"Mira, pongo delante de ustedes la bendición y la maldición" (Deuteronomio 11:26)

Rav Itzjak Meir de Gur dice que Dios ha dado a la persona la sabiduría y el entendimiento para ser capaz de distinguir entre lo bueno y lo malo, entre una bendición y una maldición.

No sólo tenemos inteligencia para tomar decisiones sabias sino también la capacidad de hacerlo. Sin embargo, a menudo vemos personas que toman decisiones imprudentes en su propio detrimento, y no aprovechan esas fuerzas que Dios les dio en su propio beneficio.

Esto lo pensé muchas veces al ver a personas inteligentes e incluso eruditas fumar cigarrillos, sabiendo que se están envenenando a sí mismas. Es cierto, hace falta esfuerzo y un poco de tolerancia a la incomodidad para quebrar el hábito, pero sin duda la vida debe ser suficientemente valiosa para que la persona esté dispuesta a aceptar la incomodidad a cambio de su supervivencia. Personas que están dispuestas a aceptar la incomodidad de un procedimiento quirúrgico para salvar sus vidas, sin embargo son incapaces de hacerlo para dejar de fumar.

La razón de esta discrepancia es que el propio juicio se ve distorsionado por lo que uno quisiera creer. La Torá lo dice con absoluta claridad: "el soborno ciega los ojos de los sabios" (Deuteronomio 16:19). La sabiduría no sirve de nada cuando un soborno afecta nuestra capacidad de juicio. Una persona ciega desearía evitar caer en un pozo, pero no puede evitarlo porque no puede verlo.

Esto se aplica a cada decisión poco inteligente. Fumar es sólo un ejemplo claro. Constantemente estamos bajo la influencia de prejuicios que perjudican nuestro juicio.

El ciego no puede volverse vidente, pero tenemos la capacidad de superar la ceguera de nuestros prejuicios. Sólo tenemos que estar alertas y a la defensiva, comprendiendo nuestra vulnerabilidad.

Moshé eligió sus palabras deliberadamente: "Mira, pongo delante de ustedes la bendición y la maldición". De hecho, mira. Tienes la capacidad de superar la ceguera de tus prejuicios.