Mujer al borde del ataque de nervios

Los más vistos

2 min de lectura

Tal vez no seamos capaces de controlar nuestra respuesta instintiva, pero podemos evitar que se manifieste.

Hace poco me sentí frustrada a causa de uno de mis hijos. “¡No puedo hacer más esto!”, le dije lloriqueando a mi esposo (voy a dejar de lado que es “esto”, pero cada uno tiene su propio “esto”). “Se acabó. He terminado”.

Incluso mientras lo decía, sabía que no era verdad. Sabía que era una reacción inmadura, una expresión de frustración y que no solamente podía seguir haciendo “esto”, sino que definitivamente lo haría.

Estoy un poco avergonzada de mi explosión (¿No lo debería haber superado ya?) pero me consuela que al menos reconozco la naturaleza irracional de mis palabras y que no planeo comportarme de esa forma. Es muy difícil interiorizar realmente las reacciones apropiadas a las situaciones. Esta es una meta para toda la vida. Dedicamos incontables horas a trabajar sobre nosotros mismos e intentar calibrar nuestras acciones con nuestros pensamientos. Tratamos de cambiar nuestra naturaleza instintiva para que cuando llegue el momento en que debamos reaccionar, lo hagamos de formas que nos permitan sentirnos orgullosos, formas que hemos escogido aprender y volver una parte de nuestro ser.

Pero, como dije, ese es un trabajo de toda la vida y muy pocos lo logramos. Sigue siendo nuestra noble meta, nuestra búsqueda por “alcanzar las estrellas”. Seguimos intentándolo y volvemos a caer a tierra. Mientras tanto, me consuelo intentando alcanzar por lo menos una meta intermedia: esperar y determinar con consideración y cuidado exactamente cómo querría responder.

¿Cómo funciona esto? En la molesta situación descripta, en vez de atacar de inmediato a mi esposo (lo cual sin duda no es la mejor respuesta), aunque no esté suficientemente avanzada como para no sentir frustración, de todas formas logro reconocer que: a) mi frustración no es productiva, b) mi esposo no es el blanco apropiado, c) expresar frustración no se reflejará bien en mi carácter y d) este no es un comportamiento Divino.

No logro evitar sentirme frustrada pero al respirar profundo y organizar mis pensamiento, puedo evitar reaccionar de esa forma. Este no es el objetivo final, pero tampoco deberíamos pensar que es un paso trivial. Marcará una gran diferencia en nuestras relaciones.

Y aunque es más fácil que un cambio de carácter profundo, sigue siendo algo difícil de implementar. No quiero detenerme y pensar. No quiero esperar y determinar la reacción apropiada. Quiero gritar. Quiero clamar. Quiero atacar o defender. ¡¡¡Estoy frustrada y quiero expresarlo!!! (¿Debería escribir esto en mayúsculas?). Pero también soy un adulto con cierto sentido de respeto por mí misma que me gustaría mantener y cierta cantidad de relaciones importantes que preferiría no dañar.

Así que me comporto con conciencia de mi misma y ejerzo un mínimo de autocontrol. No es la respuesta que en un primer momento me permite sentirme bien, pero finalmente sí lo hace. Tal vez no seamos capaces de controlar nuestra respuesta instintiva, pero podemos evitar que se manifieste. Y, en verdad, este es un gran logro. Sólo espero que este niño no me vuelva a poner a prueba mañana…

EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.