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La verdadera libertad no puede estar contaminada por agendas políticas ni ambiciones personales.
El mensaje de Pésaj es claro: Libertad. Dios obró Su milagro para sacar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto y llevarlo al Monte Sinaí, donde recibirían la Torá y su misión de ser una luz para las naciones.
Sin embargo, a pesar de su aparente sencillez, gran parte del mundo aún tiene dificultades para adoptar esta lección básica. Por esencial que parezca la libertad, pocas sociedades logran abrazarla plenamente. ¿Por qué?
Quizás la respuesta podamos encontrarla al observar más de cerca cómo se produjo la libertad de los israelitas en la historia del Éxodo. Cuando Dios se acercó a Moshé por primera vez para redimir al pueblo, tuvo que insistirle y convencerlo de aceptar el rol de líder y portavoz. Moshé tenía muchas dudas y objeciones, entre ellas, cómo podría hacer que el pueblo judío creyera que él, un desconocido, podía desempeñar ese papel con éxito.
Dios lo tranquilizó y le dio un par de milagros para demostrar su credibilidad. Con esto en mano, Moshé partió hacia Egipto. Pero antes de dirigirse al faraón, se reunió y habló con los líderes judíos y con el pueblo, realizando las señales milagrosas que Dios le había dado. Comprensiblemente, fue recibido con júbilo, alegría y la expectativa de una vida mejor.
Pero todo dio un giro para peor cuando Moshé se presentó ante el faraón exigiendo que dejara ir al pueblo. El faraón lo desestimó, lo tildó de alborotador y acusó a los judíos de ser unos holgazanes. Como represalia, ordenó que ya no les proporcionaran paja para fabricar ladrillos, pero que de todos modos debían cumplir con la misma cuota de producción. ¡Ay!
Moshé en vez de ayudar, empeoró la situación de su pueblo, que al enterarse de su nueva realidad, estuvo dispuesto a apedrearlo. Desconcertado y angustiado, Moshé le preguntó a Dios: "¿Por qué me enviaste, si sólo logré que todo empeorara?" Dios le respondió: "Ahora verás lo que planeo hacer con el faraón". Sólo en ese momento Dios declaró que la redención comenzaría en serio.
¿Por qué Moshé tuvo que fracasar tan miserablemente antes de que Dios iniciara la Redención?
En realidad, Moshé había introducido un elemento en el proceso que Dios nunca mencionó ni planeó inicialmente: la participación de los israelitas. Moshé preguntó qué debía decirle al pueblo cuando llegara con su misión, cómo se suponía que debía convencerlos. Pero, ¿quién le dijo que debía dirigirse a los judíos en primer lugar? No fue Dios. Dios le dijo que fuera directamente al faraón. Moshé fue quien introdujo la idea al decir: "cuando vaya a los israelitas…", aunque nunca le instruyeron que lo hiciera.
Moshé asumió que la Redención debía ser un movimiento popular "del pueblo y para el pueblo", además de "por el pueblo". Pero estaba equivocado.
Como señaló Rav Matis Weinberg, Moshé pensó que la Redención debía surgir como un movimiento popular "del pueblo y para el pueblo", además de "por el pueblo". Pero esa fue su suposición, no el plan de Dios. De hecho, cuando la Redención finalmente tuvo lugar a través de las diez plagas, los israelitas prácticamente no jugaron ningún papel. Fueron testigos pasivos mientras Dios castigaba al faraón y a Egipto con toda clase de calamidades. Los judíos simplemente estaban allí para presenciarlo.
La liberación de Egipto tuvo un significado profundo porque fue dirigida exclusivamente por Dios, sin intervención humana ni angelical. Como señala la Hagadá: "Y Dios nos sacó de Egipto", lo que significa: "No a través de un ángel, ni de un serafín, ni de ningún emisario, sino que sólo lo hizo Él, Dios en Su gloria".
Cuando la libertad es creada por el hombre, a menudo se ve subordinada a la agenda de sus promotores y termina siendo pervertida para servir a sus propios intereses. La Primavera Árabe, por ejemplo, comenzó con un vendedor ambulante de Túnez que, desesperado por la corrupción y la opresión, se inmoló en protesta. Su acto desató un movimiento regional para exigir cambios y justicia. Sin embargo, la Primavera Árabe fue rápidamente secuestrada por otras fuerzas y no logró traer cambios significativos. Lo mismo ocurrió con la Revolución Iraní de 1979, que hasta el día de hoy sigue oprimiendo a su pueblo y propagando su agenda destructiva por el mundo.
La verdadera libertad necesita un propósito puro y justo, liderado por personas genuinamente humildes como Moshé, que sólo se preocupan por el bienestar real de su pueblo. Todo lo opuesto a los líderes de Hamás que viven lujosamente en Catar mientras incitan a las masas a sacrificar sus medios de vida, sus hogares e incluso sus propias vidas como mártires.
La libertad genuina debe originarse en una fuente espiritual pura, de lo contrario será usurpada por otros opresores. Dios no sacó a los israelitas de Egipto para que tuvieran unas vacaciones y jugaran al golf. No, el "Tren de la Libertad" de Dios tiene como destino la Verdad, el Bien, la Moralidad y el Tikún Olam, la mejora del mundo. Pero este viaje tiene un precio, un precio que pocos líderes mundiales están dispuestos a pagar, porque la libertad es la luz más poderosa para exponer la crueldad, la injusticia, el nepotismo y la corrupción.
La libertad, en todas sus formas (libertad de expresión, libertad de religión, derecho a un juicio justo y abierto) demanda transparencia. Aquellos que gobiernan con corrupción y maldad ven la libertad y sus valores asociados (apertura, responsabilidad, justicia e igualdad) como amenazas existenciales. Por eso la libertad no prospera en China, Cuba, Venezuela, Arabia Saudita, Irán, Corea del Norte, Rusia o Gaza.
Al final del Séder declaramos: "El próximo año en Jerusalem", con la ferviente esperanza de la Redención Final, que traerá al mundo la verdad esencial de la libertad: libertad de la corrupción, libertad de la crueldad, libertad de la injusticia y libertad del mal. Llegará el día en que viviremos en el tiempo y el lugar que el profeta Isaías previó cuando proclamó:
"Y muchas naciones irán y dirán: ‘Vengan, subamos al Monte de Dios, a la Casa del Dios de Iaakov, para que Él nos enseñe Sus caminos y para que andemos en Sus sendas.’ Porque de Sión saldrá la Torá, y la palabra de Dios desde Jerusalem… Y convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en podaderas. Ninguna nación alzará espada contra otra nación, ni aprenderán más la guerra".
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Gracias por el artículo ¡qué grande es HaShem!
Hola, buen dia...en que parte de la Biblia dice, que Moshe (Moises) quiso apedrear al faraon cuando éste se nego a dejar ir al pueblo judio???