestre empatía no sólo por su pueblo, sino que también por los extraños. Itró, quien había sido sumo sacerdote de Midián, había rechazado la idolatría y, como resultado, le había sido prohibido tanto a él como a su familia el uso del pozo de agua comunitario. Cuando Moshé vio que a las hijas de Itró se les negaba el uso de los recursos hídricos, se sintió motivado a salvarlas de esa injusticia. Como resultado, terminó casándose con Tzipora, la hija de Itró (15). Esta era la señal de un nuevo nivel de perfección moral.

Al igual que muchos de nuestros grandes líderes (16), Moshé se volvió pastor. Esta ocupación le permite a una persona tener tiempo disponible para contemplar al hombre y a la naturaleza. Sin embargo, la interacción con criaturas que tienen sentimientos mantiene la brújula moral del pastor en su lugar. Esto se ve ilustrado en un evento relatado en el Midrash (17):

Uno de los borregos huyó de la manada. Moshé lo persiguió y, cuando finalmente llegó a él, lo encontró bebiendo sedientamente en un manantial. Moshé dijo: “No sabía que la razón por la que huiste fue porque tenías sed. Debes estar exhausto. Deja que te cargue en el camino de vuelta hasta la manada”. Cuando Dios vio este grado de cuidado y preocupación, dijo: “Si tienes tanto amor por una oveja, puedo confiarte mi manada, el pueblo de Israel”.

La prueba final antes de que Moshé volviera a Egipto fue otro juicio de valores: ¿Pastoreo las ovejas cerca de mi casa, donde podría terminar entrando ilegalmente en la propiedad de otra persona, o mediante un gran esfuerzo personal las llevo lejos, al desierto, en donde la tierra es amplia y no tiene dueño? Moshé eligió la segunda opción. Como resultado, esto lo llevó a tener su primera comunicación con Dios en la Zarza Ardiente.

Elegido para liderazgo

La mayoría de los líderes religiosos pasa su juventud con visiones o profecías. Moshé nunca es descrito como un religioso eufórico con visiones de Dios. Su historia temprana está llena de relaciones interpersonales:

  • Empatía por su propio pueblo cuando podría fácilmente haber elegido ignorarlo.

  • Empatía por el extraño y un fuerte sentido de justicia.

  • Compasión por todas las criaturas de Dios y una dedicación absoluta a quienes están bajo su cuidado.

  • Cuidado extremo para no robar ni violar propiedad privada.

Recién después de pasar esta serie de pruebas éticas y morales, le fue confiada la responsabilidad de liderazgo y profecía.

Cuando Moshé vio la zarza por primera vez, tomó una decisión crucial. Podía elegir mantener su atención en las ovejas e ignorar este extraño fenómeno, o podía elegir ser curioso e intentar entender lo que ocurría delante de sus ojos. Si no hubiera ido a examinar la zarza, Moshé hubiera quedado en el olvido. Quien no está consciente de los cambios que ocurren en su entorno —y no está dispuesto a tomar riesgos basado en ese conocimiento—, no logra grandes cambios.

Esta profecía fue bastante inusual. Uno esperaría que si Dios llamara a una persona para que lidere la nación, la persona estaría ansiosa por hacerlo. Sin embargo, esta es sólo la primera de las discusiones con Dios en donde Moshé rogó quedar exento de la tarea.

Los grandes sabios de musar desprenden de aquí una gran enseñanza de humildad. En un mundo en donde el "yo" está en el primer lugar —y todos nosotros estamos constantemente conectados a nuestros iPhones—, la preocupación principal de Moshé era que su rol de líder no le causara una afrenta a Aharón, su hermano mayor. Sólo después de que Dios le aseguró a Moshé que Aharón sería su socio en la redención y que estaría feliz con su rol, Moshé finalmente aceptó la tarea (18).

Dificultad para hablar

La pieza final de este mosaico es la dificultad para hablar que tenía Moshé. Cuando Moshé era un bebé en el palacio, se puso la corona de Paró mientras jugaba. Bilam, el consejero de Paró, puso a prueba la ambición de Moshé poniendo delante de él un diamante y un carbón encendido. Moshé tomó el carbón y lo puso en su boca, quemando sus labios y causando que desde entonces tartamudease (19).

La primera vez que oímos sobre esto en los versículos es cuando Moshé le dijo a Dios en el incidente de la zarza: “Cómo me escuchará Paró, siendo que yo tengo un impedimento en el habla” (20). Hay dos niveles de entendimiento. Podemos imaginar que la empatía por los demás suele emanar de alguna clase de discriminación que esa persona sufrió durante su vida. Esto nos da una idea del desarrollo moral de Moshé al que nos referimos previamente.

Pero hay otro aspecto en esto, un aspecto más simbólico que el anterior. En el mundo de Egipto no había lugar para las palabras de Dios. Cuando Moshé llegó donde Paro en nombre de Dios, la respuesta fue: “¿Quién es ese Dios?” (21). Moshé, quien hablaría en nombre de Dios, era incapaz de hablarle a las personas con claridad. Su comunicación estaba reservada exclusivamente para Dios. Este impedimento duró por todo el tiempo que Dios no era evidente en el mundo. Pero una vez que Moshé pudo hablar en nombre de Dios, su habla fue clara y vibrante: “¡Deja que mi pueblo vaya a servirle a Dios!” (22). Cuando Moshé le trajo el mensaje de Dios al mundo, logró una curación sobrenatural.

Conclusión

De los eventos descritos anteriormente podemos entender por qué Dios eligió a Moshé para sacar a los judíos de Egipto. Él estaba moldeado por una serie de pruebas que lo convirtieron en un líder compasivo. Su sentido de curiosidad intelectual y espiritual fue afilado durante los años de pastorear en el desierto. Su juventud en el palacio le dio el coraje suficiente para enfrentarse a Paró.

Es por eso que uno de los 13 principios de Maimónides es que nunca habrá un profeta como Moshé (23). No sólo porque sacó al pueblo judío de Egipto y le transmitió la Torá, sino porque se mejoró a sí mismo hasta la cúspide de la perfección humana en todos los aspectos. Esto prepara el escenario para los eventos históricos del Éxodo, que examinaremos en nuestra próxima entrega.


Notas:

  1. Leyes de Teshuvá 5:2.
  2. Éxodo 7-10.
  3. Éxodo 11-30.
  4. Deuteronomio 8:2-4.
  5. Deuteronomio 34.
  6. Ver el ensayo #19: El dúo de Bilam y Balak.
  7. Los astrónomos tuvieron un pequeño error en el cálculo: si bien la eventual caída de Moshé iba a ser por medio del agua, recién ocurriría 40 años después cuando golpeó la roca en Merivá (Números, cap. 20; Midrash Rabá en Éxodo 1:18).
  8. Rashi – Génesis 1:4.
  9. Talmud – Sotá 12b; Rashi (Éxodo 2:7).
  10. Ver Salmos 2:4.
  11. Éxodo 2:3.
  12. Éxodo 2:12.
  13. Avot 2:6; Midrash Rabá (Éxodo 1:29).
  14. Éxodo 32:10.
  15. Midrash Rabá (Éxodo 1:32).
  16. Abraham, Isaac, Yaakov, Yosef, David.
  17. Midrash Rabá (Éxodo 2:2).
  18. Éxodo 4:14; Midrash Rabá (Éxodo 3:16); Midrash Zéjel Tov (Éxodo 5:2).
  19. Midrash Rabá (Éxodo 1:26).
  20. Éxodo 4:10.
  21. Éxodo 5:2.
  22. Éxodo 10:7.
  23. Basado en Deuteronomio 34:10.
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