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En honor a Tu Bishvat, lo que podemos aprender de los arboles.
En nuestras ocupadas vidas, es fácil pasar por alto las valiosas lecciones que la naturaleza tiene para ofrecer. Tu Bishvat —el año nuevo de los árboles— nos recuerda que los árboles tienen un tesoro oculto de sabiduría. Aquí hay cinco ideas que podemos aprender de los árboles:
Para su bienestar, los árboles dependen de su ambiente. Ellos reciben sus nutrientes, agua y minerales vitales de la tierra en la que están plantados. En tierra rica y fértil, los árboles prosperan porque tienen todo lo que necesitan para crecer fuertes y sanos. Si están plantados en tierra de baja calidad, no recibirán suficientes nutrientes y su crecimiento puede verse afectado.
Lo mismo ocurre con los humanos. Nuestro entorno influye significativamente en nuestro crecimiento y desarrollo. El medio en que nos colocamos, ya sea donde vivimos, donde trabajamos o con quién interactuamos, juega un rol crucial en nuestra formación. Como dice en Proverbios (13:20): “Quien camina con los sabios se convertirá en sabio, mientras que quien se asocia con los tontos sufrirá”. Cuando nos ponemos en ambientes positivos y pasamos tiempo con individuos que nos apoyan y nos inspiran a ser lo mejor posibles, es más probable que florezcamos y tengamos éxito.
Un árbol tiene la habilidad de doblarse con el viento sin romperse. Esta flexibilidad le permite resistir las más fuertes ráfagas y sobrevivir las tormentas más turbulentas.
La habilidad del árbol de doblarse sin quebrarse nos recuerda que debemos adaptarnos, ser flexibles y aprender a ajustar nuestras estrategias cuando cambian las circunstancias. Las rutinas que funcionaban bien en el pasado pueden no seguir siendo siempre efectivas para nuestra situación actual. La vida puede ser impredecible y tenemos que ser capaces de adaptarnos a las realidades que debemos enfrentar.
Al tener una mentalidad flexible y aprender a doblarnos en vez de quebrarnos podemos navegar por las tormentas de la vida con resiliencia y seguir creciendo y prosperando incluso en medio de la incertidumbre y de condiciones cambiantes.
Los árboles exhiben una extraordinaria resiliencia, soportando tormentas, sequías e incendios mientras siguen creciendo y prosperando año tras año. Después de tales eventos, los árboles se recuperan regenerando nuevo crecimiento: brotan nuevamente desde sus raíces, desarrollan nuevas ramas o diseminando semillas que germinan en nuevos árboles.
También nosotros demostramos nuestra fortaleza al navegar los desafíos de la vida. A veces, la vida parece cargada de dificultades personales, contratiempos y eventos inesperados, pero poseemos la habilidad innata de aprender y crecer de nuestras experiencias.
Al aceptar los desafíos como oportunidades para el autodesarrollo, podemos atravesar las complejidades de la vida con valentía, determinación y esperanza, emergiendo más fuertes y resilientes de cada prueba que superamos.
Tal como un árbol se ancla con raíces que le proveen estabilidad y acceso a los nutrientes esenciales, los humanos dependemos de valores, creencias y relaciones básicas que nos cimientan y nutren nuestro crecimiento.
Nuestras raíces están profundamente entrelazadas con la rica tierra de nuestras tradiciones familiares, la herencia cultural, los lazos comunitarios y, para muchos, las profundas enseñanzas y la historia de nuestra fe judía. Estas raíces sirven como una fuente de sabiduría y guía, nutriendo nuestras almas y dando forma a nuestra identidad.
Aprender del pasado no sólo nos permite afirmarnos en el mundo sino que también nos provee un profundo sentimiento de pertenencia, conexión y autocomprensión.
Los árboles viven en una escala de tiempo diferente que los humanos. Ellos prosperan con paciencia, tardando años o incluso décadas en llegar a la madurez, creciendo sólo unos cuantos centímetros o metros cada año. Un árbol no se apura, sino que se enfoca en construir ramas fuertes y profundos sistemas de raíces.
El crecimiento lento de los árboles nos recuerda que las cosas buenas toman tiempo, al igual que una fruta que madura en una rama. No podemos pasar de cero a héroes y alcanzar todas nuestras aspiraciones de la noche a la mañana. Más bien tenemos que aceptar el crecimiento gradual y sostenido y priorizar las metas a largo plazo por encima de la gratificación instantánea. La paciencia lleva al éxito duradero, tal como un roble maduro que se alza imponente a lo largo de varios siglos.
En honor a Tu Bishvat, hagamos un esfuerzo consciente por aplicar una de las lecciones de vida que nos enseñan los árboles.
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