Sentir el amor de Dios

09/10/2024

2 min de lectura

Bereshit (Génesis 1:1-6:8 )

En esta porción de la Torá Dios coloca a Adam en el Jardín del Edén y le dice que puede comer de todos los árboles, excepto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. La serpiente convence a Javá (Eva) para que coma de ese árbol, y ella le da de comer también a Adam. Dios dio a Adam y Javá un solo mandamiento: evitar comer el frutos de ese árbol, y no lo cumplieron.

Al comer del Árbol del Conocimietno, Adam y Javá tomaron conciencia de su desnudez y se hicieron delantales. "Entonces se abrieron los ojos de ambos y tomaron conciencia de que estaban desnudos, por lo que cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales" (3:7) Más adelante, en Génesis (3:21), el versículo dice que "…Dios hizo para Adam y su esposa túnicas de piel y los vistió".

¿Por qué Dios iba a hacerles ropa si ellos ya se habían hecho delantales? Además, ellos mismos se habían provocado esa vergüenza. Estaban avergonzados como una consecuencia natural de pecar contra Dios y comer del Árbol. Entonces, ¿por qué Dios los vistió?

Lección: 

Este es un increíble ejemplo del abundante amor, compasión y perdón que Dios nos otorga en todo momento. Adam y Javá se hicieron delantales porque se avergonzaron al comprender que necesitaban ropa, lo cual fue el resultado directo de que pecaran comiendo del Árbol. A menudo, tenemos una actitud de "tú haces tu cama, puedes acostarte en ella". Si alguien comete un error, tiene que soportar las consecuencias. Sin embargo, Dios en Su abundante misericordia no se relaciona con nosotros de esta manera.

Incluso después de que Adam y Javá se hicieran delantales, Dios fue más allá: les hizo prendas bellas y los vistió Él mismo para mostrarles que sin importar lo que ellos hicieran, Él siempre proveería a sus necesidades, los ayudaría y los amaría.

Dios nos provee, está exactamente donde nosotros estamos, entregándonos ropa y bañándonos con amor y compasión en todo momento y en toda situación.

Dios nos ama más de lo que podemos imaginar, más de lo que nuestros corazones tienen la capacidad de amar. Por lo tanto, incluso cuando cometemos faltas, incluso cuando nosotros somos los que provocamos el problema, incluso cuando nosotros actuamos en contra de Dios y nos alejamos de lo que sabemos que es bueno, Dios sigue manteniéndonos cerca y limpia lo que ensuciamos para ponernos de nuevo en el camino correcto.

El amor de Dios no depende de nosotros ni de nuestros actos, tal como un padre no ama menos a su hijo porque cometió un error. El amor de Dios depende de una única cosa: el hecho de que Dios es un Dios de amor que nos ama incondicionalmente y más de lo que nuestros corazones pueden llegar a amar. Cuando podemos apegarnos a esto, sentimos el amor de Dios. Sin importar dónde estemos ni qué hayamos hecho, estamos en el camino correcto; adelantando y corrigiendo, tal como Adam y Javá.

Ejercicio:

Piensa en un momento en el que hayas metido la pata. Siente en tu corazón que Dios ya te ha perdonado por eso. Ahora perdónate a ti mismo.

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