Nacimiento
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Escoger un nombre hebreo para un bebé es una gran responsabilidad, pues éste trazará un camino para el alma y el cuerpo del individuo, y puede determinar su futuro.
Ya había realizado el brit milá - la circuncisión - en el bebé de ocho días, ya se habían recitado los rezos que introducen al niño al pacto de Abraham y finalmente llegó el tan esperado momento - el nombre del recién nacido estaba por ser anunciado.
Los invitados anticipaban ansiosamente la excitante noticia. Tradicionalmente, el nombre hebreo de un bebé no es revelado a nadie hasta el momento en que se hace el brit milá. Y de la misma forma, el nombre de una bebé no es revelado hasta que es nombrada en la sinagoga durante la lectura de la Torá.
¿El bebé llevará el nombre de un finado tío? ¿O en honor de un primo que recientemente falleció? ¿O con el nombre de un rabino distinguido? Tal vez se le dará un nombre que sus padres escogieron simplemente porque les gusta.
Nombrar a un niño es una de las decisiones más importantes que los padres deben tomar. El Talmud (Berajot 7b) nos enseña que el nombre tiene una influencia sobre su portador. Por lo tanto, es extremadamente importante llamar a tus hijos en honor a individuos con cualidades internas positivas, quienes han tenido vidas afortunadas y han ayudado a traer bondad al mundo.
El legendario kabalista, el Ari Hakadosh, escribe que la naturaleza y el comportamiento de una persona, ya sean para bien o para mal, puede ser descubierto al analizar su nombre. Por ejemplo, un niño llamado Yehudá podría estar destinado para el liderazgo, ya que Yehudá - el cuarto hijo de Iaacov - simboliza la monarquía y de hecho, la mayoría de los reyes judíos descienden de la tribu de Yehudá.
Es dicho que los padres son bendecidos con profecía cuando ponen el nombre a sus bebés recién nacidos, para así escoger nombres que describen adecuadamente la personalidad del niño y su destino en la vida.
De acuerdo al Ari, inclusive el valor numérico de las letras hebreas en un nombre puede ser el indicativo del carácter de una persona. Por ejemplo, el valor numérico o la guematria del nombre Elisheva es equivalente al valor numérico de las palabras hebreas yemei simjá, que significan días de felicidad, lo cual augura una vida alegre para una niña llamada Elisheva.
Es precisamente porque el mazal tov - la buena suerte - y el mazal rá - la mala suerte - de la humanidad están escondidas en los secretos de las letras, vocales y significados de los nombres hebreos, que a una persona seriamente enferma se le da un nombre adicional como Jaim - que significa "vida" - o Rafael - que significa "Dios cura" - para influenciar sobre su destino. Al agregarle este nuevo nombre esperamos que el individuo afectado cambie su mazal para bien.
Uno de los fundadores de la Jasidut en Galicia, Polonia, Rabí Elimelech de Lyzhansk escribe en su trabajo clásico a la Torá, "Noam Elimelech" (Bamidbar) que hay una conexión profunda entre el alma de un pequeño y el alma de la persona por quien él fue llamado.
Cuando un niño es llamado con el nombre de un difunto, el alma del difunto es elevada en el cielo y una afinidad espiritual se crea entre el alma del difunto y el bebé recién nacido. Esa unión espiritual profunda entre estas dos almas puede provocar un impacto profundo en el niño.
La palabra hebrea neshamá - alma - se escribe con las cuatro letras nun, shin, mem y hei. Increíblemente, la palabra hebrea shem - nombre - que se deletrea shin, mem, está contenida dentro de la palabra neshamá, indicando la fuerte conexión entre el nombre y el alma o la esencia de uno.
Regresando al brit milá... El padre estaba acurrucado junto a su propio padre - el abuelo del bebé - quien había sido honrado con la recitación del rezo del nombramiento. Levantando una copa de vino, el abuelo recitó, "Dios nuestro y de nuestros padres, preserva a este hijo para su padre y su madre, y que su nombre sea llamado en Israel...". El abuelo esperó que su hijo le murmure el nombre...
"Yoel" - susurró el padre del bebé. El abuelo se sorprendió mientras que lágrimas se alojaron en sus ojos. Su voz tartamudeaba mientras que sus labios temblaban de emoción. Su nuevo nieto había sido llamado como su propio padre - el bisabuelo del bebé. También los invitados comenzaron a lagrimear pues todos recordaban a Yoel Pfeiffer.
Al final de los años 30, Yoel fue forzado a escapar de Alemania la noche después de su casamiento. Pudo irse a Inglaterra y al llegar fue encarcelado por la sospecha de que era un espía. Permaneció en tierra Británica durante la guerra hasta que le fue posible emigrar a Canadá donde se reunió con su esposa.
Yoel Pfeiffer empezó su vida nuevamente en Montreal. Con casi nada más que perseverancia construyó una familia, un negocio, y una herencia de buenas acciones. En la comida festiva del brit milá, el joven padre recordó el cariño que le tenía a su abuelo y explicó cómo él y su esposa quisieron honrarlo y lo mucho que deseaban transmitirle su fuerza de carácter a su nuevo hijo, Yoel Pfeiffer.
Como mohel (el que hace la circuncisión), estoy generalmente involucrado en escoger nombres adecuados para los hijos. Mi consejo está basado en tres principios:
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