No Puedes Tenerlo Todo

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Nuestros hijos se merecen padres atentos e involucrados.

Anne-Marie Slaughter, anterior decana de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales Woodrow Wilson de Princeton, y más recientemente, la primera directora femenina de planificación de política en el Departamento de Estado, desató una tormenta con su articulo, "Why Women Still Can't Have It All" (Porque las mujeres aún no pueden tenerlo todo).

La Srta. Slaughter explica que ella dejó el gobierno porque, a pesar de un esposo increíblemente comprensivo y servicial, ella sentía que su hijo adolescente necesitaba su presencia en casa.

En charlas, ella ha reconocido que no podía ser el tipo de empleada que su trabajo demandaba y simultáneamente el tipo de madre que sus hijos requerían, sin importar lo que su entrenamiento feminista le había llevado a creer y por mucho que algunas de sus colegas mujeres se sentían traicionadas por su posición - ¡y su honestidad!

Felicidades a la Srta. Slaughter por tener el valor de manifestarse. Aplaudo eso. Desgraciadamente creo que ella dejó de lado dos puntos importantes.

Ella sugiere que las mujeres podrían, de hecho, "tenerlo todo" si solamente la economía fuese reestructurada para reflejar una mayor apreciación por el importante rol de educar niños y la crucial necesidad de un balance trabajo-vida. Si solamente los empleadores y los negocios fueran más comprensivos. Yo pienso que este es un punto de vista ingenuo y poco realista, quizás (me disculpo profesora Slaughter) una visión infantil de la vida.

Si tan sólo el sistema fuese cambiado, si tan sólo la maternidad fuera mas apreciada, si tan sólo me ganara un millón de dólares, si tan sólo, si tan sólo… todos tenemos una lista de deseos, o debería decir fantasías. Pero parte de la madurez es reconocer que la vida está llena de elecciones difíciles, que nadie puede en realidad tenerlo todo, y que constantemente estamos creándonos a nosotros mismos - nuestro ser único - a través de las elecciones que hacemos.

Nosotros decidimos qué cosas "valen la pena".

Si elegimos convertirnos en expertos en un área particular de estudio, estamos cerrando otras. Si pasamos horas entrenando para ser jugadores de hockey, hemos descartado un futuro en el básquetbol.

Pero por supuesto que se torna más serio y complicado. Cuando nos casamos, estamos estrechando muchas de nuestras opciones – ninguna otra relación íntima, tenemos que rendir cuentas, hay otra persona con la cual tenemos que consultar nuestras decisiones, hay que considerar las necesidades del otro, etc. No podemos simplemente salir corriendo cuando y hacia donde se nos de la gana. Nuestras finanzas son compartidas, nuestras vidas sociales fusionadas. Hay ciertos sacrificios que hemos decidido que valen la pena. Pero definitivamente no podemos "tenerlo todo".

Una vez que tenemos hijos, también cerramos ciertas posibilidades y profundizamos nuestras responsabilidades. Si aún no nos "encontramos a nosotros mismos", el momento ha pasado. Nuestros hijos nos necesitan y ellos necesitan estabilidad. Puede que tengamos que poner esas lujosas vacaciones en pausa para pagar su educación, o campamento, o incluso comida y vestimenta. Puede que ya no podamos dejar un trabajo frustrante para perseguir una fantasía, un capricho, o incluso una pasión porque hay personas que cuentan con nosotros, personas que dependen de nosotros, personas por cuyas vidas hemos aceptado responsabilidad.

Puede que no podamos viajar diariamente a Washington DC, trabajar largas y demandantes horas, y luego regresar a casa los fines de semana para ser una radiante y energética madre. En la vida hay que sacrificar ciertas cosas. Nuestras elecciones tienen consecuencias. El problema no son las distorsionadas prioridades de la economía estadounidense. Es demasiado fácil intentar imponer culpa y señalar con el dedo. Pero el verdadero cambio es enfrentar la realidad – y decidir quién quieres ser realmente. Porque no puedes ser todos y todo al mismo tiempo.

Hay otro aspecto negativo de la elección de carrera que la Srta. Slaughter sólo menciona superficialmente.

"… Me di cuenta que yo no solamente necesitaba ir a casa. Internamente, yo quería ir a casa. Quería poder pasar tiempo con mis hijos en los últimos años que probablemente estarían viviendo en casa, años cruciales para desarrollarse como adultos responsables, productivos, felices y preocupados. Pero también años irremplazables para que yo disfrute de los placeres simples de educar niños – juegos de béisbol, recitales de piano, desayunos de waffles, viajes familiares y rituales ridículos. A mi hijo mayor le está yendo muy bien actualmente, pero incluso cuando está atravesando un momento difícil - como todos los adolescentes - estar en casa para ayudarlo a tomar buenas decisiones es profundamente satisfactorio".

Me gustaría que ella dedicara más de un párrafo a este punto. No es solamente que nuestros hijos nos necesitan. Nosotros los necesitamos a ellos. Nos estamos perdiendo uno de los regalos más preciosos de la vida si no estamos presentes para criar a nuestros hijos e interactuar con ellos. ¿Es necesariamente anti-feminista reconocer el placer de educar niños? O notar, como es frecuentemente señalado, que nadie mira hacia atrás en retrospectiva y se arrepiente por no haber trabajado más.

No es solamente que nuestros hijos nos necesitan. Nosotros los necesitamos a ellos.

El balance trabajo-vida es una lucha tanto para hombres como para mujeres. Puede que las realidades financieras les nieguen a algunos el lujo de educar a los hijos quedándose en casa. Todos tenemos que tomar decisiones a lo largo del espectro. ¿Cuánto dinero es necesario? ¿Cuántas horas tengo que trabajar realmente? Y ¿qué precio estoy finalmente dispuesto a pagar? ¿En qué persona quiero convertirme? Y ¿Cuáles son las decisiones que me llevarán allí?

Estoy contenta de que Anne-Marie Slaughter le haya dado a este pequeño y sucio secreto la importancia que merece. Nuestros hijos merecen padres atentos e involucrados. Y no deberíamos robarnos a nosotros mismos el placer y el crecimiento que obtenemos al desempeñar ese rol. Nuestras decisiones con libre albedrío nos convierten en las personas que somos hoy. No es fácil elegir sabiamente. No sería significativo si no fuese una lucha, si no hubiese elecciones complicadas y difíciles – y sacrificios y costos. Esta es la condición humana y debemos rezar para ser capaces de tomar las decisiones que nos llevarán a convertirnos en los adultos, parejas, padres y trabajadores que estamos realmente orgullosos de ser.

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