Rivka

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La segunda matriarca judía refinó la capacidad de bondad.

La Torá presenta a Rivka, la segunda matriarca, tan pronto como nace. Abraham estaba volviendo con Itzjak de la Akedá e iba reflexionando sobre las generaciones futuras que habrían de salir de éste. Entonces Abraham se dio cuenta de lo cerca que estuvo Itzjak de perder su vida y, junto a ella, el futuro judío, por lo que decidió que era hora de que Itzjak se casara.

En ese momento, Dios le informó a Abraham que su hermano Najor estaba casado y que tenía ocho hijos, incluyendo a uno que se llamaba Betuel. “Y Betuel tuvo a Rivka” (Génesis 22:23). La Torá nos presenta a Rivka en el momento exacto en que Abraham estaba buscando una esposa para Itzjak.

De la misma forma, la última vez que la Torá menciona a Rivka también es en el contexto de arreglar un matrimonio, aquella vez para su hijo Yaakov:

"Y Rivka le dijo a Itzjak: 'Me hastié de mi vida a causa de las hijas de Jet (con las que se casó Esav) … que Yaakov vaya a Jarán y tome por esposa a una de las hijas de Laván, mi hermano'" (Génesis 27:46, de acuerdo a la interpretación los comentaristas).

Si analizamos el significado del nombre de Rivka nos conectamos aún más con la idea del matrimonio:

Rivka: "Yugo utilizado para unir dos animales de la misma especie, para cumplir el objetivo de que trabajen juntos en los campos" (Diccionario hebreo-hebreo Even Shushán).

¡Parece un matrimonio!

¿Qué tiene Rivka que es asociada con la unión de dos criaturas diferentes para que cumplan un objetivo común? Para descifrar este enigma, exploremos la historia de Rivka y su vida con Itzjak, el segundo patriarca.

La historia de Rivka

La primera vez que la Torá menciona a Rivka, aprendemos que es la hija de Betuel y hermana de Laván (también conocido como el confabulador y avaro padre de Rajel y Leá, quien cambió a Leá por Rajel y extorsionó a Yaakov). Betuel tampoco era un buen hombre, como lo dice el Midrash:

"…[Betuel] era malvado, trató de evitar que Rivka fuera con Eliezer e intentó envenenarlo [a Eliezer]” (Rashi, Génesis 25:51).

Así, vemos que Rivka venía de una familia bastante despreciable:

Dado que Dios sabía que el pueblo judío sería esparcido entre las naciones durante el exilio y que lo normal es que uno sea influenciado por la cultura que lo rodea, quiso que nuestras matriarcas y patriarcas estuvieran entre personas malvadas y que resistieran a su influencia. De esta manera, sus descendientes tendrían la fortaleza para aferrarse a su religión incluso durante el exilio, pues “los eventos de los ancestros son una señal para sus descendientes” (Tiféret Tzión).

Rivka era un faro de luz en un oscuro mundo de engaño. Fue elegida para transmitirle genéticamente al pueblo judío —sus descendientes— la capacidad para aferrarse tenazmente a los valores de moralidad y verdad… sin importar cuán hostiles sean las circunstancias.

Bondad

Conocemos a Rivka por primera vez en el pozo de agua: Eliezer, el siervo de Abraham, había salido para encontrar una esposa para Itzjak y le pidió a Dios una señal para estar seguro de que había encontrado a la mujer adecuada:

“Que sea la joven… quien me diga: 'Bebe, y también a tus camellos daré de beber'… aquella a quien has designado para tu sirviente, para Itzjak” (Génesis 24:14).

El cumplimiento de esta condición fue materializado por Rivka con gran presteza:

"Y ella dijo: 'Bebe…' y rápidamente bajó el cántaro… se apresuró y vació su cántaro en el abrevadero, y corrió nuevamente hacia la fuente para sacar agua… para todos sus camellos" (Génesis 24:18-20).

La energía y devoción que mostró esta joven era algo asombroso, especialmente si consideramos que esta tarea le podría haber sido perfectamente delegada a Eliezer, un extraño. Sin embargo, ella continuó bajando el balde una y otra vez hasta que Eliezer y sus 10 camellos apaciguaron su sed.

He aquí una mujer (una niña, en realidad) que, en contra de todos los pronósticos, aprendió a ser bondadosa y altruista viviendo entre bribones materialistas, avaros y egoístas.

La cualidad de independencia que tenía Rivka quedó en evidencia una vez más cuando su familia intentó retrasar su partida con Eliezer, quien afirmaba estar al servicio de un hombre sagrado que tenía una misión. Le pidieron a Rivka su opinión, y ella respondió inequívocamente: “Iré” (Génesis 24:58).

Rivka dejó en claro: Quiero irme de aquí y convertirme en parte de algo grande, embarcarme en una misión de esparcir el monoteísmo y la ética por el mundo, lejos de esta familia y cultura que tienen poco para ofrecer.

Conoce a Itzjak

Rivka y Eliezer volvieron a la Tierra de Israel (Canaán). Cuando se estaba aproximando, montada en su camello, Rivka vio a un hombre en el campo, inmerso en su plegaria:

“Rivka alzó sus ojos y vio a Itzjak, y se inclinó sobre el camello. Y dijo al siervo: '¿Quién es este hombre…?'. El siervo dijo: 'Él es mi señor'. Ella tomó el velo y se cubrió” (Génesis 24:64-65).

El Netziv, un comentarista del siglo XIX, analiza esta extraña reacción:

“Se cayó del camello”, por miedo y estupefacción. Si bien Rivka no sabía exactamente qué era lo que temía, le preguntó al siervo: “¿Quién es este hombre que despierta tanto temor en mí?”. Cuando oyó que era su marido, tomó una bufanda y se cubrió por reverencia y vergüenza, como si se hubiera dado cuenta que no merecía ser su esposa.

Desde este momento en adelante, la intimidación originada por su esposo tuvo una presencia constante en su corazón. Así, encuentras que la relación [de Rivka] con Itzjak no fue como la de Sara con Abraham ni la de Rajel con Yaakov, quienes se sintieron iguales a sus maridos y jamás temieron confrontarlos con quejas o críticas (HaEmek Davar, Génesis 24:64-65).

Este primer encuentro entre Rivka e Itzjak preparó el terreno para todas las interacciones futuras. Itzjak es un hombre que, habiendo subido al altar esperando la muerte, salió de esa experiencia estando un poco fuera del mundo de los vivos. En aquella primera impresión, Rivka intuyó su nivel de santidad y espiritualidad, y concluyó que no era una compañera adecuada para esta unión.

Sin embargo, para Itzjak, Rivka era perfecta:

“E Itzjak la trajo a la tienda de su madre Sara. Y tomó a Rivka y ella se convirtió en su esposa, y él la amó. E Itzjak encontró consuelo por la muerte de su madre” (Génesis 24:67).

Itzjak percibía a Rivka como una mujer recta y sagrada que, al igual que su madre, merecía el título de matriarca judía, su compañera de vida y misión. El texto enfatiza que después de casarse con ella, entonces Itzjak la amó. Cuanto más la conocía, más la amaba y respetaba. Los sentimientos de inferioridad que sentía Rivka eran algo personal, y no eran fomentados ni compartidos por Itzjak.

Infertilidad

Al no lograr concebir después de muchos años de matrimonio, la pareja intensificó sus plegarias:

"Itzjak rezó insistentemente a Dios, frente a su mujer” (Génesis 25:21)

“Frente a su mujer”: Esto enseña que Itzjak y Rivka rezaron frente a frente, y que Itzjak dijo: “Dios, todos los hijos que me des, haz que sean de esta recta mujer…” (Midrash Bereshit Rabá 63:5).

Itzjak se aseguró de no repetir lo que consideraba un error del pasado, cuando la infertilidad de Sara llevó a Abraham a tomar a Hagar, lo cual llevó al nacimiento de Ishmael.

Sin embargo, Dios tenía planes únicos también para este embarazo:

“…Rivka concibió. Los hijos se agitaban en su interior y ella dijo: "Si es así, ¿Por qué yo [estoy viva]?". Y fue a preguntar a Dios (Génesis 25:21-22)

El embarazo de Rivka fue muy difícil. Este útero, que tanto había anhelado usar, resultó ser el campo de batalla entre dos hijos, dos naciones. La lucha, que duraría generaciones, ya había comenzado.

Como podrán atestiguar la mayoría de las madres de gemelos, un embarazo de este tipo es difícil. Pero Rivka reaccionó con tal inquietud que casi llegó a desear la muerte. ¿Acaso esta recta mujer que esperó 20 años para concebir no podía tolerar esta situación?

Obviamente había factores sicológicos adicionales que se sumaban a la ecuación. Quizás Rivka pensó que estaba sufriendo porque ella misma tenía un defecto espiritual. ¿De qué otra forma podría entender la situación?

"Cuando Rivka pasaba frente a una casa de idolatría, Esav [en el útero] pateaba e intentaba salir; cuando pasaba frente a una casa de estudio, Yaakov pateaba y se entusiasmaba" (Midrash Bereshit Rabá 63:6).

Rivka debe haber sentido que llevaba en su interior a un niño muy ambiguo, con fuerzas extremas de bien y mal. ¿Sería este niño quien construiría una nación? ¿Cuál era el origen de la fuerza del mal? ¡Obviamente no era su sagrado marido!

Rivka no tenía la posibilidad de realizarse una ecografía que apaciguara sus temores y le dijera que había dos niños en su interior. Quizás le preocupaba que, debido a su familia, no valiera lo suficiente como para dar a luz al tercer patriarca judío. Si ese fuese el caso, ¿cuál sería el propósito de este embarazo? Más aún, ¿cuál sería el propósito de su vida?

Con estos perturbadores pensamientos, Rivka "fue a preguntarle a Dios", es decir, a consultar con profetas y sabios que podrían aconsejarla. El hecho de que no haya ido donde el profeta más grande de la generación (su marido) demuestra cómo se sentía Rivka: avergonzada, sentía que todo era un resultado de su bajo nivel espiritual y que el mal yacía en algún lugar de su interior.

Pero a pesar de todo Rivka recibió una profecía muy reconfortante:

"Hay dos pueblos en tu vientre… dos naciones de tus entrañas se separarán; una nación se fortalecerá de la otra nación y el mayor servirá al menor” (Génesis 25:23).

Sin embargo, Rivka eligió no contarle a Itzjak sobre esa profecía que señalaba la superioridad del [futuro] hijo menor, prefiriendo mantener la información en secreto hasta que debiese actuar para facilitar su cumplimiento.

Preferencia parental

Como había sido predicho, nacieron dos niños y ya para la edad del Bar mitzvá se encontraban avanzando rápidamente en direcciones opuestas. Esav se volvió un hombre del campo (agresivo, viril, que perseguía los aspectos físicos de la vida). Yaakov era un erudito, estaba involucrado en las persecuciones espirituales e intelectuales.

“Itzjak amaba a Esav, pues tenía la presa en su boca. Pero Rivka amaba a Yaakov” (Génesis 25:28).

Rashi: Esav engañaba a su padre con su boca, preguntándole [halajot en detalle]… y así [Itzjak] creyó que era recto.

Obviamente, Rivka amaba a sus dos hijos, al igual que Itzjak. Entonces, ¿por qué "Itzjak amaba a Esav y Rivka a Yaakov"? Itzjak fue engañado por la apariencia exterior de Esav, por sus preguntas académicas, y lo imaginaba como el futuro líder de la familia y de la nación judía. Rivka, por otro lado, con su típico entendimiento femenino y su experiencia personal de una infancia llena de engaños y fachadas, veía la verdad en Esav. Sabía que Yaakov sería el verdadero heredero, que toda su esencia —más allá de lo exterior— era apropiada para el destino y la misión de la nación judía.

Las bendiciones

Los niños se volvieron adultos, Itzjak envejeció y llegó el momento de dar las bendiciones importantes que determinarían el futuro de ambos. Itzjak planeaba bendecir a Esav y lo envió a cazar y a prepararle una comida para crear una atmósfera que favoreciera aquel trascendental evento.

Rivka, al oír el plan, se dio cuenta que necesitaba actuar. Sin embargo, una vez más eligió evitar a toda costa la confrontación y tramó un artilugio: disfrazaría a Yaakov de Esav, haciendo que Itzjak fuese engañado y le diese las bendiciones a Yaakov. ¡Esto era tan extraño y retorcido que le hacía la competencia al actuar de sus parientes cuyos rasgos había trabajado tan duro para evitar!

¿Por qué Rivka no pensó que quizás había llegado el momento de explicarle a Itzjak que estaba equivocado respecto a Esav? ¿Por qué no contarle la profecía que había oído antes de dar a luz: "Y el mayor servirá al menor"?

En este episodio, vemos colisionar a la timidez con la que siempre interactuó Rivka con Itzjak, con su firme compromiso de cumplir su misión y preservar la verdad.

A pesar de su gran respeto por Itzjak, Rivka no podía confrontarlo sobre su error. Al engañar a Itzjak y permitirle que experimentara por sí mismo los resultados de este engaño cuando llegara el Esav "verdadero", Rivka lograría dos puntos fundamentales:

1) Itzjak le daría las bendiciones a Yaakov de corazón, puesto que no había sido persuadido por su esposa para hacerlo.

2) Al darse cuenta de que había sido engañado, Itzjak apreciaría en carne propia la existencia del engaño, de que las cosas no eran lo que parecían. Esto le probaría, más que las palabras racionales, que Esav también lo había estado engañando. Itzjak entendería de esa manera que era la voluntad de Dios que Yaakov recibiera las bendiciones.

Mirándolo desde esta perspectiva, apreciamos lo ingeniosa, decidida y respetuosa que fue su forma de lidiar con una diferencia de opinión. El texto no vuelve a mencionar el tema (con una especie de "te lo dije") fuera de la admisión inmediata de Itzjak y la epifanía cuando Esav vuelve esperando recibir la bendición:

“E Itzjak se estremeció con gran temblor y dijo: '¿Quién es y dónde está el que cazó [la] presa y me la trajo, y la comí antes de que llegaras, y lo bendije?'. También bendito será” (Génesis 27:33).

Itzjak concluyó:

Si pude caer en este engaño, reconozco que puedo haber sido engañado durante toda la vida. Entonces, Yaakov debe seguir siendo bendecido, porque es quien merece la bendición.

Madre de dos hijos

Para Rivka debe haber sido muy doloroso tener que "robar" las bendiciones de su marido. Si bien es claro que Yaakov debía continuar la línea y la misión del pueblo judío —porque Dios mismo había dicho que así sería—, ella seguía amando a Esav. A diferencia de Sara, su antecesora, ella misma tuvo que crear la separación dentro de su hogar entre dos de sus hijos, permitiendo que cada uno se convirtiera en la nación que debía ser sin desearle a ninguno de ellos que resultase dañado:

“Y le fueron dichas a Rivka las palabras de Esav (que quería matar a Yaakov) … entonces hizo llamar a Yaakov… y le dijo: 'Esav tu hermano se consuela pensando en matarte… huye donde mi hermano Laván… hasta que se aplaque la ira de tu hermano… ¿por qué he de quedar privada de ustedes dos en un solo día?” (Génesis 27:42-45).

A Rivka le preocupaba que uno matara al otro, ya sea por venganza o en defensa propia, pues de ocurrir eso, ella perdería también al otro hijo por ser el asesino de su hermano. Rivka envió a Yaakov donde su familia, a la cual ella había rechazado hacía tanto tiempo, por el bien de ambos hijos:

“Yaakov fue a Padán Aram, a casa de Laván, hijo de Betuel el aramí, hermano de Rivka, [quien era] madre de Yaakov y Esav” (Génesis 28:5).

Al final, esta matriarca, fiel a su nombre, sirvió como el yugo que intenta mantener unidas a dos naciones dispares para cumplir con el propósito supremo de Dios.

Bondad: dar y alejar

La única conversación registrada en la Torá entre Rivka e Itzjak se refiere a la búsqueda de una esposa para Yaakov.

“Y le dijo Rivka a Itzjak: 'Me hastié de mi vida a causa de las hijas de Jet (con las que se casó Esav) … que Yaakov vaya a Jarán, porque si Yaakov se casa con una mujer de Canaán, mi vida no tendría sentido…” (Génesis 27:46, de acuerdo a la interpretación de los comentaristas).

¡Hablando como una verdadera suegra! Rivka protegió a Itzjak de las noticias de que sus hijos estaban en guerra entre sí y de que Yaakov tenía que huir de la ira de Esav por temor a que lo matasen. En cambio, en lo que pareciera ser un pedido egoísta, le pidió a Itzjak que le hiciera el favor de aconsejarle a Yaakov que se marchase a Canaán para encontrar una esposa. Luego Itzjak, como si fuera su propia idea, le dio a Yaakov la aprobación y le dijo que fuese a Jarán para intentar encontrar allí a su alma gemela.

Incluso en esta etapa tardía, cuando Rivka finalmente confrontó a Itzjak y le pidió algo, lo hizo motivada por su gran bondad y generosidad. No quería apesadumbrarlo con información dolorosa sobre sus hijos ni que continuase con su idea equivocada sobre Esav. Incluso hizo parecer que la partida de Yaakov era idea de Itzjak.

Así deberían ser la bondad y el dar en un matrimonio. Un matrimonio es cuando dos personas diferentes se cuidan una a otra y se dan tanto que recapturan aquella unicidad inicial del humano masculino-femenino que precedió a la separación entre Eva de Adán. Ya no es "mis necesidades frente a las tuyas… yo tenía razón y tú estabas equivocado", sino "tu dolor es mi dolor, tu dignidad es mi necesidad, tanto como la mía".

En hebreo, la palabra para actos de bondad es "guemilut jasadim", literalmente "el destete de bondad" (guemilut significa destetar). ¿No es una contradicción? Destetar significa distanciarse y crear separación, mientras que bondad significa dar, conectar y unir.

Vemos de aquí que la verdadera bondad es darle al receptor el sentimiento de que no está recibiendo, sino de que es completamente independiente de ti. De no ser así, la vergüenza que inevitablemente sentiría el receptor haría que la bondad sea menos completa.

Este es el tipo de bondad que Dios nos brinda: Nos da todo, pero hace que creamos que nos lo ganamos y que lo merecemos (¡cuando en realidad Él lo está orquestando todo!). Este es el método que deberíamos emular en el matrimonio: Le damos a nuestra pareja, sin darle la sensación de que estamos a cargo y de que somos benefactores.

Esta es la esencia de Rivka: Tanto en la primera ocasión en que apareció en escena, cuando extrajo agua del pozo incansablemente para un hombre y sus animales, como luego en su matrimonio con Itzjak y en el nacimiento de sus dos hijos, los influyó para que hicieran lo mejor, pero nunca a expensas de la dignidad del otro.

Qué apropiado que es entonces que Rivka aparezca por primera y última vez en el contexto de arreglar un matrimonio: la primera vez para Itzjak y la última para su hijo Yaakov. La madre bondadosa por excelencia, cuyo nombre proviene del yugo que une dos elementos separados, nos enseña una lección para la eternidad sobre la separación y la independencia, sobre el matrimonio y la naturaleza de dar de verdad.

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