¿Quién tiene derecho a hablar en nombre del pueblo judío?
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Bamidbar 33:1: “Éstos son los viajes de los Hijos de Israel que salieron de la tierra de Egipto por sus agrupaciones, bajo la dirección de Moshé y Aharón.”
Bamidbar Rabá 23:3: “Esto es análogo a un rey cuyo hijo estaba enfermo y lo llevó a un lugar para sanarlo. Al regresar, su padre comenzó a relatar todos los viajes y dijo: ‘Aquí dormimos, aquí tuvimos frío, aquí te dolía la cabeza’. Así también, el Santo, Bendito Sea, le dijo a Moshé: ‘Recuéntales todos los lugares donde Me enojaron’, por eso dice: ‘éstos son los viajes’”.
En la parashá de esta semana, la Torá relata los 42 campamentos en los que el pueblo judío se detuvo durante su largo viaje desde Egipto hasta la Tierra de Israel. ¿Por qué es tan importante que la Torá dedique tantas palabras a lo que parece ser información insignificante?
El Midrash lo explica con una analogía: un rey cuyo hijo está enfermo lo lleva a un lugar donde pueda curarse. Al regresar, el rey recuerda cada parada del camino y lo que ocurrió allí, como cuando el niño tuvo dolor de cabeza. El Midrash concluye que, de forma similar, Dios recuerda los lugares donde el pueblo judío provocó Su enojo.
El Midrash está explicando que Dios quiso repasar los lugares donde el pueblo pecó y las consecuencias que enfrentaron. Pero esto genera una pregunta: ¿cuál es el beneficio de reiterar eventos tan desagradables?
El Limudei Nisán(1) responde que esto enseña una idea importante sobre cómo debemos mirar hacia atrás a los momentos menos gloriosos de nuestra historia personal. La tendencia natural de la mayoría de las personas es olvidar su pasado desafortunado y comenzar desde cero. Sin embargo, la Torá enseña que esta actitud es errónea. Es importante recordar nuestro pasado, incluso si incluye incidentes de los que no nos sentimos orgullosos.
¿Por qué es así?
Una razón es que la única manera de mejorar en el futuro es aprendiendo del pasado. Rav Isasjar Frand cita la famosa frase del filósofo estadounidense George Santayana: “Aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla”. En esta línea, el motivo por el que la Torá enumera todos los campamentos es para enseñarnos, en palabras de Rav Frand:
“Sí, hubo momentos en tu pasado en los que caíste, pero lograste recuperarte de ellos. Sí, hubo momentos en tu historia en los que no actuaste correctamente, pero pudiste salir adelante gracias a tu fuerza de carácter. Esas son lecciones importantes que una persona debe conocer. Una persona es la suma total de sus experiencias, buenas y malas. Tener la actitud de ‘quiero olvidar el pasado’ es condenarse al fracaso. La Torá considera que vale la pena enumerar los 42 campamentos para enseñar esta lección: que la vida es un viaje. El viaje no siempre es una línea recta; tiene subidas y bajadas, picos y valles. Hay momentos gloriosos y otros no tan gloriosos. No deberíamos borrar ninguno de ellos de nuestra memoria”.
Rav Frand cuenta una historia relacionada con esta idea. Alguien le preguntó una vez sobre un caso personal. Tenía un hijo que tuvo grandes dificultades para comprometerse y casarse. Durante los años que tomó que su hijo finalmente se comprometiera, los padres fueron compilando un cuaderno de hojas sueltas con todas las sugerencias de shidujim (citas para casarse) que se propusieron y consideraron. Se convirtió en un cuaderno bastante grueso. El padre pensó: “Cuando mi hijo finalmente se comprometa, voy a quemar este cuaderno”.
Esto no era algo completamente inusual. Algunas personas acostumbraban a quemar el documento de hipoteca una vez que terminaban de pagarlo. También es común que algunos estudiantes quemen sus libros de estudio al graduarse. Estas acciones simbolizan que esa parte de la vida quedó atrás y se borra de la historia. Así se sentía este padre respecto al proceso de shidujim de su hijo.
Rav Frand le dijo que no estaba seguro de que esa fuera la actitud correcta de acuerdo con la Torá. “Le dije que esta experiencia era un viaje con altibajos (probablemente más bajos que altos), pero era un viaje del cual uno espera haber crecido. No es algo que se deba destruir como si nunca hubiera ocurrido”.
La prueba de Rav Frand fue la lección de los 42 campamentos. Dios quiso que el pueblo judío recordara cuándo cometieron errores y cuándo pasaron por dificultades y fracasos. Estos eventos no se volvieron irrelevantes cuando finalmente entraron en la Tierra de Israel. Al contrario, contribuyeron a la formación de la nación judía, de la misma manera que la historia personal forma al individuo.
Rav Frand le aconsejó a este padre que, a pesar de que el cuaderno está asociado con momentos dolorosos, el registro de ese período difícil en que su hijo buscaba a su pareja no era algo que debía quemarse. Debía conservarse, para que tanto el hijo como el padre pudieran, de vez en cuando, mirar atrás y decir: “Mira por lo que pasé, y mira hasta dónde he llegado”.
Que todos podamos tener el mérito de aprender de nuestro pasado, incluso cuando no fue tan placentero.
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