Sociedad
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¿Por qué los surcoreanos están enamorados del judaísmo?
El embajador surcoreano en Israel, Ma Young-sam, despertó atención recientemente cuando le informó a los reporteros que los niños en las escuelas de Corea del Sur estudian Talmud obligatoriamente.
Corea del Sur es un país con una profunda historia Budista, pero es también un país que con vigor abraza el cristianismo que llevaron los misioneros a finales del siglo XIX. Las estadísticas oficiales dicen que algo así como el 30% de los surcoreanos asisten regularmente a la iglesia. En tal país, los judíos son pocos y raramente vistos.
A pesar de ello, puedes acercarte al quiosco de la esquina y junto con un pote de arroz o noodles instantáneos, puedes comprar una copia de “Historias del Talmud”. No es raro, tampoco, encontrarte con máquinas expendedoras de libros clásicos del judaísmo babilonio.
El Talmud es un bestseller en Corea del Sur y está en la malla curricular de todos los niños de escuela primaria.
Lee Chang-ro encabeza el grupo de investigación literaria en el Ministerio de Educación. Él dice: “Las razones por las cuales los niños surcoreanos estudian el Talmud son bastante obvias. Coreanos y judíos tienen ambos una larga historia de opresión y de supervivencia ante la adversidad, con nada más que su propia ingenuidad. En Corea no hay recursos naturales, así que, al igual que los judíos, todo lo que hemos podido desarrollar ha sido nuestras mentes”.
La fascinación con el judaísmo no termina aquí. Los periódicos regularmente escriben columnas sobre “educación judía”, y así también los programas de radio semanales y los documentales de televisión, todos ellos muestran a los judíos como una brillante luz.
A pesar de que el promedio de los surcoreanos pueden jactarse de que tienen en sus estantes al menos una o dos copias del Talmud, pensar en Corea como una cuna del judaísmo latente sería un error. La motivación tiene menos que ver con religión que lo que tiene que ver con aspiración. Los padres coreanos valoran la escuela más que cualquier otra cosa. Los padres mandan a sus hijos a clases después de la escuela hasta medianoche y gastan hasta sus últimos centavos en tutores y lecciones extracurriculares. Y, necesitados de buenos modelos a seguir en cuestiones de éxito académico para sus hijos, las madres hacen turnos para pedir a los judíos inspiración.
La madre de Lee San-sook explica que la manera en que los niños judíos son criados, es vista universalmente como positiva en Corea.
“El estereotipo de los judíos aquí es que ellos son personas ultra inteligentes. Los judíos han salido de la nada para convertirse en jefes de negocios, gerentes de los medios, ganadores de premios Nobel – nosotros queremos que nuestros hijos hagan lo mismo. Si eso significa que tienen que estudiar Talmud, Torá, lo que sea, que así sea”. Dice ella.
Sin embargo, para un pequeño grupo de coreanos, este amor por el judaísmo sí se traduce en observancia religiosa, pero sin sinagogas y sin acceso a comida casher, se encuentran con problemas casi insuperables para llevar una vida judía.
Un hombre de 38 años, Park Yo-han, que quería convertirse al judaísmo, presentó su renuncia a un banco de inversiones para unirse al judaísmo. Él dijo que se iría a Nueva York, donde no conoce a absolutamente nadie y no tiene ningún prospecto de trabajo, solamente para seguir con su sueño de convertirse ortodoxamente al judaísmo.
“Lo he intentado todo. Convertirse al judaísmo en Corea no es difícil”, dijo él, “¡es imposible!”.
La observancia judía en Seoul gira casi completamente en torno al servicio del viernes por la noche en el patio de atrás de una capilla cristiana que se encuentra en una base militar de los Estados Unidos. Cada semana la pequeña congregación de expatriados y locales, despliegan bancas que contienen libros de himnos y nuevos testamentos en frente de una pequeña arca para rezos. Al final de la noche, todo se guarda en su lugar para la gran masa del viernes por la noche. Si no hubiera un pequeño Ner Tamid colocado sobre el arca, realmente se podría confundir con un armario.
La mayoría de los miembros regulares de la congregación son coreanos no judíos, funcionarios civiles, doctores y un político del partido gobernante, quien aprieta su agenda para poder asistir a los servicios entre las campañas para las elecciones locales. Ellos no tienen deseos de convertirse pero su interés en el judaísmo es serio. La mayoría cuenta con impresionantes colecciones de judaica y leen hebreo con fluidez.
Entre los participantes, está la leyenda viva de la judería coreana, Abraham Cha. Uno de los pocos coreanos que se convirtió realmente, él es una pieza fija en los servicios de la base militar.
Es un hombre de edad avanzada, pero sigue siendo una figura memorable. Él tiene una gran barba, peot, y orgullosos tzitzit colgando, además de una librería personal de libros judíos recolectada cuidadosamente a través del mundo.
Cha dijo que había tenido que renunciar a todo para convertirse en un judío religioso en Corea.
El pensamiento anti-judío es algo inimaginable en esta parte del mundo.
“Mi familia ya no me habla más, me he divorciado de mi esposa. Incluso tuve que dejar de trabajar porque no me daban el día libre en Shabat o en las fiestas judías. Mis jefes no podían concebir lo que significa ser judío”.
Sin embargo, a pesar de que la mayoría de los coreanos no saben precisamente lo que implica ser judío, el pensamiento anti-judío es algo inimaginable en esta parte del mundo.
La residente de Seoul Naomi Zaslow dice, “Si tú te rehúsas a comer costillas de cerdo aquí, la gente estará estupefacta. Si les dices que es porque tú eres judío, ellos indefectiblemente mirarán impresionados y dirán: “Oh, debes ser muy inteligente”.
Este artículo apareció originalmente en el Jewish Chronicle.
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