Recompensa por Dar Caridad

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La caridad trae una recompensa en este mundo, y también en el próximo.

P. Cuando haces una donación caritativa a una organización, obtienes un beneficio en forma de una desgravación fiscal. ¿No le quita esto el aspecto ético a la donación?

R. Primero hagamos una clarificación técnica para despejar un posible error conceptual: una desgravación fiscal ahorra solamente una cantidad de impuestos equivalentes a una fracción de la donación. En los Estados Unidos equivale a tu nivel tributario, dado que la donación se deduce de tu ingreso; en Israel es un crédito fijo equivalente a un poco más de un tercio. Entonces, dar caridad definitivamente te cuesta dinero. Una forma de ver esto es considerando al gobierno tu "socio en caridad"; por cada dos dólares, shekels o pesos que tú donas, el gobierno da uno.

Esta acción, de manera aislada, ya sería un acto loable de acuerdo a la tradición judía, así como enseña el Talmud: Rabí Eleazar declaró: “Quien causa que otros den es más grande que quien da, como está escrito (Isaías 32), ‘El acto de caridad es paz, y la labor de caridad es tranquilidad y seguridad para siempre’” (1). La inferencia es en la lectura inusual de la frase “acto de caridad”, que también puede ser leída como “el instigador de caridad”. (Sin embargo, no es tan claro que el hecho de canalizar fondos del gobierno pueda relacionarse con este versículo, y el tema está abierto a discusión, ya que todos los fondos del gobierno están dirigidos hacia necesidades públicas).

Lo que vemos de ésto es que la tradición judía es muy generosa en relación a recompensar los actos de caridad. En el caso de Rabí Eleazar, una persona da caridad, pero dos personas reciben recompensa – el donante, y el instigador. Y no es una suma fija la que es dividida, es decir, el donante no recibe menos recompensa porque el instigador recibe más.

Podemos traer otros ejemplos que ilustran esta misma idea. Por ejemplo, mucha gente siente que el acto de dar es verdaderamente generoso sólo si se realiza de manera anónima. Pero ésta no es la posición de los Sabios judíos. Si bien la donación anónima es particularmente alabable ya que protege al receptor de sentir vergüenza ante el donante (2), en general es apropiado y hasta deseable publicitar al donante (3).

Finalmente, la tradición judía no ve nada de malo en dar caridad para que el mérito traiga una recompensa, incluso si es mundana. “Fue enseñado: el que dice "esta moneda va a caridad para que mis hijos prosperen, y para que yo amerite el Mundo Venidero", es considerado perfectamente justo” (4).

Inmediatamente después, el Talmud explica que ésto aplica solamente a quien entiende que está expresando exclusivamente una plegaria a Dios, no a alguien con una idea inmadura sobre Dios que cree que está haciendo un trato – es decir, alguien que sentirá que Dios ha dejado de “cumplir” su parte del trato si no recibe la bendición que busca.

La conexión entre dar caridad y obtener éxito personal es tan firme en la tradición judía, que casi va más allá de un principio religioso para ser una regla ordinaria de la naturaleza. La conciencia del beneficio de la caridad está tan arraigada en la tradición judía, que el Talmud nos dice que hasta la gente simple era cuidadosa de separar sus diezmos porque estaban convencidos de que esto llevaba a la prosperidad (5).

Entonces, deberíamos estar felices por la desgravación impositiva y agradecidos cuando los países en los que vivimos tratan de alentar el acto de dar caridad permitiendo que deduzcamos impuestos. Así, siempre que damos caridad, involucramos también a nuestros conciudadanos en nuestra buena acción.

FUENTES: (1) Talmud Babilónico Baba Batra 9a (2) Shulján Aruj Ioré Deá 249:7 (3) Shulján Aruj Ioré Deá 249:13 (4) Talmud Babilónico Baba Batra 10b (5) Talmud Babilónico Taanit 9a.

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