Sobre barbas de “Sefirá” y señales arruinadas

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Emor (Levítico 21-24 )

Si observas a los hombres judíos después de Pésaj, verás que la mayoría tiene una barba incipiente. ¿Por qué de repente desean unirse a los hombres barbudos del mundo? Se trata sólo de una barba t

Si observas a los hombres judíos después de Pésaj, verás que la mayoría tiene una barba incipiente. ¿Por qué de repente desean unirse a los hombres barbudos del mundo? Se trata sólo de una barba temporaria, que se deja crecer en señal de duelo durante el período entre Pésaj y Shavuot, llamado Sefirat HaÓmer (la Cuenta del Ómer).

En realidad, la barba de “Sefirá” debería ser algo contradictorio. Nos entusiasma esperar que llegue Shavuot, recibir la Torá y volvernos a comprometer a ella. Por eso contamos los 49 días entre Pésaj y Shavuot, esperando con ansias que llegue ese día. Es un momento de gran felicidad. ¿Cómo pudo la historia judía desarrollarse de forma tal que este período se convirtiera en un tiempo de duelo? ¿Desde cuándo la pasión y la alegría terminan en tristeza?

Vamos a explicar esta aparente dicotomía y a estudiar en profundidad los roles contradictorios del período de Sefirat Haómer, sobre lo cual habla nuestra parashá, Emor:

Al día siguiente del día de cese (Pésaj), a partir del día que traigan el ómer, contarán para ustedes siete semanas. Serán siete semanas completas… contarán cincuenta días (Vaikrá 23:15-16).

El Séfer Hajinuj (alrededor del 1300) elucida el objetivo de esta cuenta (adaptado):

La base de la existencia del pueblo judío es la Torá. Y toda la existencia fue creada para la Torá. Esta fue la razón de la redención y del éxodo de Egipto: para que pudiéramos recibir la Torá en el Sinaí. Por lo tanto, se nos ordenó contar desde Pésaj hasta Shavuot para que mostremos nuestro entusiasmo y ansiedad hacia el día de la Entrega de la Torá. Anhelamos ese día al igual que un esclavo anhela su libertad y cuenta los días que faltan hasta llegar a ser libre.

Del Séfer Hajinuj entendemos claramente que los 49 días que se cuentan entre Pésaj y Shavuot fueron diseñados para manifestar apasionadamente nuestra dedicación a la Torá.

Asimismo, encontramos en nuestra parashá (Vaikrá 23:36) una idea increíble de Najmánides (Rambán). El Rambán compara el período de 49 días de la cuenta con Jol HaMoed, los días intermedios de una festividad. Así como Sucot y Pésaj tienen días festivos al comienzo y al final, y días casi festivos en el medio, así también todo el período de Sefirat Haómer, desde Pésaj hasta Shavuot, es casi una festividad, un Jol HaMoed.

Debería ser un momento de gran alegría y felicidad. Sin embargo, es lo contrario.

El Talmud en Ievamot 62b describe el período de la Sefirá como una temporada de duelo y tristeza por la muerte de los 24 000 alumnos de Rabí Akiva que fallecieron en este período.

¿Cómo pudo ocurrir esta transformación histórica a nivel nacional? ¿Como pudieron estas trágicas muertes cambiar la naturaleza de nuestra alegre cuenta y preparación para la entrega de la Torá?

Otra pregunta. Durante este período dejamos crecer nuestro bello facial, no escuchamos música y no celebramos bodas. ¿Exactamente por qué guardamos duelo?

Parece obvio: el Talmud en Ievamot nos dijo que guardamos duelo por la muerte de los alumnos de Rabí Akiva. Pero no es tan simple.

Lamentablemente, la historia judía está repleta de tragedias al menos tan horribles como la que les ocurrió a los 24 000 estudiantes. Sin embargo, no encontramos ninguna conmemoración que dure 49 días (o, al menos, 33 días hasta llegar a Lag BaÓmer. Ver Shulján Aruj 493). No puede ser que lamentemos la muerte de un gran número de judíos (24 000), porque sufrimos tragedias en las que fallecieron todavía más personas.

Tampoco es posible que guardemos duelo porque fallecieron 24 000 rabinos, porque hubo muchas tragedias en las que murieron por lo menos un número similar de rabinos (e incluso más). Entonces, ¿por qué el duelo? ¿Y por qué durante un período tan largo de tiempo?

La respuesta es que lamentamos la Torá que se perdió con la muerte de los 24 000 alumnos de Rabí Akiva. Rabí Akiva fue el sabio de Torá más importante de la era talmúdica. El futuro de la tradición de la Torá estaba en manos de sus estudiantes. Ese futuro se perdió con ellos. Si Rabí Akiva no hubiera salvado a cinco estudiantes, como continúa diciendo el Talmud, hubiésemos perdido la tradición de la Torá para siempre. Gracias a Dios la Torá sobrevivió, pero perdimos las ideas y las perspectivas de 24 000 eruditos, algo que jamás podremos recuperar.

¿Por qué los alumnos de Rabí Akiva murieron específicamente en el período entre Pésaj y Shavuot? Los comentaristas explican que dado que es el período de la Sefirá, tenemos la obligación de contar y mostrar nuestro respeto y valoración por la Torá. Como dice el Talmud en Ievamot, los alumnos de Rabí Akiva murieron porque no se respetaban los unos a los otros. (Esta afirmación requiere mayor explicación y, con certeza, no debe entenderse de forma literal, pero eso está fuera del alcance de este ensayo). Si no se respetaban los unos a los otros como eruditos de Torá, aparentemente tampoco valoraban a la Torá misma. Esto ocurrió en un período en el que Dios espera que haya mayor consciencia sobre el respeto que merece la Torá. Por eso los 24 000 alumnos murieron específicamente entre Pésaj y Shavuot.

A priori, deberíamos haber expresado nuestro respeto y honor por la Torá de manera positiva, contar los días hasta Shavuot con gran entusiasmo. Ahora continuamos expresando nuestra valoración y tributo por la Torá, pero a través del duelo. Nos dejamos crecer la barba, no escuchamos música y no celebramos bodas porque guardamos duelo para mostrar nuestro respeto por la Torá al sentir el dolor por la Torá que se perdió con la muerte de los 24 000 alumnos.

En cierto sentido, el duelo es porque, como nación, no logramos mostrar nuestra conexión con la Torá a través de una cuenta con alegría. La Providencia Divina consideró necesario que guardemos duelo durante este período y que expresemos reverencia por la Torá de una forma triste. Nuestro gloriosa y magnífica Sefirá (cuenta) se convirtió en un largo período de 49 días de duelo.

Entonces, ¿la barba de sefirá es una contradicción? Sí. Es casi como decir que tenemos un duelo alegre. Pero la idea nos recuerda la catastrófica metamorfosis del período de Sefirat Haómer, que pasó de una inmensa alegría a un dolor terrible. Pasamos de la sefirá, un contar apasionado, a la barba de quien guarda duelo.

El período de Sefirat Haómer es un tiempo para prepararnos para la Entrega de la Torá. Si bien los alumnos de Rabí Akiva fallaron (en un aspecto sutil) en sus preparaciones, nosotros no debemos hacerlo. Dios nos observa, espera ver nuestro entusiasmo por la Torá. Podemos demostrar nuestra alegría por la Torá tratando de ser mejores personas, dignas de recibir la Torá.

Durante este período muchos tratan de trabajar para mejorar su carácter y usan como guía los 48 Caminos hacia la Sabiduría de Pirkei Avot (cada día uno y el último día para una revisión general). Debemos responder a la altura de la circunstancias y prepararnos para Shavuot.

Este es un tema que se repite en el judaísmo, del cual no podemos escapar: debemos crecer constantemente.

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