Sé tu mismo

08/12/2022

6 min de lectura

Vaishlaj (Génesis 32:4-36:43 )

A menudo he dicho que el episodio en el cual el pueblo judío adquirió su nombre (cuando Iaakov luchó con un adversario sin nombre en medio de la noche y recibió el nombre Israel), es esencial para entender qué significa ser judío. También pienso que este episodio es igualmente crítico para entender qué significa ser un líder.

Hay diversas teorías respecto a la identidad del "hombre" que luchó esa noche con el patriarca. La Torá lo llama un hombre. El profeta Oseas (Hoshea) lo llama un ángel (Oseas 12:4-5). Los Sabios dicen que era Samael, el ángel guardián de Esav y una fuerza del mal.(1) Iaakov mismo estaba seguro de que era Dios. "Iaakov llamó al lugar Peniel, 'pues he visto a lo Divino cara a cara, y se salvó mi vida'" (Génesis 32:31).

Mi sugerencia es que sólo podemos entender el pasaje si revisamos toda la vida de Iaakov. Iaakov nació aferrado al talón de Esav. Él le compró a Esav la primogenitura. Le robó las bendiciones. Cuando su padre ciego le preguntó quién era, él respondió: "Yo soy Esav, tu primogénito" (Génesis 27:19). Iaakov era el niño que quería ser Esav.

¿Por qué? Porque Esav era el mayor. Porque Esav era fuerte, físicamente maduro, un cazador. Sobre todo, porque Esav era el favorito de su padre: "Itzjak amaba a Esav porque le gustaba lo que cazaba, pero Rivká amaba a Iaakov" (Génesis 25:28). Iaakov es el paradigma de lo que el antropólogo y teórico literario francés René Girard llamó deseo mimético, lo que implica que queremos lo que quiere otra persona, porque queremos ser esa persona.(2) El resultado fue la tensión entre Iaakov y Esav. Esta tensión creció a una intensidad insoportable cuando Esav descubrió que las bendiciones que su padre había reservado para él habían sido adquiridas por Iaakov. Entonces Esav juró que iba a matar a su hermano cuando Itzjak muriera.

Iaakov escapa a la casa de su tío Laván, donde encuentra más conflicto. Cuando está regresando a su hogar, se entera que Esav viene a su encuentro con un ejército de cuatrocientos hombres. En una inusual y muy fuerte descripción de emociones, la Torá nos dice que Iaakov estaba "muy asustado y angustiado" (Génesis 32:7). Sin duda asustado porque Esav venía para matarlo, y tal vez angustiado porque a su hermano no le faltaban causas para sentir esa animosidad.

Como vimos antes, Iaakov había provocado daño a su hermano. Itzjak le dijo a Esav: "Tu hermano vino con engaño y tomó tu bendición" (Génesis 27:35). Siglos más tarde, el profeta Oseas dijo: "Dios tiene una acusación en contra de Iehudá, él va a castigar a Iaakov conforme a sus caminos y le pagará de acuerdo con sus actos. En el vientre se aferró al tobillo de su hermano, como hombre luchó con Dios" (Oseas 12:3-4). Jeremías usa el nombre Iaakov para referirse a alguien que practica el engaño: "Cuídese cada cual de su prójimo y no confíe en ningún hermano; porque cada uno de ellos es un engañador (akov iaakov) y cada hermano es un calumniador" (Jeremías 9:3)

Todo el tiempo que Iaakov trató de ser Esav, hubo tensión, conflicto, rivalidad. Esav se sintió engañado, Iaakov sintió miedo. Esa noche, cuando estaba a punto de encontrarse nuevamente con Esav después de una ausencia de veintidós años, Iaakov luchó consigo mismo. Finalmente se deshizo de la imagen de Esav, la persona que quería ser, que había llevado consigo durante todos esos años. Este es un momento crítico en la vida de Iaakov. A partir de ahora, está satisfecho con ser él mismo. Sólo cuando dejamos de querer ser otra persona (en las palabras de Shakespeare: "desear el arte de este hombre y el alcance de ese hombre, con lo que más disfruto y menos me contento"),(3) podemos estar en paz con nosotros mismos y con el mundo.

Este es uno de los mayores desafíos del liderazgo. Es demasiado fácil que un líder busque la popularidad siendo lo que la gente quiere que sea: un liberal para los liberales, un conservador para los conservadores, tomar decisiones que le ganen temporalmente el reconocimiento en vez de fluir de acuerdo con sus principios y convicciones. El consejero presidencial David Gergen una vez escribió sobre Bill Clinton que él "todavía no está exactamente seguro de quién es y trata de definirse de acuerdo con lo que les gusta a los demás. Eso lleva a toda clase de contradicciones, y a que los demás lo vean como una mezcla constante de fuerzas y debilidades".(4)

Los líderes a veces tratan de "mantener unido al equipo" diciendo cosas diferentes a diferentes personas, pero eventualmente esas contradicciones salen a la luz, en especial ante la total transparencia que imponen los medios de comunicación modernos, y el resultado es que el líder pierde integridad. La gente ya no cree en sus declaraciones. Hay una pérdida de confianza y de autoridad que puede llevar mucho tiempo restaurarlas. El líder puede descubrir que su puesto se ha vuelto insostenible y verse obligado a renunciar. Pocas cosas hacen que un líder se vuelva menos popular que la búsqueda de popularidad.

Los grandes líderes tuvieron el coraje de vivir siendo poco populares. Abraham Lincoln fue vilipendiado y ridiculizado durante su vida. En 1864, el New York Times escribió sobre él: "Ha sido denunciado constantemente como un perjurador, un usurpador, un tirano, un subversor de la Constitución, un destructor de las libertades de su país, un forajido temerario, un frívolo despiadado respecto a las agonías de una nación moribunda".(5) Winston Churchill, hasta que se convirtió en primer ministro durante la Segunda Guerra Mundial, fue descartado como un fracasado. Y poco después de que terminara la guerra, fue derrotado en las elecciones generales de 1945. Él mismo dijo que "el éxito es ir a tropezones de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo". John F. Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados. Cuando murió Margaret Thatcher, algunas personas lo celebraron en las calles.

Iaakov no era un líder; todavía no había ninguna nación que pudiera guiar. Sin embargo, la Torá se expande para darnos una visión de su lucha por lograr la identidad, porque no era algo que le pertenecía sólo a él. La mayoría hemos experimentado esta lucha. (La palabra avot que se usa para describir a Abraham, Itzjak y Iaakov no sólo significa "padres, patriarcas", sino también "arquetipos"). No es sencillo superar el deseo de ser otra persona, desear lo que tiene otro, ser lo que él es. La mayoría tenemos esta clase de sentimientos de vez en cuando. Girard argumenta que esta ha sido la mayor fuente de conflicto a lo largo de la historia. Puede ser necesario toda una vida de lucha antes de llegar a saber quiénes somos y ceder al deseo de ser lo que no somos.

Más que nadie en el Génesis, Iaakov está rodeado de conflictos. No sólo entre él y Esav, sino también él con Laván, entre Rajel y Leá y entre sus hijos, Iosef y sus hermanos. Es como si la Torá nos estuviera diciendo que mientras haya conflicto dentro de nosotros, habrá conflicto a nuestro alrededor. Tenemos que resolver nuestra tensión interna antes de poder hacerlo para los demás. Tenemos que estar en paz con nosotros mismos antes de poder estar en paz con el mundo.

Esto es lo que ocurre en la parashá de esta semana. Después de luchar con el extraño, Iaakov atraviesa un cambio de personalidad, una transformación. Él devuelve a Esav la bendición que le había quitado. El día previo le había devuelto la bendición material al enviarle cientos de cabras, ovejas, carneros, camellos, vacas, toros y burros. Ahora le devuelve la bendición que dice: "Sé señor de tus hermanos y se postrarán ante ti los hijos de tu madre" (Génesis 27:29). Iaakov se prosterna siete veces ante Esav. Le dice "mi señor" (33:8) y se refiere a sí mismo como "tu siervo" (33:5). De hecho usa la palabra "bendición", aunque esto a menudo se pierde en la traducción. Él dijo: "Toma ahora mi bendición que se te ha traído" (33:11). El resultado fue que los dos hermanos se encontraron y partieron en paz.

Las personas tienen conflictos. Tienen diferentes intereses, pasiones, deseos, temperamentos. Incluso si no fuera así, de todos modos habría conflictos, como lo saben los padres. Los niños (y no sólo los niños), buscan atención, y uno no puede prestar a todos la misma atención todo el tiempo. El trabajo del líder es manejar los conflictos que afectan a cada grupo humano, y si el líder no está seguro y no confía en su propia identidad, los conflictos persisten. Incluso si el líder se ve a sí mismo como un mediador, los conflictos perdurarán.

La única respuesta es "conocerse a uno mismo". Debemos luchar con nosotros mismos, tal como lo hizo Iaakov en esa noche especial; dejar atrás a la persona con la cual nos comparamos todo el tiempo. Aceptar que a algunas personas les gustaremos y estarán de acuerdo con aquello que defendemos, y otros no. Entender que es mejor buscar el respeto de algunos antes que la popularidad entre todos. Esto puede involucrar una lucha de toda la vida, pero el resultado es una fuerza inmensa. Nadie es más fuerte que aquél que sabe quién es.

Shabat shalom


NOTAS

  1. Bereshit Rabá, 77; Rashi sobre Génesis 32:35; Zóhar I, Vaishlaj, 170a.
  2. René Girard, La violencia y lo sagrado
  3. Shakespeare, “Soneto 29”.
  4. David Gergen, Eyewitness to Power (New York: Simon & Schuster, 2001), 328.
  5. John Kane, The Politics of Moral Capital, Cambridge University Press, 2001, 71.
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