Sobre padres y maestros

11/07/2022

5 min de lectura

Pinjas (Números 25:10-30:1 )

Por debajo de la parashá de esta semana hay una historia excepcional, Ella tiene lugar en el contexto de la plegaria de Moshé para que Dios nombre un sucesor como líder del pueblo judío.

Una alusión fue dada en las palabras de Dios a Moshé: "La verás, y después tú también serás recogido a tu pueblo como fue recogido tu hermano Aharón". A Rashi le intriga la palabra aparentemente superflua "también" y comenta que Moshé deseó "morir tal como había muerto Aharón".

¿En qué sentido Moshé envidió a Aharón? ¿Quería una muerte indolora, tal como la de Aharón? Sin duda no era eso. Moshé no le temía al dolor. ¿Envidió la popularidad de su hermano? Está escrito que cuando murió Aharón guardaron duelo "todos los hijos de Israel", algo que la Torá no dice en el caso de Moshé. Pero esta no puede ser la respuesta. Moshé sabía que el liderazgo no implicaba popularidad. Él no buscaba ser popular.  No podría haber hecho lo que hizo y lograr ser popular.

El Ktav Sofer da lo que probablemente es la interpretación correcta. Aharón tuvo el privilegio de saber que sus hijos seguirían sus pasos. Su hijo Elazar fue nombrado gran sacerdote cuando Aharón todavía vivía. De hecho, hasta la actualidad los cohanim son descendientes directos de Aharón. De acuerdo con el Ktav Sofer, Moshé anhelaba ver que uno de sus hijos, Guershom o Eliezer, tomara su lugar como líder del pueblo. Pero eso no ocurriría.

Rashi llega a la misma conclusión al señalar una segunda pista. El pasaje en el cual Moshé le pide a Dios que nombre un sucesor viene directamente después de la historia de las hijas de Tzelofjad, quienes pidieron que les permitieran heredar su porción de la Tierra de Israel, la que hubiera recibido su padre de no haber muerto. Rashi conecta los dos episodios: "Cuando Moshé escuchó que Dios le dijo que diera la herencia de Tzelofjad a sus hijas, él se dijo: 'Llegó el momento de que yo también solicite lo mío: que mis hijos hereden mi posición'. Dios le respondió: 'Esto no es lo que Yo he decidido. Ieshoshúa es digno de recibir la recompensa por su servicio, ya que él 'no se apartaba de la tienda'. A esto se refiere lo que dijo el Rey Salomón: 'El que cuida la higuera comerá su fruto y el que espera a su maestro será honrado'". Moshé no obtuvo lo que pidió.

De esta forma, con sus oídos sintonizados a cada matiz, los sabios y Rashi reconstruyen una narrativa que se encuentra por debajo de la superficie del texto bíblico. ¿Qué ocurrió con los hijos de Moshé? ¿Acaso el máximo líder del pueblo judío por dentro se sintió desilusionado porque sus hijos no heredaron su puesto? ¿Cuál es el mensaje más profundo que nos comunica el texto? ¿Hay algo de relevancia en la desilusión de Moshé? ¿Dios lo consoló de alguna manera?

Moshé y Aharón personifican los dos grandes roles en la continuidad judía: horim y morim, padres y maestros. Un padre transmite la herencia judía a sus hijos; un maestro hace lo mismo con sus discípulos. Aharón era el padre arquetípico; Moshé era el gran ejemplo de un maestro (hasta el día de hoy lo llamamos Moshé Rabenu, Moshé nuestro maestro). Aharón fue sucedido por su hijo; Moshé por su discípulo, Iehoshúa.

En varios lugares, los sabios enfatizan que el liderazgo de Torá no pasa automáticamente a lo largo de las generaciones. El Talmud (Nedarim 81a) dice:

Ten cuidado de no menospreciar a los hijos de los pobres, porque de ellos saldrá la Torá, como está escrito: "El agua fluirá de sus cubetas", lo que significa "de los pobres entre ellos" dice la Torá. ¿Y por qué no es habitual que los eruditos den a luz niños que sean eruditos? Rabí Iosef dijo que no se puede decir que la Torá sea su legado. Rabí Shisha hijo de Rabí Idi dijo que no deberían ser arrogantes con la comunidad. Mar Zutra dijo que porque actúan con prepotencia hacia la comunidad.

Si el liderazgo de la Torá fuera una dinastía, algo que se hereda de padres a hijos, el judaísmo se hubiera convertido muy pronto en una sociedad de privilegios y jerarquías. Los Sabios se oponían rotundamente a esta posibilidad. Todos tienen una porción en la Torá. Es el patrimonio compartido de todos los judíos. Esto queda claramente declarado en las palabras del gran sabio Maimónides:

Israel fue coronado con tres coronas: la corona de la Torá, la corona del sacerdocio y la corona de la soberanía. La corona del sacerdocio fue entregada a Aharón… La corona de la soberanía fue entregada a David… Sin embargo, la corona de la Torá es para todo Israel, como decimos: "Moshé nos ordenó la Torá, como un patrimonio para la congregación de Iaakov". Quien la desea, puede obtenerla. No supongas que las otras dos coronas son más importantes que la corona de la Torá, porque fue dicho: "Por mí los reyes reinan y los príncipes decretan justicia. Por mí, los príncipes gobiernan". De aquí aprendemos que la corona de la Torá es más importante que las otras dos coronas.

Esta es una de las grandes declaraciones igualitarias del judaísmo. La corona de la Torá está disponible para todo el que la busque. Hubo sociedades que buscaron crear igualdad distribuyendo de forma equitativa el poder o la riqueza. Ningunas de estas sociedades tuvo completo éxito. El enfoque judío es diferente. Una sociedad en la que todos tienen la misma dignidad, es una en la cual el conocimiento (la clase más importante de conocimiento, es decir la Torá, el conocimiento de cómo vivir) está disponible igualmente para todos. Desde los comienzos del tiempo hasta la actualidad, el pueblo judío estuvo constituido por una serie de comunidades construidas alrededor de escuelas, mantenidas por fondos comunitarios para que nadie fuera excluido.

Los Sabios establecen una fuerte comparación entre el hogar y la escuela, el padre y el maestro. Así, por ejemplo, Maimónides dictamina:

Cada erudito de Israel tiene la obligación de enseñar a todos los discípulos que quieran que él les enseñe, incluso si no son sus hijos, como fue dicho: "Y las enseñarás con diligencia a tus hijos". De acuerdo con la autoridad tradicional, la expresión "tus hijos" incluye a los discípulos, porque los discípulos son llamados hijos, como fue dicho: ""Y los hijos de los profetas se adelantaron" (Reyes II 2:3).

En el mismo sentido, Maimónides escribió en otro lado:

Tal como a la persona se le ordenó honrar y reverenciar a su padre, así también está obligado a honrar y reverenciar a su maestro, incluso más que a su padre, porque su padre le dio la vida en este mundo, mientras que su maestro le instruye la sabiduría que le asegura la vida en el Mundo Venidero.

La conexión también funciona en la dirección opuesta. Consistentemente a lo largo de los libros de Moshé, el rol de un padre es definido en términos de enseñanza e instrucción. "Deberás enseñar esto diligentemente a tus hijos". "Y será que cuando tu hijo te pregunte… entonces debes decirle…". La educación es una conversación entre las generaciones, entre padre e hijo. En el versículo de la Biblia que explica por qué Abraham fue elegido como el padre de una nueva fe, dice: "Lo he elegido porque él dirige a sus hijos y a su casa para que lo sigan cumpliendo los caminos de Dios haciendo lo que es correcto y justo". Abraham fue elegido para ser tanto un padre como un educador.

Por lo tanto, a Moshé se le negó la oportunidad de ver a sus hijos heredar su rol, para que su desilusión personal se convirtiera en una fuente de esperanza para las futuras generaciones. El liderazgo de Torá no es la prerrogativa de una elite. No se transmite por una sucesión dinástica. No está confinada a aquellos que descienden de grandes eruditos. Está abierta para todos, si lo deseamos y si le dedicamos nuestro mejor esfuerzo de energía y tiempo. Pero a la vez, Moshé recibió un gran consuelo. Así como hasta el día de hoy los cohanim son los hijos de Aharón, así también todos los que estudian Torá son los discípulos de Moshé. Algunos tienen el privilegio de ser un padre, otros, el de ser un maestro. Estas son dos maneras en las que algo de nosotros perdura para el futuro. Padre como maestro o Maestro como padre, estos son los mayores roles del judaísmo. Uno fue inmortalizado por Aharón, el otro por Moshé.

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