Reflexionar para crecer

4 min de lectura

Devarim (Deuteronomio 1:1-3:22 )

En el quinto y último libro de la Torá, se utilizó una forma de expresión diferente a la que encontramos en los otros cuatro. Por supuesto, cada uno de los cinco libros tiene su propia "personalidad", pero mientras que los primeros cuatro libros contienen principalmente historias, hechos y leyes, el quinto es una crítica y una revisión.

De hecho, las palabras finales de Moshé fueron: "Vamos a enumerar los lugares en donde el pueblo judío falló". Pero lo hizo de una forma muy sutil. La crítica es directa, pero está disimulada.

¿Por qué lo hizo de esta manera?

La respuesta es obvia: a nadie le gusta oír sobre sus propios defectos. Si quieres que escuchen tu crítica, debes transmitirla con sutileza.

Sospecho que de forma general sabemos cuáles son nuestros defectos, pero los ignoramos. No queremos reconocerlos ni enfrentarlos. Esto es parte del mensaje de Deuteronomio: repasar y repetir los principios Divinos nos obliga a enfrentar nuestros propios defectos. El repaso consistente de los valores y las convicciones adecuadas genera reflexión y cambio.

Si lees la Torá una vez, reconoces la santidad. Sólo leyéndola muchas veces comienzas a vislumbrar los puntos claves del comportamiento Divino.

* * *

NO TE MANTENGAS DEMASIADO OCUPADO

Cada generación tiene sus propios desafíos. Uno de los desafíos de nuestra generación parece ser tomarse el tiempo para lo que realmente valoramos. En la actualidad, la mayoría de las personas están constantemente estresadas por el tiempo. Si bien nunca en la historia tuvimos tantas máquinas que ahorran tiempo, muchos sentimos que no tenemos tiempo suficiente para todo lo que queremos hacer en la vida.

Rav Moshé Jaim Luzzatto, en La senda de los justos, señala este mismo mensaje en la historia del Faraón en Egipto. El Faraón quería mantener a los israelitas muy ocupados para que no tuvieran tiempo de entender la fortaleza que tenían. El Faraón es el símbolo del iétzer hará, de la inclinación al mal. Hay algo destructivo en nuestro interior que quiere que estemos demasiado ocupados para dedicar tiempo a la espiritualidad y a la introspección. Porque si pensamos sobre nuestra vida, sobre nuestras acciones y sobre lo que realmente creemos, nos veremos motivados a cambiar y mejorar.

¿Cuál es tu mayor excusa para no pasar más tiempo estudiando, rezando, con tu familia, etc.? ¿Permites que tu iétzer hará controle la forma en que administras tu tiempo?

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¿CUÁL ES TU CAMPO DE BATALLA?

Para ganar la batalla de la vida, debes saber dónde está el frente de batalla. En la vida todo implica desafíos. Si eres ateo, tu desafío es ser agnóstico. Si eres agnóstico, tu desafío es creer en Dios. Si crees en Dios, tu desafío es fortalecer esa creencia con argumentos, evidencia y hechos convincentes. Si estás 100% convencido, tu desafío es entender la naturaleza de Dios, Su infinitud, Su bondad, Su justicia.

Si entiendes a Dios, tu desafío es aceptar Su Torá y rechazar otras filosofías. Si aceptas Su Torá, tu desafío es aceptar Su Tradición Oral. Si aceptas toda la Torá, escrita y oral, tu desafío es llegar a tener conocimiento en todas las áreas de la Torá (basado en Las obligaciones del corazón, de Rav Ibn Pekuda).

Si hay 613 mandamientos, entonces enfrentamos por lo menos esa misma cantidad de desafíos. No todos los mandamientos tienen aplicación todo el tiempo, pero cada uno de ellos es un principio espiritual vinculado a una parte de nuestra alma que necesita ser perfeccionada. Esto se llama tikún neshamá. En la actualidad, muchas personas hablan de tikún olam, de arreglar el mundo. Sin embargo, algunos olvidan que si no nos arreglamos primero a nosotros mismos, nunca lograremos arreglar el mundo.

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LA AUTORIDAD

Durante un tiempo era popular una insignia que decía: “cuestiona a la autoridad”. Es algo saludable. Mantiene atentos a quienes ocupan puestos de autoridad y los obliga a asumir responsabilidad por sus actos y decisiones. Pero algunas personas lo llevan demasiado lejos y se rebelan o rechazan cualquier autoridad. Como dice el Séfer hajinuj, la naturaleza de la humanidad es tener diferentes puntos de vista y actitudes. La democracia pura, en donde todos los afectados pueden debatir y votar sobre cualquier tema, no funciona. Así no se consigue hacer nada. Yo viví un tiempo en una comuna de esta clase y eso fue exactamente lo que ocurrió: nunca se logró hacer nada.

Debe existir una autoridad aceptada cuyas decisiones se siguen sin razonamientos, tanto cuando estás de acuerdo como cuando no lo estás.

En Deuteronomio 1:9-18, la Torá habla sobre la designación de jueces: “líderes de millares, líderes de centenas, líderes de cincuentenas y líderes de decenas…”

Se nos ordena designar un líder y obedecerle, incluso si él dice algo que no nos gusta. En Europa decían: "Un rabino al que su pueblo no lo quiere despedir, no es un verdadero rabino".

En la actualidad, queremos que nuestro rabino sea nuestro amigo, nuestro confidente, nuestro activista social y nuestro psicólogo. Pero también deberíamos querer que él nos señale objetivamente nuestros defectos. Una vez que tu defecto fue señalado, tienes la posibilidad de cambiar.

Nuestra propia introspección, y el consejo de un sabio consejero espiritual, pueden llevarnos al centro de nuestra intuición, a nuestra voz interior que entiende qué es lo que debemos mejorar. Una vez que pensamos sobre esa intuición, podemos convertirla en conocimiento. Entonces puede entrar al reino del pensamiento que nos obliga a actuar, a cambiar y a crecer.

Tu mente es el arma más poderosa que tienes para el crecimiento espiritual.

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Ejercicio espiritual:

Esta semana, un día siéntate y durante un minuto no hagas nada. Luego dedica los cuatro minutos siguientes a repasar lo ocurrido en el último mes, examina tu vida y busca oportunidades para el crecimiento espiritual.

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