Rajel y Lea (Parte 1)

10 min de lectura

Una historia de dos hermanas.

Rajel y Lea son las últimas dos matriarcas del pueblo judío. Son quienes, junto a su esposo Yaakov, representan la familia cohesiva de la que ningún hijo se alejó para convertirse en otra nación. Todos sus hijos se convirtieron en las tribus de Israel, la primera familia judía. Si bien Yaakov estaba casado con dos mujeres más, las siervas Zilpá y Bilá, de todas formas, se considera que las 12 tribus son la “descendencia espiritual adoptiva” de Rajel y Lea.

En los próximos dos ensayos describiremos de forma alternada la personalidad, las fortalezas y las debilidades de Lea y de Rajel. La razón de eso es que sus vidas están sumamente entrelazadas, como dijo Rajel sobre el nombre de Naftalí:

Con lazos divinos he sido unida con mi hermana, y yo también he prevalecido” (Génesis 30:8), y su relación simbiótica afecta continuamente su crecimiento y desarrollo como matriarcas de nuestra nación.

Yaakov – Israel: Un hombre multifacético

En un nivel básico, sabemos que nuestro patriarca Abraham representó el pilar de jésed (bondad) y era complementado por Sara, quien representaba guevurá (fortaleza, o justicia estricta). Itzjak, su hijo, se asemejaba a Sara en su fortaleza interna y en su voluntad de ser sacrificado, y consecuentemente necesitaba a Rivka y a su desarrollado sentido de bondad y entrega. Nuestro tercer patriarca, Yaakov, quien era la combinación destilada y refinada de jésed y guevurá, resultó en el rasgo de emet: completitud armoniosa y verdad. 'Verdad' es la capacidad de ver las cosas desde todos los ángulos, no sólo desde una perspectiva de misericordia y compasión ni de una perspectiva estricta, justa y apropiada.

La voluntad de alcanzar la completitud era el principal rasgo de Yaakov, y pudo sobresalir en él gracias a que Rajel lo ayudaba a llegar al equilibrio.

Sin embargo, hubo otra misión que le fue asignada a Yaakov, la cual surgió después de su lucha con el ángel, la fuerza espiritual de Esav. Fue entonces que a Yaakov le fue dado otro nombre: Israel. Este nombre representa una superación espiritual de las fuerzas del mal, un logro que está más asociado con la futura era mesiánica, el cual será un mundo de puro bien en el que el mal será completamente exterminado.

Nosotros, la nación de Israel, recibimos nuestro nombre en base a ese objetivo, como declaró Dios: “Has luchado con dioses y has prevalecido” (Génesis 32:29). Yaakov logró perseguir esta misión sólo gracias a que tenía a Lea como compañera (Rav Dessler en Mijtav MeEliahu vol. 2, p. 211 trata estos puntos con gran profundidad).

Esto explica por qué, en un nivel espiritual, Yaakov necesitó dos esposas, una situación que la Torá normalmente no considera ideal.

Ahora es hora de conocer a las mujeres de la historia.

Rajel: La primera impresión

Esav amenazó con matar a Yaakov, por lo que Rivka, la mamá de Yaakov, le pidió a este que viajara a Harán —que es donde había nacido Rivka— para encontrar una esposa. Cuando Yaakov vio a Rajel por primera vez, en el pozo de Harán, se dio cuenta de muchas cosas sobre ella:

"…Rajel, hija de Labán, el hermano de su madre… [pastoreando] las ovejas de Labán, el hermano de su madre… le dio de beber a las ovejas de Labán, hermano de su madre" (Génesis 29:10).

Yaakov vio en Rajel a la familia de su madre. Ella era su pariente por parte de su madre, y quizás él vio también una similitud en la personalidad. Rajel era una pastora, cuidaba el ganado de su padre todo el día. De hecho, el nombre Rajel significa 'cordero pequeño'. Es descrita como “hermosa de forma y hermosa de apariencia” (Génesis 29:17).

He allí una mujer que se sentía muy bien con el mundo exterior. Estaba al aire libre, cuidando animales. Tenía capacidad de liderazgo, junto con compasión y cuidado. Su belleza de forma y apariencia implicaba una armonía en la que lo externo es una expresión de perfección interna. Yaakov vio esta belleza bidimensional y la sincronía entre el cuerpo y el alma que ella implicaba, y se dio cuenta que ella sería una gran pareja y compañera para su misión de traer completitud y verdad a este mundo.

Yaakov intentó en pocas palabras informarle a Rajel sobre su esencia, sus características y sus fortalezas espirituales.

"Yaakov le dijo a Rajel que era 'hermano' (pariente) de su padre, el hijo de Rivka…" (Génesis 29:12).

En términos de su capacidad para engañar, [él es] el hermano de su padre. En términos de rectitud, [él es] el hijo de Rivka (Midrash Bereshit Rabá 70:13).

Este es quien soy; esta es mi misión y mi objetivo. Puedo participar en actividades mundanas, pero me gustaría traer moralidad y santidad al mundo. Veo en ti una compañera potencial para mi vida. “Y Yaakov amó a Rajel” (Génesis 29:18).

También hubo una tristeza en medio de la certeza de su amor por ella:

Y Yaakov besó a Rajel y elevó su voz y lloró” (Génesis 29:11).

Rashi: “Vio que no sería enterrado con ella”.

Yaakov sintió que su sociedad no sería eterna, que estaría cargada de dificultades y que habría tanto lágrimas como amor en aquella relación.

Lea: La primera impresión

La narrativa de la Torá nunca describe a Lea en relación a Yaakov. Él no la vio, no la conoció ni escuchó nada sobre ella. A pesar de ser la mayor de las dos hermanas, no estaba afuera cuidando la propiedad de su padre. Nosotros, los lectores, oímos de ella sólo por medio de una sucinta declaración:

Y los ojos de Lea eran lánguidos” (Génesis 29:17).

Ella tenía ojos lánguidos por llorar, pues la gente decía: 'Labán tiene dos hijas y Rivka tiene dos hijos. La mayor se casará con el mayor, y el menor se casará con el menor'. [Lea] lloraba y decía: 'Que sea Tu voluntad que no caiga en el destino del malvado Esav'” (Midrash Bereshit Rabá 70:16).

El nombre Lea significa cansada y exhausta. La implicancia es que ella estaba "enferma y cansada de la vida". Entonces, nuestra primera impresión de Lea es que es una mujer que no tiene precisamente por característica el adaptarse y aceptar su vida y situación. Lea lloró hasta más no poder por la potencial unión entre ella y Esav, y su nombre denota una insatisfacción básica y un hastío de la vida.

Es fácil ver que una mujer con estas características no atraería a Yaakov, un hombre de completitud y verdad, que buscaba entender el mundo desde todos los ángulos para poder imbuirlo con santidad y con el mensaje de Dios. Construir una familia que se convertiría en la nación judía sería difícil, si no imposible, con una mujer con tal desprecio hacia el mundo físico y el mal que contiene. O por lo menos así lo imaginó Yaakov.

Sin embargo, la información de que Lea estaba destinada para Esav nos da un indicio de su grandeza: su destino era subyugar el mal que había en Esav y transformarlo, como su esposa, en un bastión de bondad.

El casamiento y el cambio

Y Yaakov amó a Rajel… y le dijo a Labán: 'Trabajaré para ti durante siete años a cambio de Rajel, tu hija menor'” (Génesis 29:18).

Yaakov le preguntó a Rajel: '¿Te casarías conmigo?'. Rajel dijo: 'Sí, pero mi padre es un embustero y tratará de poner a Lea en mi lugar. Entonces Yaakov le dio sus señas… Cuando llegó la noche de la boda, Labán trajo a Lea a la jupá. Rajel dijo para sí: 'Ahora, mi hermana será humillada', y le dijo las señas a Lea" (Talmud Meguilá 13b).

Yaakov y Rajel anticiparon la trampa de Labán y se prepararon para ella. Yaakov le dio a Rajel un código o una contraseña, que ella debía darle en la boda para confirmar que era la novia verdadera. En un bizarro giro de los eventos, Rajel, al ver la treta que iba a ser realizada, no podía permitir que su hermana fuera humillada. Es como si hubiera estado tan llena de compasión por el dolor del otro, que no tuvo otra opción que darle la contraseña. Rajel no podía quedarse inmóvil ante el sufrimiento de otra persona, incluso si era a costa de su amor, su futuro, ¡su destino! El único cálculo que parece haber habido en su mente era: no puedo dejar que mi hermana sea humillada. Punto.

Y sucedió que a la mañana siguiente, he aquí que era Lea” (Génesis 29:25)

Recién a la mañana siguiente fue que Yaakov se dio cuenta que había sido engañado (¡qué gran diferencia hubiera hecho la electricidad!).

[Yaakov] le dijo a Lea: '¿Por qué me engañaste?'. Lea respondió: '¿No engañaste tú también a tu padre, diciendo que eras Esav, su primogénito?'” (Midrash Bereshit Rabá 70:19).

¿Qué está pasando? ¿Realmente Lea es una mujer confabuladora y egoísta como es descrita por el texto? ¿Cómo pudo haber continuado con la boda sabiendo que Yaakov amaba a su hermana? Y para equilibrar, ¿cómo pudo Rajel traicionar a Yaakov de esa manera? Si yo hubiera sido el hombre en esta película, hubiera sentido que ambas hermanas estaban conspirando contra mí.

Rajel pareciera haber sido incapaz de tomar una decisión racional cuando se enfrentó al dolor de otra persona, en este caso su hermana. Yaakov debe haber sabido y amado esta característica de ella, la compasión y el enfoque extremo en los demás. Por lo tanto, no pareciera culparla de lo sucedido y procede a hacer otro trato con Labán, que consiste en casarse con Rajel una semana después y trabajar otros siete años en su casa.

Pero, ¿y qué hay con Lea?

Lea, la matriarca de la plegaria

Como sabemos, Lea había llorado por lo que percibía sería su destino como esposa del malvado Esav. Este llanto no sólo era una miseria pasiva, sino que era un encausamiento activo de su dolor hacia Dios, el Controlador de todos los destinos.

Lea rezó: “Que sea Tu voluntad que no comparta mi destino con Esav” (Midrash Bereshit Rabá 70:16).

Cuando llegó la oportunidad de casarse con Yaakov, incluso en esta manera tan engañosa, la vio como un salvavidas que Dios le estaba arrojando en respuesta a sus plegarias. Lea no podía darse el lujo de no aprovecharla. A lo que ella se refería con sus palabras a Yaakov cuando este advirtió que había sido engañado, pudo haber sido: Así como consideraste necesario engañar a tu padre para obtener las bendiciones que le correspondían al primogénito, porque sabías que era la forma adecuada de asegurar tu futuro, destino y propósito, asimismo yo, sabiendo que debo ser parte de la nación judía y su misión, sentí que esta era la única manera posible de alcanzar el objetivo.

No debe haber sido fácil para Lea. Por mucho que haya deseado este resultado, de todas formas se estaba casando con alguien sin que él lo supiera, sin que la amara y quien había trabajado durante siete años para casarse con su hermana. Lea, cuyo nombre connota cansancio, tuvo que superar con gran fortaleza todos los obstáculos que se pusieran en su camino:

Y Dios vio que Lea era odiada y abrió su útero. Y Rajel era estéril. (Génesis 29:31)

Lea sentía que era menos amada (¡obvio!) y, como resultado de este dolor, Dios le permitió concebir primero. Interesantemente, ella nombró a sus hijos haciendo referencia a sus dificultades maritales:

Lea tuvo un hijo y lo llamó Reuvén, diciendo: ‘Dios ha visto (raá) mi dolor (be oní)’” (Génesis 29:37).

El segundo niño:

“‘Porque el Eterno ha escuchado (shamá) que soy desamada (snuá)’… Y llamó su nombre Shimón” (Génesis 29:33)

El tercero:

“…Y dijo: ‘Esta vez mi marido se unirá (ilavé) a mí’… Por eso llamó su nombre Leví” (Génesis 29:34)

El cuarto:

“…Y dijo: ‘Esta vez agradeceré (odé) al Eterno’. Por eso llamó su nombre Yehudá(Génesis 29:35)

Lea estaba trabajando activamente para que su marido la acepte y ame. Este deseo debía llenar su mente y sus plegarias en todo momento, ya que constantemente clamaba a Dios, involucrándolo en su difícil situación. Imagina darle a tu hijo un nombre que te recuerde todo tu dolor por la falta de armonía en el hogar. Pero para Lea esos nombres eran un recordatorio de su esfuerzo y de las respuestas de Dios a sus plegarias.

Estas conversaciones con Dios generaron que poco a poco Yaakov volviera en sí. Por la pureza de los deseos, las plegarias y las demostraciones del anhelo de Lea, la relación se desarrolló de manera positiva. Viniendo de una relación estresante cuando nació el primer hijo “para que nadie vea mi sufrimiento”, para cuando nació el segundo hijo sólo los cercanos y quienes eran sensibles a las diferencias sutiles y a los matices podrían “oír mi dolor”. Con el tercer hijo, Leví, fue Yaakov quien admitió, al participar en el proceso de elegir el nombre, que estaría acompañando a su esposa más a menudo. Finalmente Yehudá, el cuarto hijo, fue una expresión del objetivo cumplido para Lea con su esposo y su vida familiar, al punto en que estaba llena de gratitud. ¡No más quejas!

Lea es la matriarca de la plegaria; toma todo el poder de sus sentimientos de tristeza, desesperanza y solitud, y los canaliza directamente hacia su relación con Dios. “Dios, Tú me pones en esta situación, y sólo Tú tienes el poder de sacarme de ella. Ves mi dolor. Estás conmigo en cada paso del camino, me has ayudado en la peor etapa de esta relación y me has traído al punto en que sólo me queda agradecimiento y apreciación”.

Lea no se sienta a esperar que las cosas buenas ocurran. En contra de su naturaleza y de su nombre (cansada), siempre está dispuesta a esforzarse de gran manera para alcanzar el destino que con tanta desesperación anhela.

Rajel, la oveja pequeña

¿Qué pasó con Rajel durante este período de fertilidad y productividad de Lea?

Y vio Rajel que no daba a luz hijos a Yaakov, envidió Rajel a su hermana y le dijo a Yaakov: ‘Dame hijos, pues si no, muerta soy’. Pero se encendió la ira de Yaakov contra Rajel, y dijo: ‘¿Acaso estoy yo en lugar de Dios, que retuvo de ti el fruto del vientre?­’. Ella dijo: ‘He aquí mi sierva Bilá. Llégate a ella y ella dará a luz sobre mis rodillas, para que también yo me construya de ella” (Génesis 30:1-3).

Imagina a Rajel, quien en un momento de generosidad y sacrificio le regaló su prometido a su hermana, ahora había pasado a ser la esposa secundaria en su propio hogar. Lea y Yaakov estaban construyendo juntos una familia, el comienzo de la nación judía, y en el proceso también construían su relación.

Es entendible que Rajel estuviera enojada, pero el intercambio entre ella y Yaakov es desconcertante para una pareja de tan obvia grandeza. ¿Qué esperaba Rajel de Yaakov al pedirle hijos? Y, asumiendo que Yaakov era un hombre recto, sensible y grandioso, ¿por qué respondió de una manera tan dura: “Acaso estoy yo en lugar de Dios, que retuvo de ti el fruto de tu vientre”, como si hubiera dicho: yo tengo hijos, ¡tú tienes el problema!?

De acuerdo al sentido simple del texto, Rajel le dijo a Yaakov que le diera hijos, implicando que Yaakov debería rezarle a Dios hasta que le dé hijos, porque de otra forma moriría de pena. [Rajel] habló de manera inapropiada, guiada por su envidia, y pensó que dado que [Yaakov] la amaba tanto, ayunaría, rezaría y vestiría una arpillera hasta que Dios respondiera…

Pero no está en control de los rectos que su plegaria sea respondida. Y debido a que ella habló con el lloriqueo de la mujer amada para amenazarlo con su muerte, [Yaakov] estaba enojado con ella (Rambán, Génesis 30:1-2).

Rajel era una mujer amada. Siempre había sido amada, popular, hermosa y estaba acostumbrada a dar y recibir cosas buenas. Como implica su nombre, la pequeña oveja, estaba acostumbrada a que la cuiden y la mimen. Quizás, como resultado, existía una leve pasividad y falta de aprecio por lo que no se había esforzado para conseguir. Otras personas se esforzaban mucho por ella, porque la amaban.

Yaakov se dio cuenta (especialmente en comparación a Lea) que Rajel, si bien era recta, compasiva y amable, estaba siendo restringida por Dios de tener hijos porque probablemente necesitaba desarrollar un rasgo que Lea tenía en abundancia: introspección, la voluntad para hacer un duro trabajo espiritual y la perseverancia para alcanzar un objetivo.

Rajel, que era realmente una mujer recta (¿cuántas de nosotras toleraríamos esa clase de críticas maritales sin enojarnos?), respondió de inmediato con lo que ella consideró un arrepentimiento por sus celos hacia Lea por un lado y por su falta de esfuerza por el otro: “Aquí está mi cierva Bilá…”.

Rajel estaba diciendo: aprenderé de Sara, tu abuela que tanto se sacrificó, quien le trajo a Abraham otra esposa para que le diera los hijos que ella anhelaba criar; yo también invertiré esfuerzo en este proyecto. No sólo superaré mis celos hacia Lea, sino que también me humillaré aún más y permitiré que otra mujer se case y tenga hijos contigo… “Y me construiré a través de ella”.

Quizás Rajel no sólo se refería a los hijos que nacerían producto de esa unión, sino que también a su propio carácter, el cual sería construido y fortalecido gracias a esta desafiante prueba.

¿Bilá tuvo hijos de inmediato? ¿Rajel mantuvo su estatus de esposa amada a pesar de no tener hijos? ¿Cuál era la importancia de la lucha contra la infertilidad de las matriarcas? ¿Tiene la historia un final feliz? Esas y otras preguntas serán respondidas en el próximo ensayo: Rajel y Lea – Parte Dos.

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