Recordando a Steven Sotloff

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El asesinado periodista se aferró a su identidad judía aún en cautiverio.

Mi nombre es Shirley Sotloff. Mi hijo, Steven, está en vuestras manos”.

Así comenzó la emocionante súplica de Shirley Sotloff a Abu Bakr Al-Baghdadi, el líder del grupo terrorista Estado Islámico, el 27 de agosto. El grupo terrorista publicó recientemente un video en el que un guerrillero con acento británico degolló con un cuchillo la cabeza del periodista estadounidense James Foley. Al final del video, el hijo de Shirley, Steven Sotloff, un periodista independiente de 31 años que fue secuestrado en Siria en Agosto del 2013, apareció en cámara y fue amenazado con ser decapitado también.

Shirley Sotloff continuó explicando que ella había estudiado islam desde la captura de su hijo e intentó razonar con el líder del Estado Islámico. Incluso se refirió a él con el honorífico título de Califa que tanto ansía, como si ya hubiese creado realmente un califato islámico a lo largo del Medio Oriente, como es su meta. “Steven es un periodista que viajó al Medio Oriente para reportear sobre el sufrimiento de los musulmanes a manos de tiranos”, explicó ella.

Esta afirmación fue compartida por los colegas de Steven. “Vivió por muchos años en el Yemen y hablaba muy buen árabe”, y “amaba profundamente” al mundo árabe, dijo un colega. Otro recordó cómo Steven insistió en ir a Siria —donde 70 periodistas habían sido asesinados y más de 80 habían sido secuestrados en los últimos años— a pesar de los riesgos de seguridad. Comprometido con registrar la mala situación que vivía el pueblo sirio, Steven se escabulló por la frontera.

“He estado aquí por más de una semana y nadie quiere venir a reportear por miedo a los secuestros. Está bastante mal la situación”, le escribió por e-mail a un colega. “He estado durmiendo en el frente, escondiéndome de los tanques las últimas noches y bebiendo agua de lluvia”. Poco después, en Agosto del 2013, fue secuestrado por los rebeldes del Estado Islámico.

Lo que casi ninguno de sus colegas destacó es que Steven Sotloff era un judío que había hecho aliá a Israel. Steven creció en Miami y era nieto de sobrevivientes del Holocausto; su madre, Shirley, ha sido maestra en la escuela de la sinagoga de Miami por muchos años. En el 2005, a la edad de 22 años, Steven se mudó a Israel, se convirtió en ciudadano del estado judío y estudió en el Centro Interdisciplinario de Herzliya.

Steven trabajó para varias publicaciones israelíes, escribiendo reportajes para el Jerusalem Post y ayudando a sus colegas en Israel con su perspectiva desde las capitales árabes. Una vez, un colega israelí le preguntó qué hacía un periodista como él —con un notorio nombre judío y con conexiones con Israel— en países tan volátiles como Libia, Yemen y Bahrain. “Por lo general no comparto con ellos mis valores u opiniones”, respondió Steven. “Sólo trato de mantenerme vivo”. Cuando el colega israelí le señaló que su historial judío podía ser descubierto en una simple búsqueda en Internet, Steven no se inmutó: “Sí, Google definitivamente no es mi amigo”, respondió.

Luego de que fue secuestrado, su identidad judía se volvió un peligro aún mayor, y su familia hizo todo lo que pudo para borrar cualquier rastro de su vida personal de Internet. Querían evitar “otra situación como la de Daniel Pearl”, dice un amigo de la familia en referencia al periodista del Wall Street Journal que fue asesinado por terroristas de Al Qaeda en Pakistán en el 2002. El Estado Islámico —que busca establecer un estado islámico a la usanza medieval en el Medio Oriente— ha atacado brutalmente a cristianos, kurdos y musulmanes chiítas en las áreas que ha capturado. Las víctimas son fusiladas y algunas crucificadas. En Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, el grupo recientemente eliminó a la población cristiana, la cual habitaba el lugar desde hace más de 2.000 años; los testigos dicen que los niños fueron sistemáticamente decapitados y que sus cabezas fueron puestas sobre estacas en las plazas públicas. El Estado Islámico controla ahora territorio a pocos kilómetros de la frontera con Israel y recientemente mencionó en un video de reclutamiento que Jerusalem es la ciudad que más le gustaría capturar.

Mientras su familia en Miami hacía todo lo posible para ocultar la identidad judía de Steven, en su cautiverio él de todas formas se aferró a su judaísmo.

Mientras su familia en Miami hacía todo lo posible para ocultar la identidad judía de Steven, en su cautiverio él de todas formas se aferró a su judaísmo. Un prisionero del Estado Islámico que estuvo con él y que posteriormente fue liberado relató cómo Steven se las arregló para ayunar y rezar mirando hacia Jerusalem el pasado Iom Kipur, a pesar del gran peligro que habría enfrentado si sus secuestradores su hubieran dado cuenta de lo que estaba haciendo. “Les dijo que estaba enfermo y que no quería comer, a pesar de que nos dieron huevos ese día…”. El ex prisionero recordó: “Parecía que estaba rezando de forma escondida hacia Jerusalem. Se fijó en la forma en que rezaban los musulmanes y cambió ligeramente su dirección”.

En su video de petición, Shirley Sotloff rogó por la vida de su hijo: “Quiero lo que toda madre quiere. Vivir para ver a los hijos de sus hijos. Le ruego que me conceda esto”. Pero en lugar de eso, el 2 de septiembre del 2014, fue publicado un video en el que aparecía un asustado Steven Sotloff de rodillas aparentemente frente al mismo terrorista de acento británico, el cual sostenía un cuchillo y quien posteriormente lo asesinó brutalmente. Luego de decapitar a Steven Sotloff, su asesino amenazó con matar al británico David Cawthorne Haines, otro inocente periodista.

Después del horrendo asesinato de Steven, la familia Sotloff ya no tiene que esconder su identidad, ni la de ellos. Su madre ya no tiene que adular y rogar a los malvados que secuestraron y asesinaron a su hijo. Luego de recibir las noticias del asesinato, una gran cantidad de amigos y parientes han visitado el hogar de los Sotloff, consolando a los padres de Steven y a su hermana menor. Cuando la familia quiso comunicarse con el público, se dirigieron a su sinagoga, la cual emitió una declaración en nombre de ellos: “Esperamos que todos recen por la familia y los apoyen”.

En medio del duelo, la familia de Steven al fin puede dirigirse abiertamente a su comunidad judía para solicitar ayuda. Y pueden hacerlo a sabiendas —y con el consuelo— de que mientras su hijo estuvo cautivo, durante su último y terrible año de vida, él también pudo conectarse con su herencia judía, sin importar cuán peligroso fuera hacerlo.

Danielle Berrin, una amiga de la infancia de Steven y escritora en el periódico LA Jewish Journal, escribió:

Rezo por que en algún lugar de aquella desesperante jungla, en algún momento de aquella desesperante travesía, Steven haya encontrado fuerza y consuelo... “Desde las profundidades Te llamo, oye mi voz…”.

No sé si Dios le respondió a Steven. Todo lo que sé es que Steven tenía santidad en él: era un alma que buscaba, un alma sensible y curiosa; era un héroe. Sé que su sangre, como toda sangre judía, será recordada. Y si su muerte despierta al mundo ante el mal que prolifera entre quienes lo asesinaron, entonces quizás, sólo quizás, podrá haber una redención.

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