Que no te sorprenda el antisemitismo actual, no es nada nuevo

19/05/2024

6 min de lectura

A lo largo de la historia judía, el antisemitismo es la norma. La Era de Oro del judaísmo estadounidense es la aberración.

"No puedo creer lo que está sucediendo en los campus universitarios"

"Es una locura que esto pueda ocurrir en el 2024".

"Pensé que el mundo había evolucionado. Ver hoy antisemitismo es chocante".

Estos son los sentimientos que escuché de muchos amigos y familiares judíos, personas preocupadas, asustadas y confundidas por la avalancha de odio a los judíos que se ve hoy en todos los rincones del mundo.

Mi respuesta: No deberíamos sorprendernos. ¿Inquietos y molestos? Sí. ¿Preocupados y enojados? Sí. ¿Pero sorprendidos? No, por las tres razones siguientes:

1. El antisemitismo está entretejido en la historia judía.

Los últimos 75 años de la historia judía han sido la excepción, no la norma. La declaración del Séder de Pésaj: "En cada generación se levantan contra nosotros para destruirnos", no pretende ser una exageración dramática. Es un hecho.

Desde nuestra esclavitud en Egipto, donde dijeron sobre los judíos: "Si llega a tener lugar una guerra, pueden unirse a nuestros enemigos" (Éxodo 1:10); a Persia después de la destrucción del Primer Templo, donde Hamán intentó llevar a cabo un genocidio contra el pueblo judío; a los griegos que impusieron la segregación social contra los judíos por rechazar las costumbres paganas; a la expulsión de los judíos de Roma en el año 139 AEC; a los miles de judíos asesinados en el pogromo de Alejandría en el año 38 EC; a la prohibición de la circuncisión por el emperador Adriano en el 119 EC; a la expulsión de los judíos de Jerusalem por Constantino en el 325 EC; a la quema de libros judíos en Persia en el 351 EC; a los siglos en los que los judíos fueron obligados a convertirse al cristianismo o ser expulsados; a la decapitación de 600 judíos en Medina en el 624; a los pogromos cometidos tanto por cristianos como musulmanes a lo largo de los siglos; a las cruzadas de los siglos XI y XII; a los frecuentes líbelos de sangre en toda Europa; a la expulsión de las comunidades judías prácticamente de cada país de Europa; a la quema del Talmud ordenada por el Papa Inocencio IV en 1244; a las persecuciones de la Peste Negra que destruyeron poblaciones judías enteras en Alemania en el siglo XIV; a la Inquisición en la Edad Media; a los ataques terroristas en Jevrón y Tzefat en 1517; a Martín Lutero escribiendo "Sobre los judíos y sus mentiras" en 1543; a la masacre de más de 100.000 judíos por cosacos ucranianos a mediados del siglo XVII; al líbelo de sangre de Damasco en 1840; al caso Dreyfus en Francia en 1894; a los pogromos de Kiev de 1919; a la impresión de "El judío internacional" en 1920 por Henry Ford; a las leyes de Núremberg de 1935 que llevaron al asesinato de seis millones de judíos en el Holocausto.

Y he dejado decenas de detalles afuera. La lista es literalmente interminable. Esta es la historia del pueblo judío.

Desde el Holocausto, la mayor parte de la comunidad judía en Occidente (y obviamente en los Estados Unidos) no se ha enfrentado a un verdadero antisemitismo. Posiblemente debido a un sentimiento de culpa por el Holocausto, pero el antisemitismo permaneció latente.

Para cualquier persona nacida a partir de 1970, el antisemitismo era algo del pasado, sobre lo que se leía en los libros de historia, o tal vez en los testimonios de los abuelos o bisabuelos que atravesaron el Holocausto.

Qué equivocados estábamos. El antisemitismo es un pilar de la historia judía; es la norma. La Edad de Oro del judaísmo de los últimos 75 años es la excepción.

2. Nuestros enemigos son francos. Debemos creerles.

Otra razón por la cual no debería sorprendernos el antisemitismo abierto hoy en día, es que los que odian al pueblo judío siempre han sido muy claros y expresivos sobre sus intenciones. Simplemente muchos no quisieron escuchar.

Adolf Hitler era un malvado, pero no estaba loco. Los locos agarran una pistola y empiezan a disparar a la gente. Adolf Hitler tenía un plan. Él dijo y escribió exactamente lo que pretendía hacer en su libro Mein Kampf y en otros lugares. Muchos no quisieron creerle ni tomar sus palabras en serio. Pero él tenía la intención de cumplir cada una de sus palabras.

Los que odian al pueblo judío han sido muy claros y expresivos sobre sus intenciones. Créeles.

También hoy en día nuestros enemigos son muy claros.

La carta fundacional de Hamás escrita en 1988 cita un hadiz musulmán (una tradición) que dice: "El día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes luchen contra los judíos, cuando el judío se esconderá detrás de piedras y árboles. Las piedras y los arboles dirán: 'Oh musulmán, Oh siervo de Dios, hay un judío detrás de mí, ven y mátalo'". Sus intenciones son claras.

El líder iraní, Ayatolá Khomeini, describió en el 2014 el plan de 9 puntos de Irán para destruir a Israel, declarando que el "bárbaro" estado judío "no tiene otra cura más que ser aniquilado". Bastante claro.

Nick Fuentes, un popular nacionalista cristiano de derecha declaró que los cristianos están en una guerra santa contra los judíos. Él dijo: "Estamos en una guerra santa y les diré esto. Dado que estamos dispuestos a morir en la guerra santa, les haremos morir en la guerra santa. Y caerán". No anduvo con rodeos.

Cuando los que odian a Israel gritan en los campus universitarios por la eliminación de Israel con cánticos tales como "Desde el río hasta el mar, Palestina será libre", "Por todos los medios necesarios" y "Larga vida a la intifada", debemos creerles. Lo que dicen va en serio: ellos quieren destruir a Israel.

3. Esto es lo que el judaísmo dice que ocurrirá

Quizás la razón más clara por lo cual no deberíamos sorprendernos de la ola de antisemitismo es que el judaísmo predijo que esto ocurriría. En la Torá, así como en el Talmud, hay múltiples referencias al antisemitismo.

En Levítico (26:36), la Torá profetisa que los judíos en el exilio vivirán bajo tremendo miedo y horror: "Yo traeré aprensión a sus corazones en las tierras de sus enemigos; el sonido de una hoja que cruje los perseguirá y huirán como se huye ante la espada, y caerán, pero sin perseguidor alguno".

En Deuteronomio (28:37) la Torá continúa: "Serás motivo de horror, y servirás de refrán y de burla entre todas las naciones".

Y en Deuteronomio (28:65-67) la Torá dice: "Y entre aquellos pueblos no hallarás sosiego ni tendrás reposo para la planta de tu pie. Dios te pondrá un corazón trémulo, languidez de ojos y angustia de espíritu. Tu vida estará en suspenso frente a ti, y sentirás pavor noche y día, y no creerás en tu vida. En la mañana dirás: '¡Quién me diera la noche!' y en la noche dirás: '¡Quién me diera la mañana!', a causa del pavor de tu corazón con el que te aterrorizarás y de la visión que tus ojos contemplen".

De acuerdo con la Torá la existencia judía en el exilio será de persecución y terror.

¿Por qué debía ser así?

¿Un mundo con o sin Dios?

Hay dos enfoques tradicionales sobre el antisemitismo, y cada uno presiona algunos botones políticamente incorrectos. Así que prepárate e invierte algo de tiempo para profundizar en ellos antes de rechazarlos de plano.

Las descripciones que hace la Torá del terror en el exilio son el resultado de lo que ocurrirá si el pueblo judío elimina a Dios de la imagen. Si en vez de ver la Mano de Dios en nuestra vida personal y en los eventos nacionales, consideramos que los eventos ocurren de forma aleatoria y casual, Dios dice que cumplirá nuestro deseo. "Quieres sacarme del cuadro, entonces está bien, me sacaré a Mí mismo y fíjate cómo te va". Cuando se elimina la protección de Dios, sobreviene el caos. ¿La solución? Entender que hay un Ser infinito, que nos ama y que vigila cada milímetro de nuestra existencia, y que sólo estamos protegidos de los caprichos del mundo si contamos con la protección de Dios.

Por supuesto, debemos hacer nuestra parte para enfrentar el antisemitismo. Presionar a nuestros funcionarios electos, escribir cartas al editor, organizar protestas, publicar en las redes sociales, hablar siempre que podamos. Todo esto es crucial. Pero la Torá nos enseña que nuestro éxito final en la lucha contra el antisemitismo depende de asegurarnos que Dios proteja al pueblo judío a través de nuestra elección de traer a Dios a nuestras vidas.

Fuente de odio, fuente de orgullo

La segunda explicación al antisemitismo es analizada en el Talmud. La pregunta que se formula es: ¿Por qué la montaña donde el pueblo judío recibió la Torá se llama "Sinaí"? El Talmud responde: Porque cuando Dios dio la Torá al pueblo judío, descendió el odio (en hebreo: siná) hacia los judíos. ¿Por qué el hecho de recibir la Torá provocó odio? Porque la Torá transmite un código absolutamente abarcador de ética y moralidad que demanda abnegación, humildad, sacrificio y autocontrol. Aunque muchos aprovechan esta oportunidad para perfeccionarse y hacer del mundo un lugar mejor, muchos otros rechazan las responsabilidades y las expectativas por considerarlas demasiado onerosas y pesadas. Para poner fin al mensaje hay que acabar con el mensajero: el pueblo judío.

Irónicamente, el antisemitismo puede estimular el orgullo judío.

El mensaje del Talmud es que el antisemitismo puede enseñarnos algo sobre la esencia del pueblo judío. Si nos odian por la moralidad y la ética que hemos traído al mundo a través de la Torá, entonces tenemos la oportunidad de responder aferrándonos a la misión del pueblo judío.

Irónicamente, el antisemitismo puede estimular el orgullo judío. Cuando queda claro que la batalla es contra la ética y la moral que representa el pueblo judío, entonces vemos la nobleza y la importancia de levantarse contra el antisemitismo. La respuesta al antisemitismo no es esconderse, sino ser todavía más fuertes y estar más orgullosos de formar parte del pueblo judío para cumplir nuestra misión de ser una luz para las naciones.

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