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Ahuva Gol Zeffren nació en la ciudad de Herat y desciende de una dinastía rabínica afgana.
"Nosotros venimos de Herat, en Afganistán", explica Ahuva Gol Zeffren, una maestra de hebreo y estudios judaicos que actualmente vive en Los Ángeles. En una entrevista con AishLatino.com, Ahuva contó sobre su ilustre herencia judía afgana.
Durante casi 300 años, Herat fue un gran centro judío. Las raíces de la familia de Ahuva se remontan a Mashhad, la vecina ciudad iraní. En los siglos XVIII y XIX allí había una numerosa comunidad judía, pero los oficiales locales comenzaron a perseguir violentamente a los judíos para obligarlos a convertirse al islam. Muchos de los judíos de Mashhad huyeron a Herat y construyeron allí una vibrante comunidad judía.
La familia de Ahuva en su sucá en Herat, Afganistán. Ella es el bebé que sostiene su madre.
En Afganistán había cuatro grandes poblaciones judías: Herat, Kandahar, Balkh y Kabul, la capital. La comunidad judía era "muy ortodoxa. Había muchas sinagogas y ieshivot", cuenta Ahuva.
"Durante diez generaciones la familia de mi padre fueron grandes rabinos", dice Ahuva. Uno de sus ancestros más famosos fue Rav Jajam Mula Matitia Gargi (1845-1917), quien escribió un famoso comentario sobre el Talmud llamado Oneg LeShabat. Él fue el Gran Rabino de Herat. Era tan reverenciado que su liderazgo se extendió hasta las comunidades judías de Uzbekistán y Tashkent.
"Él también era consejero del rey", señala Ahuva. Los reyes de Afganistán, conocidos como Shas, "realmente admiraban y respetaban a los judíos. Ellos pedían consejos a los rabinos, especialmente al Gran Rabino".
Motivados por el conflicto, en 1879 los gobernantes afganos locales finalmente cedieron el control de las relaciones exteriores de Afganistán a los británicos, pero retuvieron el control sobre los asuntos afganos internos. (El último Shá de Afganistán fue depuesto por un golpe de estado en 1973).
El bisabuelo de Ahuva, Iejezkel Gargi. Él llegó a Jerusalem en 1950 y fue el Gran Rabino de los judíos afganos en Israel en esa época.
Los rabinos afganos tenían íntimo contacto con los líderes judíos en la Tierra de Israel y en el resto del mundo, explica Ahuva. Sus ancestros rabínicos mantenían correspondencia con los rabinos en Jerusalem, Nueva York y Europa. Sin embargo, Israel era lo que más atraía a los judíos afganos, quienes esperaban con ansias la llegada del Mashíaj y la reunión de todos los judíos en Jerusalem.
El deseo de recibir al Mashíaj llegó a su punto cumbre en 1887, cuando en algunas comunidades judías se difundió el rumor de que la llegada del Mashíaj era inminente. "Ese año, muchos judíos de Afganistán y Bujara, Samarkand, Tashken, Irán y Yemen se fueron a Jerusalem. Ellos hicieron todo el camino a pie, con burros.. Realmente creían que el Mashíaj estaba por llegar". Esos judíos también pueden haberse visto motivados a dejar Afganistán debido al creciente antisemitismo y a una serie de duros decretos emitidos en 1870 que limitaban la vida judía en Afganistán.
Los judíos afganos que esperaban la llegada del Mashíaj, construyeron en Jerusalem un "palacio especial" para albergarlo. Aunque sus esperanzas de la llegada inminente del Mashíaj no se cumplieron, los parientes de Ahuva y otros judíos afganos se quedaron en la Tierra de Israel. "Hoy en día, esa casa todavía existe y se usa como una escuela".
Más judíos afganos continuaron viajando a la Tierra de Israel a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, y ayudaron a construir allí el naciente estado judío. "La mayoría vivían en la Ciudad Vieja de Jerusalem, incluyendo a mi tatarabuelo". A fines del siglo XIX algunos judíos comenzaron a construir nuevos barrios fuera de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalem. La familia de Ahuva se encontraba entre esos primeros pioneros que ayudaron a crear el barrio de Beit Israel, que continúa existiendo hasta el día de hoy. En esa época, en el barrio vivían muchos judíos de Afganistán y judíos de Bujara, de Asia Central.
Tras el establecimiento del estado de Israel en 1948, muchos más judíos afganos dejaron su país. "La mayoría de las comunidades de judíos afganos se fueron a Israel, a Londres o a Milán". Muchos de los parientes de su madre se reestablecieron en Italia. La familia de Ahuva se quedó, con el plan de pasar unos pocos años más allí para disolver el comercio familiar y vender sus tierras. Ellos tenían muchos acuerdos de negocios, vendían seda, pistachos y cuero. Como eran fieles judíos ortodoxos, uno de los negocios de la familia de Ahuva era proveer los pergaminos que se usaban para escribir rollos de la Torá. "Ellos vendían esos cueros a Polonia, Cracovia y en toda Europa", recuerda Ahuva.
Los judíos de la ciudad no podían creer que un oficial del nuevo estado de Israel pudiera estar entre ellos. "No podían creer que después de dos mil años tenían su propio estado".
La mayoría de los judíos en Afganistán eran "muy sionistas". Ahuva recuerda haber oído sobre la importante visita a Afganistán del segundo presidente de Israel, Itzjak Ben Tzvi. "Él era un historiador y siempre estaba interesado en los judíos que llegaban del oriente", incluyendo a Afganistán, señala Ahuva. "Ben Tzvi visitó Herat". Su madre recuerda que los judíos de la ciudad no podían creer que un oficial del nuevo estado de Israel pudiera estar entre ellos. "No podían creer que después de dos mil años tenían su propio estado".
Los judíos de Herat fueron a escuchar a Ben Tzvi y recibieron un shock. En vez de ser un judío ortodoxo como los judíos de Herat, Ben Tzvi era en gran medida una persona secular. Los judíos de Herat se sorprendieron. "Entonces él les habló en hebreo y alguien lo tradujo. Él dijo: 'Estamos aquí representando al estado de Israel, estamos aquí para llevarlos a todos al estado judío'. Él era muy carismático. En 1950, 1951, muchos judíos empacaron sus pékalaj (su equipaje) y se fueron a Israel". La mayoría se estableció inicialmente en Jerusalem y luego se dispersaron por el país.
Los abuelos de Ahuva se fueron a Israel a comienzos de los años 1930, pero su familia se quedó en Afganistán hasta 1960, cuando Ahuva tenía tres años. Ese año falleció su padre, quien fue enterrado en el cementerio en Herat. La madre de Ahuva y los niños se fueron a Israel y se establecieron en Guivat Shmuel, cerca de Tel Aviv.
"Nosotros mantuvimos las bellas tradiciones de Afganistán. Nuestra comida especial, nuestras zemirot (canciones) de Shabat y de las festividades especiales, mantuvimos todo eso durante cientos de años. Continuamos con la vida que teníamos en Herat". Ahuva y sus hermanos aprendieron hebreo en la escuela, pero en su hogar siguieron hablando el hebreo influido por el lenguaje afgano que la familia había hablado durante generaciones en Afganistán.
Eventualmente la familia de Ahuva se mudó a los Estados Unidos. En el 2005, su hermano Goel Gol fue de visita a Afganistán, esta vez como un ciudadano norteamericano. Él pasó tres días en Herat y pudo visitar las tumbas de su padre y de sus abuelos por primera vez desde que abandonaron el país.
En los Estados Unidos, Ahva se casó con Murray Zeffren, originario de St. Louis, y tuvieron tres bellos hijos. Ahuva y Murray planean hacer aliá en los próximos años y asentarse en Jerusalem, para "cerrar el círculo" al retornar al estado judío.
Ahuva y su familia.
Para Ahuva, fue muy doloroso leer las noticias de los últimos días. "La sensación fue espantosa. Me preocupan las mujeres que están allí. Estamos en el siglo XXI, por amor a Dios. Uno no debería tener que vivir de esa forma primitiva que promueve el Talibán". Ahuva señala que ella se pasa los días sumergida en sus estudios judaicos, y asegura que el contraste entre la perspectiva del judaísmo que afirma la vida y la del Talibán que aboga por la represión y el odio es muy profunda.
Mientras conversábamos por teléfono, Ahuva estaba cocinando para Shabat platos afganos tradicionales como pilaf, un plato con arroz basmati, carne y verduras, y una sopa espesa llamada jolov, condimentada con eneldo, perejil, cilandro, puerro, cebolla, verduras y garbanzos. Ahuva mantiene vivas muchas de las bellas costumbres afganas judías.
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