Mueren dos héroes que en el Holocausto arriesgaron sus vidas para salvar judíos

06/07/2022

7 min de lectura

Tanto Andrée Geulen como Jozef Walaszczyk vivieron más de 100 años y fueron nombrados por Yad Vashem como Justos de las Naciones.

En las últimas semanas fallecieron dos personas no judías que arriesgaron sus vidas durante el Holocausto para salvar judíos. Andrée Geulen y Jozef Walaszczyk salvaron judíos bajo las circunstancias más espantosas y peligrosas. Ambos fueron reconocidos por Yad Vashem como Justos de las Naciones.

Aquí están sus remarcables historias.

Andrée Geulen salvó a cientos de niños judíos

Cuando una noche de 1943 un soldado nazi le preguntó a Andrée Geulen si ella no se avergonzaba de que una mujer aria como ella estuviera protegiendo a niños judíos, ella le respondió con una pregunta: "¿Y tú no te avergüenzas de luchar una guerra contra niños judíos?"

Fue un momento tenso. Durante varios meses, Andrée estuvo viviendo en la escuela Gaty de Gamont, una escuela para niñas con internado en su ciudad natal de Bruselas, donde ella trabajaba como maestra.

Sin que su familia y sus amigos lo supieran, Andrée era miembro del Comite de Defense des Juifs, una organización ultrasecreta de resistencia dedicada a salvar vidas judías. Uno de los miembros judíos del grupo, la famosa partisana judía Ida Sterno, le pidió a Andrée que fuera su compañera. El grupo necesitaba miembros no judíos como Andrée que pudieran llevar a los niños judíos a los escondites secretos.

Andrée aceptó y le pidieron que saliera de la casa de sus padres y se mudara a vivir en la escuela Gaty de Gamont. Cuando Andrée se convirtió por completo en un miembro de la resistencia, descubrió que la escuela donde ella trabajaba era un centro de actividad antinazi. La directora, Odile Ovart, albergaba secretamente en el edificio a 12 estudiantes judíos, negándose a divulgar sus identidades a las autoridades nazis.

Una noche de mayo de 1943, alguien les avisó a los nazis que en la escuela había estudiantes judíos. Ellos eligieron hacer la redada en la fiesta cristiana de Pentecostés, porque sabían que en ese momento muchos de los alumnos cristianos estarían en sus hogares con sus familias. Después de despertar a cada uno de los estudiantes e interrogarlos brutalmente, los nazis se llevaron a los estudiantes judíos y a Odile Ovart y a su esposo, quienes fueron asesinados en un campo de concentración.

Andrée logró escaparse y corrió a advertirles a otros estudiantes judíos que no regresaran a la escuela. A partir de ese momento, durante los más de dos años que quedaban hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, Andrée dedicó su vida a rescatar niños judíos. Ella alquiló un departamento con Ida Sterno, usando un nombre falso, y ayudó a crear y mantener una compleja red de escondites para niños judíos. Andrée viajó por todo Bélgica, buscando niños de familias judías desesperadas que tenían la esperanza de poder salvarlos, y los llevaba a familias cristianas e incluso a monasterios que aceptaban esconderlos.

"Con Ida íbamos a buscar los niños de los padres que nos pedían ayuda", describió Andrée años después. "Les decíamos a los padres que prepararan una valija y que regresaríamos uno o dos días más tarde… Todavía lloro cuando pienso en los momentos en que tenía que separar a los niños de sus padres, especialmente cuando se trataba de niños de dos o tres años, sin poder decirles a los padres a dónde llevaría a sus hijos". Muchos de los niños que ella salvó nunca volvieron a ver a sus padres.

Posteriormente Andrée contó cómo pasaba valientemente por los puestos de control nazi, llevando los niños a un lugar seguro. "A menudo, cuando íbamos a ver a las familias judías, nos encontrábamos en medio de una redada: calles bloqueadas, soldados en todas las esquinas y camiones para transportar a las personas que lograban atrapar… Afortunadamente, casi siempre logramos salvar algunos niños… Pasábamos por los puestos de control con un niño en un cochecito, y sosteniendo las manos de otros dos. Los soldados se alejaban de una madre con muchos hijos…"

Andrée logró llevar a los escondites a cientos de niños judíos. Ella mantuvo registros secretos de los nombres originales de los niños, así como de los alias que les daba y dónde estaban escondidos. Cuando su amiga Ida Sterno fue arrestada por los nazis en 1944, Andrée mantuvo la operación en movimiento, trabajando arduamente para salvar niños judíos hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Una vez que terminó la guerra, Andrée trabajó para identificar a los niños que había llevado a escondites y devolverlos a cualquier miembro de sus familias que hubieran sobrevivido, siempre que eso fuera posible. Ella se mantuvo en contacto con los judíos que rescató durante décadas, a menudo sorprendiéndolos recordando detalles mundanos sobre sus años en los escondites. Años después, Andrée habló ante algunos de los niños que había rescatado en una ceremonia que tuvo lugar en Yad Vashem, el museo del Holocausto de Israel, en 1998. "Ustedes me dieron su pequeña mano, y con la otra mano sostuvieron las enormes valijas que llevaban los tesoros que sus madres habían preparado con lágrimas… Y entonces partimos. En ese momento los amé, y los sigo amando hasta el día de hoy".

Andrée Geulen fue designada por Yad Vashem como uno de los Justos de las Naciones en el año 1989. (También Odile Ovart y su esposo Remi fueron nombrados como Justos de las Naciones). En 1998, Andrée fue nombrada ciudadana honoraria de Israel. Ella falleció el 31 de mayo del 2022, a los 100 años.

Jozef Walaszczyk, el "Schindler polaco"

A menudo comparado con Oskar Schindler, el industrial checo que salvó judíos durante el Holocausto empleándolos como trabajadores esclavos en su fábrica, Jozef Walaszczyk aprovechó su puesto como director de una fábrica de harina en el centro de Polonia para salvar las vidas de muchos judíos, poniendo en riesgo su propia vida.

Antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, Jozef era un brillante estudiante que hablaba con fluidez en alemán. Cuando Alemania invadió Polonia el 1 de setiembre de 1939, las fuerzas nazis lo nombraron director de una fábrica de harina de papa en la ciudad polaca de Rylsk, aprovechando sus habilidades lingüísticas. La fábrica proveía dormitorios para sus trabajadores, una cubierta perfecta para esconder judíos.

Los judíos del área estaban prisioneros en el gueto de la ciudad vecina de Rawa Mazowiecka. En 1941, cuando el gueto estaba por ser liquidado y todos sus habitantes judíos deportados a campos de exterminio, uno de los amigos de Jozef, el Sr. Wengrow, le pidió que interviniera. Años antes el Sr. Wengrow había ayudado a Jozef con un préstamo y ahora Jozef quiso devolverle el favor salvando las vidas del Sr. Wengrow y sus compañeros judíos.

El Sr. Wengrow le preguntó si estaría dispuesto a emplearlos en su fábrica de harina. Jozef dijo que trataría de programar una reunión con un oficial nazi local. Cuando le explicó su propuesta, el nazi sacó su arma y le dijo: "¿Deseas sobornar a los alemanes en favor de los judíos?"

Jozef perseveró, y a cambio de un gran soborno logró llevar a trabajar en su fábrica a 30 judíos. El acuerdo duró seis meses, entonces los nazis de repente ordenaron que Jozef les entregara a sus empleados judíos. Él se negó y les aconsejó a los judíos esconderse. Veinticinco judíos lograron evadirse y no fueron capturados.

En 1941, Jozef escondió a tres mujeres judías en un departamento secreto que había alquilado para ayudar a salvar vidas.

Jozef y su novia Irena un día estaban de visita en un hotel cuando los guardias de la Gestapo entraron y exigieron que todos mostraron sus identificaciones. Irena le susurró a Jozef que en verdad ella era judía. Pensando rápidamente, Jozef la escondió dentro de un armario, comenzó a hacer ruido como si estuviera vomitando, y les dijo a los oficiales de la Gestapo que le parecía que se había enfermado. Asqueados, los nazis lo dejaron en paz y nunca descubrieron el escondite de Irena. ("No me jacto de ello, pero tenía nervios de acero", explicó Jozef a los investigadores años después de la guerra).

Él escondió a Irena en el departamento que tenía en Varsovia, pero posteriormente la arrestaron cuando salió a caminar. Jozef recuerda que cuando se enteró que Irena había sido detenida con un grupo de 20 judíos, pensó: "Si hay que hacer algo, hay que hacerlo por todos ellos". Él ofreció un soborno a los nazis que tenían a Irena y a los otros judíos. Ellos le exigieron un kilo de oro puro a las 5 de la tarde de ese mismo día a cambio de los 20 judíos. En unas pocas horas Jozef logró conseguir el oro y pudo liberarlos.

Jozef alquiló otro departamento en Varsovia para Irena, y ella se quedó allí con otras dos mujeres judías. Jozef contrató un ama de llaves para que cuidara que ellas no salieran a la calle.

Jozef visitaba Varsovia a menudo y llevaba ropa y alimentos para los judíos que estaban prisioneros en el famoso Gueto de Varsovia. Los forasteros tenían prohibido entrar al gueto, por lo que Jozef sobornaba a un conductor de tranvía para que redujera la velocidad cuando pasaba por el gueto, dándole tiempo para bajarse del tranvía. Él también entregaba paquetes al grupo de resistencia antinazi de Polonia, Armia Krajowa.

En una ocasión, los oficiales nazis lo atraparon con las manos en la masa, cuando llevaba paquetes destinados a la resistencia. Los nazis "comenzaron a interrogarme. Me patearon y me golpearon. Me hicieron saltar. Me dispararon con un arma a los pies y con otra a la cabeza. Entonces decidieron matarme… Estaba parado frente a un pelotón de fusilamiento, y lo único que faltaba era que dijeran ¡Eins, zwei, drei, feuer! (uno, dos, tres, fuego). Cerré los ojos para no ver cuando me dispararan. En ese momento escuché: "¡Halt!". No podía creer que estaba vivo".

Resultó que el nazi a cargo decidió que morir no era demasiado castigo para Jozef y quiso mandarlo a Auschwitz. Pero la madre de Jozef logró pedirle a un oficial de alto rango nazi que perdonara la vida a su hijo.

Posteriormente Jozef se casó con Irena, la mujer judía a quien había salvado, pero se divorciaron poco después de la guerra y él se casó dos veces más. Jozef escapó a la publicidad, y habló muy poco sobre su rol para salvar a decenas de judíos durante el Holocausto. En el 2002 Jozef Walszczyk fue designado como uno de los Justos de las Naciones por salvar 53 judíos. Él falleció el 20 de junio del 2022, a los 102 años.

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