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La guerra de Israel contra Irán continúa. Pero lo que ya ha sucedido se estudiará durante décadas.
Imagina que la Operación Overlord (el desembarco en Normandía) en la Segunda Guerra Mundial hubiera comenzado con la eliminación del mariscal de campo Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando Alemán; Heinrich Himmler, jefe de las SS; el mariscal Erwin Rommel; numerosos otros generales de alto rango; y la destrucción de todas las defensas aéreas de Alemania, antes de que un solo soldado aliado pisara las playas de Normandía.
No es una exageración hipotética. Es un paralelo cercano a lo que Israel acaba de hacerle a Irán.
La actual operación militar de Israel contra Irán se denomina oficialmente Operación León Ascendente, lanzada el 13 de junio de 2025, con un ataque preventivo, preciso y abrumador. La operación no sólo fue histórica. Fue transformadora. Redefinió lo que puede significar el "shock y pavor" en el siglo XXI.
La operación no sólo fue histórica. Fue transformadora. Redefinió lo que puede significar el "shock y pavor" en el siglo XXI.
No fue simplemente un ataque. Fue una campaña, una demostración sincronizada y en capas del arte operacional militar moderno, basada en inteligencia profunda, engaño estratégico y la fusión innovadora de herramientas de guerra nuevas y antiguas. Esto es lo que nos enseña:
La campaña de Israel contra Irán es un caso de estudio del arte operacional moderno. No fue sólo un ataque aéreo. Fue una ofensiva sincronizada de múltiples dominios que combinó ciberataques, inteligencia humana, guerra electrónica, poder aéreo, operaciones especiales y operaciones psicológicas.
Israel logró sorprender al más alto nivel. Lanzó una campaña que desbarató las defensas iraníes antes de que el primer avión cruzara la frontera. Esto no es guerra del pasado. Esto es cómo luce un combate a gran escala impulsado por inteligencia en el 2025. El momento decisivo en la guerra a menudo llega mucho antes de que caiga la primera bomba.
Quizás la revelación más sorprendente es la profundidad con la que el Mosad y la inteligencia israelí penetraron los círculos militares y nucleares internos de Irán. No sólo sabían dónde estaban los científicos nucleares y los comandantes de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC). Manipularon las agendas de reuniones y atrajeron a varios generales de alto rango al mismo búnker subterráneo para eliminarlos simultáneamente.
Entre las bajas confirmadas están:
Estas no eran figuras reemplazables. Muchos sirvieron durante décadas y no tenían reemplazos inmediatos. Su pérdida no fue sólo simbólica, sino que decapitó la capacidad de Irán para coordinar una represalia a gran escala.
Además, el comandante de la Fuerza Quds, Esmail Qaani, fue alcanzado, junto con más de 20 comandantes de alto rango eliminados solo en la primera noche. No fue sólo un golpe. Fue la decapitación del cerebro estratégico iraní.
Durante meses, el Mosad introdujo clandestinamente en Irán cientos de drones cuadricópteros. Contrabandeados pieza por pieza, ocultos en maletas, camiones y contenedores. Estos fueron ensamblados por equipos entrenados dentro del país y posicionados cerca de objetivos de alto valor: sitios de defensa aérea, radares y zonas de lanzadores móviles de misiles.
Este es un nuevo modelo de ataque por saturación. Los drones de bajo costo ciegan y perturban. Luego, plataformas avanzadas como los F-35 y bombas antibúnker atacan objetivos enterrados y reforzados.
Ucrania ya había usado este enfoque contra bases aéreas rusas. Israel simplemente lo escaló estratégicamente.
Así es como logró Israel la libertad de acción aérea. No dominando todo el espacio aéreo, sino inhabilitando tácticamente los sistemas clave.
Israel desplegó aproximadamente 200 aeronaves durante la primera noche de la operación. Estas operaron durante más de dos horas en el espacio aéreo iraní, incluso directamente sobre Teherán. Eso no tiene precedentes en la guerra moderna.
¿Cómo fue posible?
Israel creó un corredor operacional temporal. Este neutralizó la capacidad de Irán de rastrear o responder sin necesidad de controlar cada pedazo del cielo.
Irán respondió, pero el resultado estuvo muy por debajo de lo esperado. ¿Por qué?
Porque Israel ya había atacado y neutralizado los camiones, radares y comandantes que habrían organizado una respuesta más letal y coordinada. La reacción inmediata de Irán no sólo fue limitada. Fue tardía, confusa y en gran parte ineficaz.
Los ataques iniciales de Israel no sólo pretendían degradar la infraestructura nuclear de Irán. Fue una campaña deliberada para suprimir la capacidad de represalia eliminando lanzadores, redes de comunicación y liderazgo clave antes de que pudieran actuar. No fue sólo guerra de precisión. Fue un nuevo modelo de disuasión.
El impacto no fue solo cinético. Fue psicológico. Como dijo la exfuncionaria del Mosad, Sima Shine: “En el alto mando iraní, nadie puede estar seguro de que no es conocido por la inteligencia israelí o que no está en la lista.”
Esta clase de incertidumbre es debilitante. Genera miedo y vacilación en los círculos de liderazgo enemigo. Cambia el enfoque del ataque a la autopreservación. Israel tomó la iniciativa estratégica en todas las dimensiones: militar, psicológica y política.
La Operación León Ascendente es más que una operación regional. Es un caso de estudio global sobre la guerra moderna. Lecciones clave para otros ejércitos avanzados:
Este es un cambio en cómo deben entenderse la disuasión y la defensa.
Este es el futuro de la guerra. Es multidominio. Es preventiva. Es asimétrica. Está basada en inteligencia y diseñada para tomar la iniciativa.
Israel no solo atacó a Irán. Desarmó, desorientó y desestabilizó a un adversario mucho mayor antes de que la guerra realmente comenzara.
La Operación León Ascendente es una advertencia para los enemigos y un modelo para los aliados. Con inteligencia profunda, paciencia estratégica y convergencia operacional, incluso el enemigo más fortificado puede ser vulnerado.
El desafío para los demás no es admirarlo desde lejos, sino entenderlo, interiorizarlo y adaptarse antes de que la próxima guerra lo exija.
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