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El mundo judío está de luto por la pérdida de uno de los líderes más grandes de nuestra generación.
El Jajam Ovadia Yosef nació en 1920 en Bagdad, Irak. Hijo de Rav Yaakov y Georgia Ovadia, emigró con su familia a Jerusalem a la edad de 4 años. En su juventud asistió a la Ieshivá Porat Yosef, fue ordenado rabino a la edad de 21 años y contrajo matrimonio a los 24 años con Margalit Fattal (quien falleció en 1994 luego de criar 11 hijos juntos).
En 1947 le pidieron a Jajam Ovadia que fuera a El Cairo, Egipto, para servir allí como maestro y en el Beit Din (corte religiosa) local. En 1949 regresó a lo que en ese entonces ya era el Estado de Israel y continuó sus estudios mientras servía en el Beit Din de Petaj Tikva. También publico el primero de su serie de libros Jazon Ovadia y Yabia Omer durante esa época.
Entre 1958 y 1965 sirvió en el Beit Din de Jerusalem, y luego se fue a la Corte Suprema Religiosa, donde sirvió hasta 1968. En ese año fue elegido Rabino en Jefe Sefaradí de Tel Aviv, y se mantuvo en esa posición hasta 1973, año en el cual fue elegido Rabino en Jefe Sefaradí de Israel.
En 1984, el Jajam Ovadia comenzó el partido político Shas, el cual es actualmente el cuarto partido político más grande de la Knesset.
Un día se dieron cuenta en la Ieshivá Porat Yosef que faltaba un joven estudiante. El personal no tenía la más mínima idea de dónde podía estar. Luego de varios días, el famoso Rosh Ieshivá Jajam Ezra Attiya (1885-1970), quien fuera uno de los más grandes eruditos del mundo sefaradí del siglo 20 (entre sus estudiantes se encuentran el Jajam Ben Tzion Abba Shaul y Rav Kaduri entre otros) se preocupó mucho y decidió ir a visitar la casa de este estudiante.
Cuando el Jajam Attiya habló con el padre, éste le explicó que el negocio de la familia era una pequeña verdulería y que él necesitaba la ayuda de su hijo para entregar los pedidos. El Jajam intentó convencer al padre de la importancia del estudio de Torá e intentó encontrar una solución al problema de la mano de obra, pero todo esto fue en vano. El padre no estaba dispuesto a ceder.
A la mañana siguiente, cuando el padre fue a la verdulería, se sorprendió al encontrar al Jajam Attiya, el mismísimo Rosh Ieshivá, parado afuera de la verdulería vestido con ropa de trabajo. Cuando el padre le preguntó qué hacia allí, él le respondió: “El estudio de tu hijo es incuestionablemente más importante que el mío, y tú estás asesinando al Gadol (gran rabino) de la próxima generación. Por lo tanto, yo voy a ser quien entregue los pedidos en su lugar. ¡Tan sólo manda a tu hijo de vuelta a la Ieshivá!”.
El padre entendió la seriedad del rabino y mandó a su hijo de vuelta a estudiar. Este niño luego se convertiría en el Jajam Ovadia Yosef z’’l.
El Jajam Ovadia es conocido principalmente por su vasto conocimiento, como se puede ver en sus responsas en ley judía. En una responsa estándar, él puede llegar a citar más de 50 fuentes distintas sobre un mismo tema. Yo tuve el mérito de frecuentar su casa y de rezar con él. No había muralla o papel mural, sino que sólo habían miles de sefarim (libros de Torá) organizados en un orden específico. De vez en cuando yo agarraba algún libro y lo miraba, y entonces me daba cuenta que en cualquier libro que uno tomase, uno no podía avanzar más de tres páginas sin encontrar algún comentario escrito por él sobre el tema.
Una vez un visitante le preguntó: “Rav, escuché que usted tiene una memoria fotográfica. ¿Es cierto eso? ¿Usted sabe todos estos libros de memoria?”.
Quienes estaban en la habitación lo desafiaron a intentar vencer al rabino. “Elige cualquiera de entre los miles de libros, comienza a leer una línea y el Jajam Ovadia la completará”, le dijeron.
El hombre comenzó a caminar hacia donde estaba el Shas (Talmud), y entonces todos comenzaron a sonreír. “Quizás deberías intentar con algo que no sea tan fácil”, le dijeron.
Su hijo, el Jajam David Yosef shlit’’a, una vez me contó en nombre de su padre que “él desea que todos sepan que su dominio de la Torá no se debe sólo a que es un prodigio, sino que también se debe a su incansable esfuerzo y sacrificio por la Torá”. Una mañana, sus hijos observaron una situación sumamente peculiar. El Jajam Ovadia se levantó raudamente de la cama, corrió hacia el lavabo para lavar sus manos, recitó Birkot HaTorá (bendiciones que se recitan antes de estudiar Torá) y luego corrió a ver una responsa del Rivash. Sus hijos estaban muy intrigados por lo que habían visto y esperaban ansiosos una explicación. “Sabemos que amas la Torá —le dijeron—, pero ¿cuál es el apuro?”.
Él les respondió que la noche anterior se había esforzado mucho para intentar entender dos declaraciones aparentemente contradictorias que había hecho el Rivash, las cuales parecían ser irresolubles. Luego de pensar en el asunto durante un tiempo, el Jajam Ovadia había logrado resolver la contradicción. “En mi sueño —continuó diciendo— se me apareció el Rivash y me dijo: ‘Efectivamente has entendido mi intención; no hay contradicción alguna entre mis dos declaraciones. Todo esto es clarificado en otra fuente que yo he escrito’. Al levantarme, fui a revisar la fuente que él había mencionado y efectivamente todo estaba allí”.
El Jajam Ovadia Yosef tenía una sed de Torá que es un ejemplo para todos nosotros. Una mañana temprano, su hijo se despertó y encontró a su padre estudiando tendido boca arriba en el suelo. Alarmado le preguntó: "Padre, ¿por que estás en el suelo?".
El Jajam Ovadia respondió: "Me desperté temprano para estudiar, subí a una escalera para alcanzar un libro y me caí al suelo. Traté de llamar para pedir ayuda, pero era muy doloroso y no podía gritar, así que en vez de estar tumbado en el suelo simplemente retorciéndome de dolor y perdiendo el tiempo, cogí un sefer (libro) que estaba a mi alcance y empecé a estudiar”. Más tarde se descubrió que el Jajam Ovadia se había roto un hueso en la espalda que requirió cirugía.
Hace aproximadamente diez años atrás, el Jajam Ovadia sufrió su primer ataque al corazón y fue trasladado de urgencia al hospital. Los médicos decidieron que era necesario realizar una cirugía de inmediato. El Jajam Ovadia pidió que lo llevaran a casa y que pospusieran la cirugía por tres horas. El rabino Aryeh Deri se sorprendió por la solicitud y trató de convencer al Jajam de no esperar. Después de la cirugía pospuesta, el Jajam Ovadia reveló su razonamiento: Él estaba en medio de escribir una responsa para una aguná (una mujer que todavía se considera casada según la ley judía y por lo tanto no puede contraer segundas nupcias) y debido al ataque al corazón, no pudo terminarla. “Puede que yo no salga con vida de esta cirugía y luego, ¿qué va a ser de esta pobre mujer? Ella se quedará atascada por el resto de su vida sin poder volver a casarse. Tenía que terminar la responsa antes de la cirugía”.
Sin embargo, la singularidad del Jajam Ovadia iba más allá de su erudición y compasión. Había algo más que él poseía que lo hizo verdaderamente insustituible, él era el Comandante en Jefe de la Comunidad de Torá a nivel mundial. Si había una pregunta en relación a cualquier faceta de la vida judía, él era la persona a la que todos acudían.
El Jajam Ovadia tenía una habilidad única, él era capaz de hablar en el nivel más alto de erudición, y al mismo tiempo podía llegar a la gente común y corriente. Él tenía tiempo para todo el mundo, y todo el mundo confiaba en él cuando se trataba de sabiduría de Torá. Desde Menajm Begin —que buscó su consejo antes de devolver el desierto del Sinaí a Egipto— hasta los Primeros Ministros y Presidentes actuales que buscaban su consejo antes de tomar decisiones importantes. Era común ver la calle bloqueada debido a que un alto funcionario había venido a buscar consejo y bendición del rabino.
Como residente de Har Nof, tuve el mérito de vivir en la misma cuadra que el gran sabio, y estaba acostumbrado a eso, así como también estaba acostumbrado a ver a muchos israelíes no religiosos que de vez en cuando bloqueaban la calle porque habían venido para que el Jajam Ovadia fuera el sandak en el brit milá de alguno de sus hijos.
No es de extrañar que un estimado de 850.000 a 1 millón de personas asistieran a su funeral, con otros 200.000 atascados fuera de la ciudad de Jerusalem que fue cerrada para todo tipo de tráfico (el funeral más grande en la historia de Israel). Desde judíos no religiosos que asistían a sus miles de clases, hasta jueces de la Corte Suprema que presentaban ante él los casos que no podían resolver, casi el 15% de la población del Estado de Israel, se acercó a rendir homenaje al gran sabio.
La grandeza del Jajam Ovadia no era sólo su erudición en Torá y su carácter prístino, sino que fue capaz de mostrarle al mundo —desde cualquier perspectiva— que la Torá tenía las respuestas para todo. Este hecho se vio reflejado claramente en su funeral, por el gran número de asistentes y la increíble diversidad de los que estaban presentes. Todo tipo de judíos, de todos los ámbitos de la vida, se unieron de pie en solidaridad y lamentaron la pérdida de un gran hombre.
En la shivá de un gran sabio de Torá en Jerusalem escuché una vez que el Jajam Ovadia Yosef declaró lo siguiente: "Nosotros decimos ‘HaMakom yenajem etjem betoj shear avelei Sión ve Yerushalayim’ Que el Lugar (Dios) te consuele entre los que lloran por Sión y Jerusalem. HaMakom se traduce comúnmente como ‘Dios’ que es ‘el lugar’ del universo. Pero el Jajam Ovadia explicó que también puede significar que ‘el lugar’ de la persona en el otro mundo debería consolarte, es decir, su eterno lugar que ha alcanzado a través de su estudio de Torá y cumplimiento de mitzvot.
Que el lugar al que el Jajam Ovadia condujo a los judíos del mundo y, concretamente, al mundo sefardí de hoy en día —un nivel que ni siquiera podía ser soñado años atrás— nos dé consuelo para que podamos continuar con su legado.
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