¿Por qué molestarse con ser judío?

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La mayoría de los judíos son analfabetos en cuanto al judaísmo. No puedes abandonar algo que nunca has tenido.

¿Por qué los judíos deberían de molestarse con ser judíos? De acuerdo al último reporte del Centro de Investigaciones Pew sobre la comunidad judía estadounidense, cada vez hay más judíos que llegan a la conclusión de que no hay ninguna razón para ser judío.

Las tasas de matrimonio mixto fuera de la comunidad ortodoxa han alcanzado el 71%. El 32% de los judíos que nacieron después de 1980 y el 22% de los judíos en su totalidad no se describen a sí mismos como judíos de religión, sino que basan su identidad judía en su linaje, etnia o cultura.

Mientras que el 73% de los judíos dijeron que recordar el Holocausto es una parte esencial de ser judío, sólo el 19% dijo que observar la ley judía es un aspecto vital de la identidad judía. El 14% dijo que comer comidas judías es indispensable para su identidad judía y el 42% dijo que tener sentido del humor era un punto crítico de ser judío.

Gabriel Roth, un autor casado con una mujer no judía, recibe estas cifras con alegría. En una columna en la revista Slate, Roth dijo que la razón por la cual la mayoría de los judíos respetaba las tradiciones era una especie de sentimiento de culpa hacia sus padres y hacia las generaciones pasadas. Sin embargo, él cree que ha llegado la hora de superar ese sentimiento de culpa. Mantener esas tradiciones no tiene ningún “significado intrínseco”.

“¿Cuánto valor puede tener la ‘herencia judía’ si no significa nada más que su propia perpetuación?”, preguntó en tono de burla.

Si el judaísmo no tiene nada que ofrecer fuera de comidas típicas y Seinfeld, entonces no hay ninguna razón para seguir siendo judío.

Obviamente la respuesta es que no tiene ningún valor. Hacer algo que sientes que no tiene ningún valor intrínseco sólo porque tus antepasados hacían el mismo sinsentido es una pérdida de tiempo. Si el judaísmo no tiene nada que ofrecer fuera de comidas típicas y Seinfeld, entonces no hay ninguna razón para seguir siendo judío.

Los resultados del reporte Pew y los sentimientos descritos por Roth no son ninguna sorpresa para quienes han seguido la trayectoria cuesta abajo de la judería norteamericana.

En la última década ha habido un sinnúmero de iniciativas para intentar revertir la tendencia hacia la asimilación y la pérdida de identidad judía. Estas iniciativas, que incluyen sitios web como JDate —que ayuda a los solteros judíos a casarse entre ellos— y programas como Birthright —el cual ha llevado a miles de jóvenes a Israel— han tenido un impacto sumamente positivo y han desacelerado dicha tendencia, sin embargo, el éxodo de los judíos no ortodoxos hacia fuera de los límites del judaísmo parece inexorable.

“Hemos intentado un montón de cosas diferentes y hemos creado una gran cantidad de programas geniales”, explica el teórico político Yoram Hazony, fundador del Centro Shalem y autor del libro “The Philosophy of Hebrew Scripture” (La filosofía de las escrituras hebreas), el cual fue publicado el año pasado.

Hazony, quien actualmente lidera el Instituto Herzl, declara que “hemos tratado todo salvo lo principal. Los judíos tienen que entender que hay algo atractivo e irresistible en el judaísmo, y que ser judío es algo valioso”.

Esta idea, según explica Hazony en su libro, se encuentra principalmente en la Torá.

Roth escribió: “Si crees que las tradiciones judías son parte de un pacto con Dios, obviamente vas a querer que tus hijos continúen con ellas”.

Obvio. Pero si crees que el judaísmo se puede resumir tan a la ligera, entonces no tienes idea de qué es lo que estás abandonando.

Por lo tanto, en cierto sentido se puede decir que no estás abandonando nada. Porque no puedes abandonar lo que nunca has tenido.

Y lo que los judíos como Roth nunca han tenido es un conocimiento básico sobre judaísmo.

El excelente libro de Hazony explica en un lenguaje simple y fácil de entender que la sabiduría y la filosofía impartida por la Torá fue negada a propósito por los filósofos antisemitas de la época de la Ilustración. Immanuel Kant, Friedrich Hegel y otros prominentes filósofos de dicha época fueron feroces enemigos de los judíos. Ellos buscaban limpiar la filosofía moderna de toda referencia a la Torá en un intento por sacar a los judíos y al judaísmo del mundo intelectual contemporáneo.

Ellos lograron este propósito llamando a las escrituras judías “obras de revelación”. Al ser consideradas un texto revelado (un pacto divino que fue ordenado por una deidad con la cual ninguno de nosotros tiene un trato directo), las escrituras judías fueron por lo tanto malentendidas como algo que no tiene ninguna relevancia para quienes intentan determinar para sí mismos qué significa vivir una vida buena, moral y justa. En cambio, dijeron que esos conceptos sólo podían ser aprendidos de los filósofos griegos, quienes por su parte fueron falsamente caracterizados como ateos.

Hazony no se dedica sólo a exponer el crimen filosófico que perpetraron los filósofos de la época de la Ilustración en contra de los judíos, sino que también demuestra por qué las ideas que se encuentran en la Torá son profundamente relevantes e importantes para nuestras vidas y cómo forman la base para responder las preguntas del hombre sobre cómo vivir una vida buena y moral.

“Las ideas judías están en el Tanaj, en la Torá y en los comentarios rabínicos al Tanaj”, explica.

Fueron los judíos quienes trajeron al mundo la idea de que la persona debe descubrir la verdad y lo correcto, y luego, debe llevarlo a la práctica.

“Mientras nos importe y mientras veamos que hay algo de valor en esas ideas, entonces todo estará en su lugar. Pero sin eso, todo se convierte en una gran rosquilla: tiene buen sabor, pero hay un gran agujero en el medio donde se supone que debería estar la idea”.

“Fueron los judíos quienes trajeron al mundo la idea de que la persona debe descubrir la verdad y lo correcto, y luego, debe llevarlo a la práctica”.

Esa es la idea que liberó a la humanidad.

Esa es una idea de la Torá. La Torá se trata sobre la responsabilidad que tiene el ser humano de descubrir la verdad, lo correcto, y cómo debe dedicar su vida para traer esto al mundo.

“El hecho de que la mayoría de los judíos no la estudie significa que ellos han dejado de ser parte de la gran trama histórica judía. Ser parte de esa trama es lo que hace que la gente apoye a Israel y se preocupe de que sus hijos reciban una educación judía y se casen con judíos. Sin la gran trama que aprendemos de la Torá, entonces Israel se vuelve insignificante y el matrimonio mixto se vuelve algo obvio”, concluye Hazony.

Los judíos ortodoxos sienten que el Holocausto es menos esencial para su identidad judía que los judíos conservadores y reformistas (un 66% de los ortodoxos, versus un 78% y un 77% de los judíos conservadores y reformistas respectivamente). Por otro lado, un 69% de los judíos ortodoxos consideran que ser parte de una comunidad judía es esencial para su judaísmo, mientras que sólo un 40% y un 25% de los judíos conservadores y reformistas respectivamente sienten que esto es cierto. Y esto hace sentido.

El Holocausto fue el intento más reciente de un opresor de aniquilar a los judíos. En los 4.000 años de historia del pueblo judío, ha habido decenas de intentos de aniquilarnos. La historia judía no es la historia de los intentos de otros de aniquilarnos, y tampoco es la historia de nuestra capacidad de hacerles frente y sobrevivir a esos intentos. La historia judía es la historia de las vidas que vivimos, de la cultura que desarrollamos y del sentimiento que nos une.

Los judíos que han estudiado Torá saben que su historia no comenzó en 1933. Saben que la historia judía es la historia de un pueblo que cree tan firmemente en su misión de llevar la liberadora idea de la responsabilidad personal de escoger el bien y la vida por sobre el mal y la muerte, que se ha rehusado constantemente a rendirse ante sus opresores.

La trama de la historia judía, según es presentada en la Torá, es la historia de una nación que ha elegido desde el principio de sus días la libertad por sobre la sumisión, y que al mismo tiempo ha mantenido su lealtad hacia su deber sagrado, hacia sus antepasados y hacia su tierra prometida.

Cuando uno entiende esto, ser judío se transforma en un privilegio no en un sacrificio.

Y por otro lado, cuando uno no entiende esto, dejar el judaísmo no es una tragedia, sino que simplemente es el curso natural de las cosas.

Este artículo apareció originalmente en el Jerusalem Post.

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