Por qué prefiero no ver el video viral del Kiss Cam en el concierto de Coldplay

21/07/2025

3 min de lectura

La humillación viral es una estampida digital. Cada clic hace que alguien esté cada vez más cerca de la ruina.

Todos lo han visto ya: el concierto de Coldplay, la pantalla gigante, el kiss cam, una pareja vacilante. Ella se da vuelta. El público reacciona. Entienden la situación. Y luego, inevitablemente, la ola de reacciones en línea que convirtió a dos desconocidos en un meme global.

Yo no lo vi.

No fue por falta de curiosidad. Sé exactamente lo que ocurre. He leído los titulares y vi los gifs. Pero tomé la decisión deliberada de no hacer clic. No es una declaración de superioridad moral. Es un reconocimiento de que cada visualización es oxígeno para la hoguera de la humillación viral. Imaginamos que somos espectadores; en verdad, somos incendiarios.

Imaginamos que somos espectadores; en verdad, somos incendiarios.

Internet ha reconstruido el Coliseo Romano. Las personas son destruidas para nuestro entretenimiento. Con un toque, emitimos nuestro voto. Y aunque nos sintamos desconectados, nuestras vistas alimentan la máquina. Los algoritmos las recompensan. Las plataformas las amplifican. La viralidad no es el destino, es la suma de nuestros clics. Cada uno es una papeleta, y ninguna papeleta es neutral.

Esa pareja sin nombre nunca volverá a ser anónima. Sus reputaciones, carreras y vidas privadas han sido quemadas, y nosotros ayudamos a encender la llama… simplemente al presionar “play”.

La vergüenza no es inofensiva. La neuroimagen muestra que el dolor social (vergüenza, rechazo) activa muchas regiones del cerebro similares a las que activa el dolor físico. Difundir el peor momento de alguien y llamarlo “contenido” es infligir una herida real, tercerizada a bajo costo a un algoritmo.

Para mí esto no es algo abstracto. He visto lo que puede hacer la vergüenza.

En el 2013, Justine Sacco (entonces directora de comunicaciones) publicó una broma grosera y racista antes de abordar un vuelo a Ciudad del Cabo. Mientras estaba en el aire, estalló la turba de Twitter. Para cuando ella aterrizó, era tendencia mundial. Había periodistas esperándola en la puerta de arrivo. Perdió su trabajo. Su salud mental se desplomó. La turba siguió adelante. Su vida no.

El judaísmo enseña que la humillación pública equivale al derramamiento de sangre.

Pienso también en mi hermano, que nació con una discapacidad visible. Cuando éramos niños, vi cómo lo miraban los extraños. No con malicia, sólo con curiosidad silenciosa. Pero sólo la mirada pesaba sobre él. No hacían falta palabras. La atención, incluso la no expresada, puede ser una carga. Hoy en día, cuando veo a alguien con una apariencia fuera de lo común, me recuerdo a mí mismo: la dignidad comienza por apartar la mirada.

El judaísmo enseña que la humillación pública equivale al derramamiento de sangre. La historia de Tamar y Iehudá en Génesis ofrece un ejemplo impactante.

Tamar estaba casada con el hijo mayor de Iehudá, quien murió. De acuerdo con la costumbre del levirato (si un hermano muere sin tener hijos, su viuda se casa con otro hermano), fue dada en matrimonio al segundo hijo, que también murió. Iehudá, temiendo que Tamar estuviera maldita, la envió de regreso a la casa de su padre con el pretexto de esperar a que su tercer hijo alcanzara la mayoría de edad. Nunca tuvo intención de cumplir su promesa.

Eventualmente, Tamar tomó el asunto en sus manos. Disfrazada de prostituta, esperó a Iehudá en el camino y se acostó con él, concibiendo mellizos. Cuando llegó a oídos de Iehudá que Tamar estaba embarazada, la condenó a muerte por inmoralidad.

En ese momento, Tamar pudo haber expuesto a Iehudá públicamente. Tenía pruebas, él le había dejado su bastón y su anillo. Pero en lugar de eso, le envió los objetos en privado, con un mensaje sencillo: “Del hombre a quien pertenecen estas cosas, de él estoy embarazada”.

Tamar le dio a Iehudá la oportunidad de reconocer la verdad por sí mismo. Le ahorró la humillación pública, aunque él la había agraviado.

Iehudá, para su crédito, respondió: “Ella es más justa que yo”.

La enseñanza ética que emana de esta historia es profunda: es mejor ser arrojado al fuego que avergonzar públicamente a otra persona. Porque la humillación, especialmente la pública, es una forma de derramamiento de sangre.

Solíamos entender esto de forma intuitiva. Hubo un tiempo en que la dignidad importaba más que los clics.

Hoy, ese instinto se ha erosionado. Internet se mueve demasiado rápido. Recompensa la burla, no la misericordia.

Nos decimos que “es sólo un meme”. Pero cada meme tiene un rostro humano.

Y cada clic es una elección: dignificar, o destruir.

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Anonimo
Anonimo
3 meses hace

Hoy en día, cuando veo a alguien con una apariencia fuera de lo común, me recuerdo a mí mismo: la dignidad comienza por apartar la mirada. esto me parece muy bien, pero no es aplicable al caso del video, es decir si yo veo al esposo de mi hermana siendo infiel debo, apartar la mirada y encubrirlo para que no sienta vergüenza?, algo que he notado hoy en día en las tendencias en internet como sociedad es el "cancelar" infieles, cuando en el pasado era algo que se encubría o simplemente se ignoraba, con la premisa de "así son los hombres" y seguían sus vidas como personas respetables, hablo desde mi experiencia de vida como nieta e hija de abuelos y padre que fueron adúlteros abiertamente, y las únicas que sufrían eran las abuelas y madre

Anonimo
Anonimo
3 meses hace

Sus reputaciones, carreras y vidas privadas han sido quemadas, y nosotros ayudamos a encender la llama… simplemente al presionar “play”. Si a los protagonistas no les importo sus carreras y reputaciones (menos su vida privada ya que fueron grabados en un lugar publico) mientras sostenían una relación de adulterio, no tiene sentido culpar al publico que presencio el evento por no preocuparse por la carreras y reputación de ellos, ellos mismos se expusieron al escarnio publico con sus acciones

ten belibenu
ten belibenu
3 meses hace

Buen artículo, pero... ¿acaso no sería mejor erradicar el problema de raíz? privarse no solo de hacer click sino abstenerse totalmente de navegar por internet que no tenga un filtro casher.

Yosef ben Abraham
Yosef ben Abraham
3 meses hace

Maravillosa lección de respeto al prójimo.
Cada persona es la imagen de Nuestro Creador y merece ese respeto y máxima dignidad.

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