¿Por qué el comediante judío más popular de Francia se quiere convertir al catolicismo?

17/11/2022

5 min de lectura

Gad Elmaleh, el comediante judío más popular de Francia, ha sorprendido a sus seguidores en todo el mundo al anunciar que se está convirtiendo al catolicismo.

Gad Elmaleh, el comediante judío más popular de Francia, quien a menudo hizo referencias en público respecto a su identidad judía, ha sorprendido a los judíos de Francia y a sus seguidores en todo el mundo al anunciar que se está convirtiendo al catolicismo. Piensa cómo te sentirías si Jerry Seinfeld, o Bárbara Streisand, se convirtieran al catolicismo.

Gad (un nombre hebreo, uno de los doce hijos del patriarca Iaakov), nació en Casablanca, de padres judíos marroquíes tradicionalistas. Él estudió en una escuela judía. A los 17 años, emigró con su familia a Canadá, y luego se fue a París. Fue elegido como el "hombre más graciosos de Francia" y fue nominado para el equivalente francés del Oscar. Sus comedias en inglés son populares en Netflix.

Entonces, ¿por qué se quiere convertir al catolicismo?

¿Puede deberse a la influencia de sus tres parejas románticas católicas, incluyendo a Charlotte Marie Casiraghi, una princesa de la familia real de Mónaco? Aunque tuvo hijos con dos de estas mujeres, nunca se ha casado.

¿Puede ser por rebelión? En una entrevista en la televisión francesa, él contó que cuando tenía seis años, en Casablanca, pasó con su padre y su hermana por una iglesia. Su padre les dijo: "¿Ven ese edificio? No entren allí". Gad recordó que él se sentía "tentado" por lo prohibido. Posteriormente, él y su hermana entraron al edificio. La estatua de la virgen María "lo derribó". También se asombró por el silencio y la "calma" de la catedral, en contraste con las ruidosas plegarias de una sinagoga marroquí.

¿Puede ser una reacción psicológica, representando su complicada relación con su madre? Cuando el entrevistador televisivo le preguntó a Gad: "¿Qué tienes de tu madre?", él respondió: "Todo".

Los padres de Gad están espantados ante su decisión. Los judíos marroquíes son descendientes de judíos españoles que al enfrentar el edicto de expulsión de 1492, eligieron abandonar todos sus bienes y arriesgarse a morir en manos de piratas o inescrupulosos capitanes de barco al abandonar España, antes que convertirse al cristianismo.

Gad y sus padres

Gad les pidió a sus padres que aparecieran en una película que estaba filmando sobre un judío que se convierte al cristianismo. Frente a las cámaras, les reveló que él es ese judío. Su madre, saliéndose del libreto, exclamó: "Cambias a tu Dios para poder cambiar también a tus padres".

Dejando de lado todas las conjeturas, Gad declaró que su decisión es por razones espirituales.

Gad, educado en un hogar judío tradicionalista, nunca comprendió que puede tener una relación afectuosa y personal con el Dios del judaísmo.

Él explicó que al ver por primera vez la estatua en la iglesia cuando tenía seis años, "se enamoró a primera vista". Más tarde "la virgen María me tomó bajo su brazo".

Él reveló que gradualmente comenzó a pedirle a la virgen María que lo ayudara, "especialmente antes de las presentaciones" cuando al parecer sentía ansiedad, y experimentó una respuesta.

La ironía es que Gad, educado en un hogar judío tradicionalista, nunca comprendió que puede tener una relación afectuosa y personal con el Dios del judaísmo.

El Dios personal

Los judíos marroquíes son famosos por mantener la tradición judía. Gad Elmaleh probablemente creció en un hogar impregnado con la herencia judía. Su atracción hacia el cristianismo es un recordatorio discordante respecto a que la vida útil del judaísmo como tradición empalidece en comparación con el judaísmo como una relación con Dios.

El Dios del judaísmo no tiene forma, pero no es abstracto; es trascendente pero también inmanente; cósmico pero también personal.

En el mundo antiguo, repleto de adoración a diversas deidades que eran poderosas en sus reinos específicos y personificadas en una multitud de formas, Abraham, el primer judío, enseñó sobre la existencia de un Dios sin forma, Todopoderoso, con Quien mantenía una relación personal y afectuosa. Dios lo llamó: "Abraham, quien Me ama".

El judaísmo rechaza no sólo la verdad de cualquier personificación de Dios, sino también la necesidad de la misma. Sin embargo, los seres humanos anhelamos la forma. ¿Cómo podemos tener una relación con un Dios sin forma?

El Dios que el judaísmo presentó al mundo no puede ser visto, pero se lo puede escuchar. En el Monte Sinaí, Dios se reveló a través de la palabra hablada. Dios mismo se presentó ante todo el pueblo israelita en los Diez Mandamientos como el Dios que interviene en la historia para su beneficio.

Este no es un poder divino distante. Es un Dios personal que nos ama y nos salva. No sólo en los grandes eventos como el Éxodo, sino también en los desafíos cotidianos de nuestras vidas individuales.

Al mismo tiempo, Dios es trascendente, más grande que el cosmos, más allá del tiempo y del espacio, infinito. ¿Cómo es posible que ambas cosas sean verdad?

El judaísmo tiene diferentes nombres para Dios, que se refieren a diversos aspecto de lo Infinito, tal como es revelado a los seres humanos. Hay dos nombres que se usan en todas las bendiciones, en donde nos referimos a Dios tanto como Y-H-V-H y como Elokim. Y-H-V-H representa a Dios como un ser trascendente, completamente amoroso, completamente misericordioso. Elokim representa a Dios en la naturaleza, en los detalles pequeños y esenciales de la vida, detrás del cheque inesperado que llegó por correo y en la lavadora que se descompuso. Dios no tiene forma concreta, pero se manifiesta en nuestra vida de maneras concretas. El desafío de la vida judía es reconocer al "Dios oculto".

La plegaria personal

La plegaria personal implica hablar con Dios en tus propias palabras, en tu idioma, expresando tanto tus necesidades como tu gratitud hacia Aquél que satisface esas necesidades. A lo largo de la historia judía, los judíos tuvieron una relación íntima con Dios a través de la plegaria personal. Cuando Miriam, la hermana de Moshé, se enfermó con lepra, él rezó: "Por favor, Dios, cúrala". El Rey David derramó su corazón espontáneamente ante Dios en lo que nosotros conocemos como los Salmos de David. Nosotros leemos esos Salmos de un libro, pero David los forjó con su corazón.

La plegaria personal implica hablar con Dios en tus propias palabras, en tu idioma, expresando tanto tus necesidades como tu gratitud.

Sin embargo, después de la destrucción del Templo, los Sabios compusieron una serie de plegarias que deben recitarse tres veces al día. A partir de entonces, para la mayoría de los judíos las plegarias formales del sidur reemplazaron a su plegaria personal, en vez de incrementarla.

Esto dio lugar al lamentable fenómeno de "rezar por rutina", en el cual los judíos hablan con Dios como si estuvieran hablando con un contestador eléctrico. Uno de los más grandes Sabios del siglo XX, conocido como el Jafetz Jaim, escribió:

No es suficiente con rezar la plegaria Shemoná Esré tres veces al día; varias veces al día uno debe verter sus peticiones en la soledad de su hogar, desde lo más profundo de su corazón. Las tres plegarias regulares son tan rutinarias que en verdad uno no se concentra en ellas, lo cual no ocurre si cada persona contempla en soledad su propia situación… Entonces derramará su corazón como agua ante Dios.

Pero una advertencia: a Dios no le agradan los quejidos. Por lo tanto, al hablar con Dios en una plegaria personal, comienza agradeciéndole por todo lo que tienes antes de pedir lo que te falta.

Una persona que tiene problemas económicos, que enfrenta una crisis de salud, cuya vida amorosa se tambalea, o que está nerviosa antes de subir al escenario, puede hablar con Dios, teniendo fe en que Él tiene la capacidad de cambiar cualquier situación. El producto de ese acercamiento no siempre es un rescate milagroso (aunque a veces sí lo es), pero siempre se forja una relación íntima con el Dios que te ama y que en definitiva hace lo que es mejor para ti. Sin estatuas ni imágenes, un judío puede sentir la presencia afectuosa de Dios en su vida.

En la entrevista televisiva, le preguntaron a Gad: "¿Qué tienes de judío? En una palabra". Gad respondió: "el espíritu". Aunque a menudo queda oculta detrás de pasiones más mundanas, el alma judía anhela una relación íntima con Dios.

Lo Divino te convoca, Gad, pero tú no necesitas un intermediario. Puedes conectarte directamente.

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