Perfiles
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Superar la tentación de comer de forma poco sana es una clave para el crecimiento espiritual.
Sorprendentemente, muchos consumidores de comida kasher no son judíos. Aparentemente ellos buscan ese símbolo de kashrut en el envase porque creen que kasher significa “saludable”.
Por otro lado, algunas personas judías que cuidan kashrut sólo buscan ese símbolo y no les importan los ingredientes. Aparentemente piensan que kasher significa “bueno para comer”.
De hecho, aunque comer kasher es una mitzvá (mandamiento), no tiene nada que ver con la mitzvá de mantenerse saludable. Uno puede comer alimentos estrictamente kasher y aun así ser muy poco sano.
Además, aunque mantenerse sano tiene mucho sentido, muchas personas no comprenden que también esto es un mandamiento en el judaísmo.
Si examinamos el primer mandamiento de la Torá, que tuvo lugar en el Jardín del Edén, podemos entender con mayor profundidad esta mitzvá.
Y Dios le ordenó al hombre diciendo: “De todo árbol del huerto comerás; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás…” (Génesis 2:16-17).
Resulta fascinante que el concepto mismo de que se nos ordene algo se introduce a través del ámbito de la alimentación y el autocontrol. No tenía por qué ser así. Después de todo, la mitzvá ejemplar podría haber hecho eco a la famosa declaración de Rabí Akiva de que “ama a tu prójimo como a ti mismo” es el principio más importante de la Torá. De esta forma, la primera mitzvá que dada a Adam podría haber sido: “Hacia toda criatura mostrarás bondad y hacia ninguna criatura mostrarás mezquindad”. O podría haberse basado en los dos primeros de los Diez Mandamientos, diciendo: “Adorarás a Dios y no adorarás ídolos”.
A Adam y Eva, que representan los arquetipos de la humanidad, no se les ordenó sobre ética o religión, sino sobre alimentación y autocontrol.
Pero la lección no termina con el mandamiento; muy pronto esta primera mitzvá es puesta a prueba con la introducción de la tentación:
Y la mujer vio que el árbol era bueno parar alimentarse y que era tentador para los ojos… (Genesis 3:6)
Con su característica brevedad, la Torá nos enseña que el epítome de una mitzvá es el autocontrol al enfrentar la tentación. De esta paradigmática historia de Adam y Eva en el Jardín, emergen siete principios:
Tener consciencia de estos siete principios nos permitirte conquista cualquier tentación, de alimento u otra cosa. Sin esta sabiduría, los intentos por controlar la tentación (como hacer dieta) tienden a fallar, porque nuestra naturaleza animal siempre “acecha en la puerta” (Génesis 4:7), lista para saltar ante cada tentación.
Pero hasta hace poco, la comida no era necesariamente una prueba mayor que otras tentaciones. Hace quinientos años (incluso hace 50 años), la comida no era la clase de tentación que es ahora. Hace unos 50 años cambiaron dos cosas respecto a la producción de alimentos que impactaron nuestra relación con la comida.
Lo primero fue la revolución agrícola de la década de 1960, que creó grandes excedentes de alimentos a nivel mundial, haciendo que las calorías fueran muy baratas en la mayoría de los países. El segundo cambio fue la ingeniería científica de los alimentos para que fueran extremadamente placenteros a la vista y el paladar.
Estos dos desarrollos transformaron el deseo de comer algo no sano (incluyendo el hecho de comer en exceso) de un desafío ocasional a una de las mayores y más universales pruebas de nuestra época. Las tentaciones de comer algo no sano son constantes e increíblemente poderosas. Es fácil ver por qué:
Estas condiciones conspiran para hacer que fallemos una y otra vez en la prueba de la comida. El Fruto Prohibido del Jardín del Edén se ha vuelto sumamente pertinente.
Sin embargo, la situación está lejos de ser desoladora o desesperada. Por el contrario, toda lucha contra la tentación es significativa, porque la lucha misma es esencial para elevarnos y desarrollar nuestro máximo potencial. Cada experiencia de deseo es una nueva oportunidad para esta elevación personal.
Cuando siento una tentación y la resisto porque sé que esa cosa o acción no es buena para mí, en ese momento alcanzo el propósito primario por el que estoy vivo. Por lo tanto, la tentación (cuando se resiste) es un regalo. Así como esforzarse con una mancuerna desarrolla músculo físico, esforzarse con la tentación desarrolla músculo espiritual.
Si bien la tentación de la comida se ha convertido en una lucha central de la humanidad, sigue siendo el arquetipo de todas las pruebas espirituales. Cuando uno comienza a conquistar esta primera prueba, otras tentaciones pueden dominarse con mayor facilidad.
Este autocontrol tiene ramificaciones cósmicas. En las palabras de Rav Moshé Jaim Luzzatto:
En realidad, el mundo está en equilibrio: porque si una persona es arrastrada hacia el mundo y se aleja cada vez más de su Creador, resulta dañada y daña al mundo con ella. Pero si gobierna sobre sí misma, se une con su Creador y utiliza el mundo sólo para ayudarse en el servicio a su Creador, entonces se eleva y el mundo se eleva con ella (1).
Con autocontrol al enfrentar tentaciones de comida poco sana, pereza o cualquier otro mal hábito nos elevamos a nosotros mismos y elevamos al mundo. Esta es la base del mandamiento de ser sanos y cada elección sana ante la tentación es un paso más en esta escalera espiritual.
Notas:
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Gracias para este hermoso articulo