"Si andan en Mis decretos y preservan Mis mandamientos y los llevan a cabo" (Vaikrá 26:3)

Rav Simja Bunim de Pesisja señaló que mientras los ángeles celestiales no progresan en santidad sino que se quedan para siempre en el estado en el cual fueron creados, el hombre no debe permanecer estático sino avanzar en espiritualidad cada día de su vida. A esto se refirió el profeta: "Si anduvieres por mis caminos y si guardares mi ordenanza, también tú gobernarás mi casa, también guardarás mis atrios y te permitiré que te muevas entre estos inmóviles [ángeles]". (Zacarías 3:7).

Dios nos permitió tener "movimiento", es decir, crecer en espiritualidad, en contraste con los ángeles que permanecen estacionarios.

Rav Saadia Gaón una vez llegó a una posada, y como el encargado no lo reconoció, no le brindaron el honor que se merecía, sino que fue tratado decentemente como cualquier otro cliente. Alguien lo reconoció y le informó al encargado de la posada quién era su huésped. El encargado se disculpó profusamente ante el Gaón.

"¿Por qué me pide disculpas?", le preguntó el Gaón. "Me ha tratado muy bien".

El encargado de la posada le dijo: "Pero de haber sabido quién es, lo hubiera servido con mucho más respeto".

El Gaón comenzó a llorar. "Hoy entiendo a Dios mejor que ayer. Si tan sólo hubiera sabido ayer lo que sé hoy, habría servido a Dios con mucho más fervor".

Seamos sinceros con nosotros mismos. ¿Hemos progresado espiritualmente en el último día? ¿Cada día de nuestra vida es un día de desarrollo espiritual? Si no es así, entonces no estamos cumpliendo nuestro rol como seres humanos. Tenemos la capacidad de crecer espiritualmente y está mal no hacerlo.

El hecho es que no es posible permanecer en un lugar. Si somos negligentes en avanzar espiritualmente, este fracaso nos hace retroceder. Estamos en constante movimiento. Si no avanzamos, retrocedemos.

Las palabras de la Torá son precisas. No basta con cumplir las mitzvot. Debemos hacerlo de forma tal que progresemos en espiritualidad.