No depende de ti, depende de Dios

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Shlaj (Números 13-15 )

Temas contemporáneos a través del prisma de la parashá semanal.

“Y Hashem habló a Moshé, para decir: Háblales a los hijos de Israel y diles: Al entrar a la tierra a donde Yo los llevo, sucederá que cuando coman del pan de la tierra deberán apartar una porción separada para Hashem. Lo primero de la masa de ustedes apartarán, una hogaza como porción separada, como la porción separada del silo, así la pondrán aparte. De lo primero de la masa le darán la porción separada a Hashem, a través de sus generaciones” (Bamidbar 15:17 – 21).

Esos versículos enseñan la mitzvá de jalá. Así como debemos separar el diezmo de todo lo producido y darle la porción apropiada al cohen (además de los otros diezmos que reciben el leví, los pobres, etc.), también debemos separar para diezmo una porción pequeña de cada hogaza (que tiene el tamaño requerido) y dársela al cohen. Esta porción del diezmo se denomina jalá, y la mitzvá de separarla se llama hafrashat jalá.

Rashi resalta la expresión “bevoajem el haáretz – al entrar a la tierra”. Por lo general, cuando la Torá se refiere a las mitzvot hatluiot baáretz utiliza la expresión “ki tavou -cuando entren. Rashi explica que esta discrepancia nos enseña que a diferencia de otras mitzvot que dependen de la tierra y que sólo comenzaron a tener efecto después de la conquista y de asentarnos allí, la mitzvá de jalá comenzó a tener efecto de inmediato, apenas entraron a la Tierra.

La pregunta obvia es: ¿a qué se debe esta distinción?

Al describir la mitzvá de jalá, el pasuk dice: “reshit arisoteijem, la primera de sus hogazas”. Nuestros Sabios explican que esta expresión implica que debe ser un pan propio, del que uno ya conoce su existencia. Sin embargo, en ese momento, los judíos aún no habían entrado a la tierra y no habían comenzado a hacer pan. Por lo tanto, dicen los Sabios, esto debe ser una referencia a la porción diaria de maná que recibían en el desierto. Los Sabios continúan explicando que esta correlación es para enseñarnos la cantidad de harina que debe tener la masa para que se deba separar de ella la porción de jalá. Sólo requiere hafrashat jalá una hogaza que tiene un tamaño igual o mayor al de las porciones de maná.

Podemos preguntar por qué se nos debía enseñarnos cuál es la cantidad necesaria de esta forma. ¿Por qué no decirnos explícitamente cuál es la cantidad?

La conclusión ineludible parece ser que Hashem deseaba que el acto de hafrashat jalá sirviera como un recordatorio constante del maná que recibimos en el desierto.

Mientras estuvimos en el desierto, nos sustentó completamente la gracia de Hashem; no necesitamos trabajar para obtener nuestra parnasá, nuestra manutención. En el desierto era absolutamente claro que Dios es el proveedor único y supremo.

Al pasar a una situación en la que debemos esforzarnos para ganarnos la vida, Hashem quiere que tengamos consciencia de que, en realidad, Él es Quien provee nuestra parnasá. Cuando nos esforzamos y nos concentramos en ganarnos la vida, existe el peligro real de llegar a olvidarnos de Hashem: “y dirás en tu corazón: ‘Es mi fortaleza y el poder de mi mano lo que acumuló para mí esta fortuna’" (1). Hafrashat jalá nos ayuda a recordar que esos pensamientos son falsos. A través de su esencia y su asociación con el maná, esta mitzvá declara: “y recordarás a Hashem tu Dios, porque Él es Quien te da fortaleza para acumular riqueza” (2).

El pan es el sustento básico del ser humano. Por lo tanto, consumir ese pan ganado con tanto sacrificio manifiesta, más que ninguna otra cosa, que el hombre se beneficia del fruto de su labor. Por eso el momento en que uno consume su pan es el momento crucial y decisivo para establecer la perspectiva y la conciencia adecuadas.

Reshit arisoteijem - lo primero de la masa separarán”.

Antes de que se nos permita beneficiarnos del fruto de toda nuestra labor, se nos ordena separar una porción para Hashem, una porción que se le da al cohen y que nos recuerda que "A Hashem le pertenece el mundo y todo lo que hay en él" (3), y que en verdad Hashem es Quien nos provee nuestro sustento.

Con este enfoque, ahora podemos entender por qué esta mitzvá en particular entró en efecto apenas entramos a la Tierra de Israel.

Cuando entramos a la Tierra fue el momento crítico en que pasamos de tener todas nuestras necesidades satisfechas directamente por Hashem a una situación en la que debíamos comenzar a esforzarnos. En ese momento, estábamos obligados a comenzar a cumplir la mitzvá de conquistar la tierra, tomarla de las naciones que la ocupaban. Se nos ordenó crear un ejército y esforzarnos sistemáticamente para lograr el objetivo de conquistar la Tierra. Y, por supuesto, a medida que conquistaban cada porción de la tierra, seguramente algunas personas comenzaban a construir viviendas, a trabajar el suelo, etc., para que las mujeres y los niños (y todos los que no participaban en las batallas) pudieran tener un lugar en el que vivir y alimentos para comer.

Este cambio en la dinámica abrió la puerta a la posibilidad de que llegáramos a olvidar a Hashem. Por eso la mitzvá de jalá entró en efecto inmediatamente al entrar a la Tierra, para recordarnos constantemente la verdad de que Hashem luchará por ustedes” (4) y de que Él es nuestro verdadero proveedor. Esto sirvió como un recordatorio inmediato y constante de que todos nuestros esfuerzos son simplemente eso, esfuerzos, pero que Hashem es Quien nos da el éxito.

Quizás con esto en mente, también podemos proponer un enfoque novedoso para entender la costumbre de hornear jalot (5) para Shabat, en cantidad suficiente para realizar hafrashat jalá.

Shabat es un momento en el que nos sentamos a la mesa, completamente relajados, junto a nuestra familia, a menudo también con huéspedes y amigos. En esta situación, la persona realmente puede disfrutar la bendición que tiene: todos visten sus mejores ropas, usan su mejor vajilla y sirven las delicias más exquisitas. “Mimarse” en Shabat de esta forma puede tener la consecuencia negativa de llevar a la persona a sentirse arrogante. Por supuesto, una de las ideas centrales del Shabat es que descansamos de las labores y reflexionamos sobre Hashem, que es el verdadero Proveedor, pero eso no cambia la realidad de que una persona pueda, jas veShalom, terminar cayendo en un proceso de pensamiento opuesto.

Por eso, para alentarnos a reflexionar en Shabat de la forma correcta, las mujeres judías, con su biná ieterá (entendimiento adicional), se comprometieron a hornear panes especiales para Shabat que requieren hafrashat jalá. De esta forma, cuando comenzamos las seudot de Shabat disfrutando las jalot especiales del día (6), recordamos que debemos conservar y refrescar nuestra conciencia de que Hashem es el Proveedor verdadero.


Notas:

1. Parashat Ékev (Devarim 8:17).

2. Ibíd., 18.

3. Tehilim 24:1.

4. Shemot, parashat Beshalaj 14:14, Devarim 1:30.

5. Parece obvio que esta es también la razón por la que llamamos jalá al pan especial que comemos en Shabat: porque la costumbre principal es hacer jalot del tamaño necesario para realizar hafrashat jalá.

6. Coloquialmente no se le llama jalá a la porción separada, que es técnicamente la jalá, sino a los panes que comemos. Está prohibido comer la porción separada y, en la actualidad, debe ser desechada porque se asume que ninguna persona está ritualmente pura y, por lo tanto, tampoco el cohen la puede comer.

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