¿Qué dice el judaísmo sobre adoptar una mascota?

3 min de lectura

Educar a mis hijas en un hogar en el que se rescatan animales les enseña a tener compasión y a ser bondadosas.

Cuando nos mudamos con mi esposo a nuestro primer departamento, adoptamos a un gato como mascota. Visitamos varios albergues y grupos de rescate antes de elegir a nuestra pequeña "bola de pelusa gris y blanca". Era tan pequeño que podíamos pesarlo en una balanza de cocina. Cuando recibió la primera ronda de vacunas, no emitió ningún sonido, pero miró al veterinario con obvio desdén.

“Vaya, eres un pequeño valiente”, dijo sonriendo mi esposo. Llamamos a nuestro gato Sonny, por el personaje de “Una historia del Bronx”. Compramos una caja de arena y algunos juguetes y lo llevamos a casa. Se instaló de inmediato. Siempre hablamos de brindarle algún día un "amigo perro".

Ahora, 13 años y dos hijas más tarde, parece que llegó ese “algún día”. A nuestras hijas les fascinan los animales. Mi hija mayor dice que quiere ser veterinaria. Ellas entienden el trabajo, la responsabilidad y también la diversión que uno puede tener con una mascota. Decidimos adoptar a nuestro futuro perro de un grupo de rescate y nos inscribimos para recibirlo. Queremos proveer un hogar a un animal que lo necesite. Al conversar con mis hijas sobre el proceso de adopción, descubrí que adoptar un animal es algo muy judío.

Hacer un shiduj

Adoptar un animal de un grupo de rescate es un proceso de múltiples pasos. Hay una aplicación formal, una entrevista, una visita a la casa y, por supuesto, toda la familia tiene que conocer a su futura mascota. Parece algo intenso, pero la intención es emparejar a la familia con el animal más adecuado. Los grupos de rescate, albergues y criaderos quieren ayudarnos a forjar un lazo de por vida.

Hospitalidad: algo grande

En la Torá vemos que Abraham le dio a los extraños agua y alimento. En los tiempos bíblicos, la hospitalidad debía ser una forma de vida. No existía la aplicación de Waze ni empleados en las estaciones de servicio para que los viajeros pudieran pedir instrucciones. Sin comida o agua, quienes se perdían en el camino corrían el riesgo de morir en un medio inhóspito. Hoy, hay animales que vagabundean en medio de un "desierto de indiferencia humana", esperando a que alguien les abra la puerta de su hogar. Las familias que llevan a esos animales a sus hogares son sumamente especiales.

La bondad y la empatía son importantes

“Gato” fue la tercera palabra que mis dos hijas aprendieron a decir. Yo quise enseñarles que Sonny era parte de nuestra familia. Les recordábamos no jalarle el rabo ni lastimarlo de ninguna manera. Incluso estas pequeñas lecciones tienen su base en el judaísmo. La Torá prohíbe la crueldad con los animales. No tenemos permitido provocar a un animal dolor físico ni psicológico, un principio que se conoce como tzaar baalei jaim.

Valorar a todas las criaturas que hay sobre la tierra

Mis hijas y yo somos voluntarias en la sala de gatos en un grupo de rescate de animales. Nuestra tarea es ayudar a los felinos a acostumbrarse a la interacción con los humanos, lo que ayudará a que sean adoptados más rápidamente. El primer día que fuimos, mi hija menor descubrió que el gato que cuidaba tenía sólo un ojo. Ella saltó, sorprendida y un poco asustada. Le dije que el gato había sido herido, pero que podíamos ayudarlo a sentirse mejor. Señalé todas las maravillosas cualidades de ese gato. Cuando volvimos la semana siguiente, mi hija quiso visitar primero que nada a ese gato. “¡Es tan suave! Es tan lindo. ¡Me quiere! ¡Está maullando!”. Abby, el gato con un solo ojo, le enseñó a mi hija la importancia de kavod habriot, 'valorar a todas las criaturas' que Dios creó.

Yo sé que soy una madre imperfecta. Cuando observe hacia atrás la infancia de mis hijas, sin duda habrá decisiones que lamentaré. Pero educar a mis hijas en un hogar con animales rescatados nunca estará en esa lista. Hay demasiadas lecciones de vida (lecciones de vida judía) que podrán aprender a través de esa experiencia.

Moshé fue elegido para sacar a los judíos de Egipto tras demostrar su compasión por una oveja perdida. Mis hijas no necesitan crecer y convertirse en el próximo Moshé (aunque admito que eso sería admirable). Ahora mismo estoy orgullosa de ellas. Las dos son realmente compasivas. Quieren ayudar. Son afectuosas con los seres humanos y con los animales. Eso es algo que me enorgullece como madre. Y estoy segura de que adoptar y preocuparse por los animales ha jugado un rol en eso.

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