Sociedad
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Por primera vez, el nombre más popular entre los recién nacidos en el Reino Unido fue Muhammad.
Para sorpresa de muchos, el nombre más popular entre los recién nacidos en el Reino Unido no es Oliver ni Noah, sino Muhammad. Unos 4.600 bebés recibieron este nombre en el período de un año, pero esa cifra crece considerablemente si se suman las diferentes variantes en su escritura, como Mohammad, Mohammed o Muhammed.
Este dato no es casualidad. Desde hace décadas, el islam se ha consolidado como la segunda religión del Reino Unido y la que más rápido crece en Europa. La explicación radica en dos factores principales. Por un lado, las democracias europeas han acogido a millones de refugiados de guerras civiles y conflictos sociales en África y Oriente Medio, regiones donde el islam es predominante. Por otro, Europa enfrenta un problema demográfico: la tasa de mortalidad supera a la de natalidad entre los europeos, mientras que las comunidades musulmanas tienen una natalidad significativamente más alta. En el Reino Unido, por ejemplo, la tasa media de natalidad es de 1,5 hijos por mujer, frente al 2,9 registrado en las familias musulmanas.
Según estimaciones de expertos, el islam, que hoy es la segunda religión en Europa, podría convertirse en la primera antes de 2050.
El crecimiento de la comunidad musulmana plantea retos a las democracias europeas, especialmente cuando ciertos sectores mantienen posturas extremistas que chocan con los valores de apertura y pluralidad que caracterizan al continente. Esta tensión se hizo más evidente tras el 7 de octubre de 2023, fecha en la que el conflicto en Oriente Medio reavivó divisiones internas en Europa, con la comunidad judía como principal víctima colateral.
En Londres, decenas de miles de manifestantes salieron a las calles con consignas como “From the river to the sea”, mientras ondeaban banderas palestinas y exigían la desaparición de Israel. Estas imágenes, que dieron la vuelta al mundo, sorprendieron y alarmaron: ¿cómo pudo un país conocido por su tradición democrática convertirse en escenario de protestas tan hostiles contra la única democracia de Oriente Medio?
La comunidad judía del Reino Unido, compuesta por más de 250.000 personas, ha sufrido una oleada de ataques antisemitas en los últimos meses. Entre 2023 y 2024 se registraron 272 incidentes, cinco veces más que en el periodo anterior. Solo en octubre de 2023, hubo 85 ataques antisemitas. Justo cuando más lo necesitaban, en lugar de apoyo, los judíos británicos han percibido una creciente hostilidad.
El Gobierno, ante esta escalada, implementó medidas excepcionales, como la inauguración de una línea de autobuses destinada a conectar los barrios judíos de Golders Green y Stamford Hill, con el objetivo de que sus habitantes se sientan más seguros. Esto mismo, que muchos han considerado como un símbolo de “preocupación” por parte del gobierno, para muchos fue la imagen de la vergüenza: ¿Cómo puede ser que, en el Londres del Siglo XXI, sea necesario crear autobuses especiales para que no haya violencia contra los judíos?
Sería injusto acusar a toda la comunidad musulmana de extremismo. Muchos inmigrantes han mostrado su agradecimiento a los países occidentales que les ofrecieron un refugio cuando sus propios gobiernos les dieron la espalda. Estos ciudadanos comprenden y valoran la posibilidad de practicar su religión libremente, siempre que respeten los derechos y libertades de los demás.
Londres, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, es un ejemplo de convivencia entre iglesias, mezquitas y sinagogas. Sin embargo, esta coexistencia se tambalea cuando algunos pretenden importar a Europa los mismos modelos ideológicos y religiosos que los obligaron a huir de sus países de origen.
El hecho de que Muhammad sea el nombre más elegido para los recién nacidos en el Reino Unido puede interpretarse de dos maneras. Por un lado, podría reflejar el deseo de las familias musulmanas de preservar su identidad dentro de un marco democrático y plural. Por otro, podría ser indicativo de una tendencia a reproducir en Europa las mismas dinámicas que causaron la inestabilidad en sus países de origen.
Si las proyecciones demográficas se cumplen, el Reino Unido podría tener un "Muhammad" como primer ministro en el futuro. Lo crucial será que esa figura represente los valores de integración, respeto y convivencia que han sido el fundamento de las democracias occidentales.
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