Una semana de duelo: Recordando a Hersh Goldberg-Polin

09/09/2024

4 min de lectura

Hoy, cuando se levantan de la shivá, los bendecimos para que se mantengan fuertes y sobrevivan. Nos comprometemos a no perder nunca de vista que lo que nos une es mucho más que lo que nos divide.

Queridos Jon y Rajel:

Ya ha pasado una semana desde el desgarrador asesinato de Hersh, lo que marca el término del período de shivá.

Día tras día, a lo largo de esta pesadilla de 11 meses, ustedes compartieron con nosotros su tortura a cámara lenta, lo que podría compararse con ser atropellado por un camión, pero que a cada minuto de cada día el camión siga aplastándote el pecho.

Seguramente querían tirarse al suelo, acurrucarse en posición fetal y llorar histéricamente. Pero comprendieron que eso no ayudaría a Hersh. Así que en vez de hundirse en la desesperación, eligieron el camino del coraje. "La esperanza es obligatoria", declararon.

A pesar de la angustia y la incertidumbre, tuvieron una fuerza sobrehumana para formar el "equipo Hersh", una campaña de defensa pública con estrategia y equipo profesional, cuya misión era mantener a Hersh y a todos los rehenes en el primer plano de nuestra conciencia colectiva.

Día tras día, en cientos de entrevistas en los medios de comunicación y decenas de viajes a los centros de poder, dedicaron cada momento y todos los recursos posibles para rescatar a Hirsch, sin dejar ninguna piedra sin mover.

Como Hersh mismo declaró en el video recientemente publicado: "Sé que están haciendo todo lo que pueden, saliendo a las calles para tratar de traerme a casa".

Día a día

A lo largo de este clavario, una constante fue el trozo de cinta de enmascarar en sus remeras: cada día un nuevo número, correspondiente a los días que los rehenes llevaban en cautiverio. Un emblema del dolor de sus corazones:

Día 39 en una manifestación masiva en Washington; día 47, reunión con el Papa; día 67, discurso en la Naciones Unidas; día 98 en la portada de la revista Time; día 131, en el "Wall Street Journal"; día 184 en "Face the Nation"; día 186 con el presidente en la Casa Blanca; día 320 hablando ante una audiencia de millones de personas en la Convención Nacional Demócrata.

En las redes sociales, la campaña "Bring Hersh Home" tenía cientos de miles de seguidores. En todo el mundo, la foto de Hersh fue publicada por todas partes; había etiquetas de color rojo brillante con "Bring Hersh Home" en postes de la luz, carteles colgando de balcones y vidrieras, grafitis y camisetas.

En el proceso, ustedes ayudaron a unir al pueblo judío y se convirtieron en un símbolo internacional de esperanza. Cada noche, antes de tener unas pocas horas de sueño inquieto, podían decir honestamente: "Hoy intentamos profunda y desesperadamente de hacer todo lo posible para traer a Hersh a casa".

Claridad moral

Más allá de la política y de la propaganda mediática, ustedes hablaban con un mensaje humanitario universal que abogaba por todos los rehenes: cristianos, judíos, musulmanes, hindúes y budistas, de decenas de países.

Desde los escalones del Capitol de los Estados Unidos, le mostraron a la humanidad cómo luchar contra el mal con resiliencia, proyectando una voz con claridad moral: "¿Por qué el mundo acepta esto [la situación de los rehenes]?", gritaron. "¿Cuál será su excusa?".

Bendiciones a larga distancia

Como judíos observantes, su fe y su relación con Dios fue el ancla que los guio a lo largo de este desafío extraordinario. Hablaron con Dios a lo largo del día, mostrándonos cómo toda la vida es en realidad un diálogo con Dios.

En medio de un tormento constante, se negaron a sucumbir ante el dolor y la angustia. Su mantra constante de "Mantente fuerte y sobrevivirás" les permitió mantener un grado de estabilidad mental y emocional.

Se nutrieron de la fuerza de los Salmos, obteniendo manantiales de fuerza de palabras antiguas en las que, desde una cueva oscura y profunda, el rey David clamó a Dios en medio del dolor y la desesperación.

Su dignidad, aplomo y elocuencia penetraron en nuestros corazones y nos dieron un ancla para sobrevivir.

Le mostraron al mundo lo que significa ser padres judíos: un amor incondicional por Hersh que creció y se desarrolló incluso en su ausencia.

Rajel, demostraste una feroz identificación maternal con la difícil situación de Hersh, evitando las reuniones sociales, los dulces y la música. Consumías una sola comida insípida cada día.

Los viernes a la noche, te asomabas al balcón de tu departamento en Jerusalem, mirabas hacia el sur, hacia Gaza, y le gritabas a Hersh la bendición tradicional que se les da a los hijos en Shabat.

Una bendición que repetiste ante las puertas de Gaza en lo que sería el último día de Hersh.

En el funeral, mostraron la fuerza de la gratitud agradeciendo públicamente a Dios por el privilegio de haber sido los padres de Hersh. Hubieran deseado que fuera por más tiempo, pero lo mismo están agradecidos por el precioso regalo que han tenido.

Una familia judía

Gracias a sus incesantes esfuerzos, Hersh se convirtió en nuestro hermano, nuestro hijo, nuestro amigo.

Bajo la superficie, todos los judíos (sin importar edad, sexo, política, ascendencia, riqueza o creencias) somos una familia interconectada.

Somos una nación en luto, con el corazón hecho añicos. Su dolor es nuestro dolor, porque el pueblo judío es una sola familia. Como un solo cuerpo, un ataque a un judío es un ataque a todos. Cuando duele un miembro, todos sentimos el dolor.

En Jerusalem, miles de personas se alinearon en las calles cuando ustedes iban al funeral.

A lo largo de la shivá, miles de personas hicieron cola para ofrecerles palabras de consuelo. Ustedes recibieron a todo el mundo con una sonrisa cálida y amistosa y una palmada tranquilizadora en el hombro.

Bendiciones para el futuro

Hoy, cuando se levantan de la shivá, los bendecimos para que se mantengan fuertes y sobrevivan. Nos comprometemos a no perder nunca de vista que lo que nos une es más que lo que nos separa.

Gracias por el privilegio de invitarnos a ser parte de su gran familia. El corazón de nuestra nación está para siempre unido a ustedes.

Que tengan consuelo entre todos los dolientes de Sion y Jerusalem.

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