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Shai Fredo, un actor etíope-israelí, fue rescatado por el Mosad y llegó a Israel en avión desde Sudán.
Shai Fredo nació en Matcha, una bella aldea al norte de Etiopía, sin electricidad ni agua corriente. Sus vecinos más cercanos vivían a dos kilómetros de distancia.
Las raíces de la familia de Fredo en Etopía se remontaban a 2.500 años atrás, y ellos anhelaban con desesperación llegar a ver a Jerusalem. Mantener la relación con el judaísmo e Israel era la fuerza motriz de cada aspecto de su día. Hablaban de Jerusalem a diario. De pequeño, una de las primeras palabras que Shai dijo fue "Jerusalem", incluso antes de decir su propio nombre.
"La importancia de Jerusalem y del judaísmo estaba arraigada desde una edad muy temprana. Los judíos etíopes vivían desde hace 2.500 años en el mismo país y en el mismo lugar. Cada padre compartía directamente con su hijo la importancia de Jerusalem y del judaísmo. No éramos como otros judíos que cambiaban todo el tiempo de lugar y en consecuencia perdían las tradiciones".
Pero las fronteras de Etiopía estaban cerradas y cualquiera que fuera atrapado tratando de escapar era enviado a prisión y le confiscaban sus tierras.
Shai tenía siete años cuando su familia oyó que Sudán había abierto sus fronteras para los refugiados. Aprovecharon la oportunidad y escaparon de inmediato. "Escuchamos sobre esta oportunidad, que la frontera de Etiopía estaba abierta. Dejamos todo y simplemente corrimos para llegar a Jerusalem", contó Shai en una entrevista exclusiva con Aishlatino.com.
"Yo sólo supe que íbamos a Jerusalem dos horas antes de partir. Mis padres no querían que se los contara a mis amigos cristianos en la escuela, porque nadie sabía que éramos judíos. Todo debía ser en absoluto secreto. Tuve que dejar a mi perro, porque podía ser peligroso para nosotros llevarlo. Lloré mucho y le prometí que regresaría a buscarlo".
La familia Fredo viajó con todos sus parientes, un grupo de 400 personas. Las edades iban desde su hermana de apenas un mes hasta su abuelo de 97 años. Caminaron todo un mes hasta llegar a Sudán, dejando atrás su hogar ancestral de miles de años, y arriesgando sus vidas por la posibilidad de llegar a Jerusalem.
"No éramos como otros judíos que pasaban del exilio de un país a otro. Durante 2.500 años vivimos en el mismo país, en el mismo lugar. Había una promesa que cada padre le hacía a cada hijo, que un día verían Jerusalem".
Durante su viaje, era imperativo que mantuvieran en secreto su identidad judía. Shai y su familia atravesaron bosques en medio de la noche. "Después de la primera semana nos atacó la primera banda de ladrones y nos quitaron el dinero y las joyas. Al cabo de unos días, llegó otro grupo de ladrones. Ellos se llevaron los caballos, los burros y la comida. Ellos les contaron sobre nosotros a sus amigos. Cuando ya no había nada más que llevarse, se llevaban a los niños y a las mujeres".
"Todo el mundo lloraba. Yo abracé a mi madre y le dije: '¡Mami, regresemos! ¡Jerusalem nos esperará!". Ella me abrazó llorando y me dijo: "Todo saldrá bien".
"La gente desaparecía en el bosque y nunca volvíamos a verlos. No sé si alguien de mi familia fue violado. Nadie hablaba de eso. La hija de uno de mis tíos desapareció pero la encontramos un tiempo después. Los ladrones también secuestraron a mi abuelo y el caballo sobre el que viajaba debido a que era muy anciano. Mi padre persiguió al ladrón con su arma y logró traerlo de regreso".
En un momento, la familia Shai asumió que todos morirían en el bosque. Milagrosamente, apareció una persona y los protegió de todos los ladrones. Él les dijo: "Esta es mi área, mi lugar, mi tierra. Déjenlos en paz. No les permitiré dañarlos". Los ladrones nunca regresaron".
Al comenzar su travesía eran 400 personas. Al llegar a Sudán eran sólo 80 y se unieron a otros 12.000 refugiados. Todos debían actuar como si fueran musulmanes para que la policía sudanesa no los enviara de regreso. Ellos pensaron que sólo estarían allí un par de días, pero los días se convirtieron en un año completo.
El entonces primer ministro Shimon Peres con un niño que llegó a Israel en 1984 con la Operación Moshé, que trajo a Israel a los judíos etíopes (Archivo del ministerio de defensa)
La Operación Moshé, como fue llamado el operativo, requirió que el Mosad enviara agentes a hablar con los refugiados. Ellos formulaban preguntas específicas, destinadas a determinar quién era judío. "Entendimos que habían entrado al campamento agentes del Mosad que eran originarios de Etiopía, porque ellos comenzaron a decir palabras que sólo otros judíos etíopes conocerían. Eventualmente nos dieron una señal respecto a que había llegado el momento de partir".
Una noche llegaron cuatro autobuses para llevar a los judíos a los aviones que los llevarían a Israel. Subir a los autobuses fue una locura. La familia de Shai no logró subir en la primera ronda de autobuses, ni en la segunda.
"Había miles de personas y todos trataban de subir a los autobuses. Mi hermano, que sólo tenía 10 años, desapareció y se subió al primer autobús. Tuvimos suerte, porque mi tío lo vio subir al autobús desde la ventana. Mi madre lloraba de alegría. Estaba muy contenta de que al menos uno de nosotros llegara a Israel".
La segunda vez que llegaron los autobuses todo fue más tranquilo. Sólo llevaron a las mujeres y a los ancianos, incluidas la madre y la hermana pequeña de Shai.
Judíos etíopes que llegaron con la Operación Moshé
Shai y el resto de la familia finalmente lograron subir en la tercera ronda de autobuses. Cuando estaban en los autobuses, descubrieron que los vecinos de la tienda al lado de ellos también eran judíos. Habían pasado juntos un año entero y nunca lo supieron, porque era peligroso revelar la identidad judía.
"El Mosad debe haber pagado mucho dinero a los generales de esa área. Si alguien encontraba una familia judía, lo informaban y esa familia desaparecía. Nadie sabía a dónde habían ido. Ser judío era algo peligroso".
Una vez que Shai y su familia se instalaron en los autobuses, hubo un gran silencio.
Operación Moshé
"Había cientos de personas, pero nadie decía ni una palabra. Ni siquiera los bebés lloraban. Viajamos por el desierto hasta llegar al avión. Los soldados sudaneses detuvieron el autobús, unas personas bajaron y pagaron dinero. Todas las ventanas estaban cerradas. Había muchísimos niños, pero el silencio era absoluto. Sabíamos que nuestras vidas dependían de eso.
"Cuando bajamos del autobús, le dije a mi padre: "Papá, quiero ir a buscar mis zapatos. Los dejé en el autobús". Él me dijo: "No te preocupes por tus zapatos. Estamos yendo a Jerusalem".
El viaje en avión duró sólo una hora. Era un sueño que se volvía realidad. Shai tenía ocho años y recuerda que empujaba la silla que tenía delante, pensando que eso ayudaría a que el avión viajara más rápido.
Las dificultades no terminaron al llegar a Israel. Le sorprendió que una persona judía pudiera ser blanca. Le preguntó a su padre: "¿Cuándo crezca, yo también me voy a volver blanco?" No entendió que algunos israelíes tenían prejuicios hacia las personas de color y que eso años más tarde le presentaría problemas al tratar de encontrar trabajo como actor.
Ser un judío etíope presentaba sus propios problemas. Él quería ser actor, a pesar de que su madre no apoyaba su deseo. Era muy difícil encontrar trabajo en la industria del entretenimiento israelí. Pero Shai estaba decidido y trabajó duro para concretar sus sueños. Sólo después de que Shai se convirtiera en un actor y director reconocido, su madre comenzó a apoyar sus elecciones.
Shai fue a la escuela secundaria y a la ieshivá en Jolón. Sirvió tres años en el ejercito y fue asistente personal de un oficial de Proyectos Especiales.
Al terminar el ejército habló con sus padres y les dijo que quería ser actor.
Sus padres se escandalizaron y le pidieron que hiciera algo más convencional.
Él respondió con pasión: "Quiero ser actor porque tengo una historia que quiero compartir con el mundo".
Shai estudió actuación, voz, movimiento y dramaturgia en la Escuela de Teatro Visual en Jerusalem.
Luego lo aceptaron en la prestigiosa escuela de actuación Nissan Nativ, donde se entrenó 15 horas cada día para perfeccionar sus habilidades. A pesar de su trabajo y esfuerzo (se graduó con honores), a Shai le costaba conseguir papeles debido a los prejuicios raciales del país en esa época.
En vez de esperar que la sociedad cambiara, él mismo creó ese cambio. Creó el primer grupo de actores etíopes para darles a otros actores etíopes la oportunidad de actuar en el cine y la televisión.
Shai en "Éxodo 91"
Shai empezó a conseguir algunos papeles más importantes e incluso protagonizó algunos espectáculos que él mismo escribió. "El León de Judea" es un unipersonal sobre la historia de su vida. Tuvo un papel destacado en la película "Éxodo 91". Su experiencia en la Operación Moshé lo ayudó en su rol en la película. "Éxodo 91" relata la historia de la Operación Shlomó, otra operación encubierta para rescatar a miles de judíos etíopes".
Fredo es el fundador de Natella, el primer teatro etíope en Israel. También creó el festival etíope Sigdiyada. Él espera hacer una película sobre sus propias experiencias.
Shai y su familia superaron desafíos inimaginables para llegar a Jerusalem, un sueño al que se aferraron durante 2.500 años. Hoy, Shai es un orgulloso residente de la capital de su país.
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Wow que historia tan más conmovedora! No conocía a Shai , pero ahora quiero ver todas sus películas! Am ISAREL JAI!🇮🇱❤️🇲🇽
Me encantó du historia de vida.
Solo admiración por que logro su objetivo....llegar a Jerusalén y ser actor