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Todos queremos vivir en un mundo donde la bondad triunfe sobre el mal.
Con la emoción que genera la nueva película de Superman dirigida por James Gunn, este es el momento perfecto para reflexionar sobre cómo este icónico héroe siempre ha encarnado una visión de justicia, esperanza y fuerza moral profundamente judía.
Cuando conocí a Superman por primera vez siendo niño, supe que quería ser como él. ¿Quién no querría volar, doblar acero con las manos y “luchar por la verdad, la justicia y el modo de vida norteamericano”? (¿Todavía se permite llamarlo “el modo de vida norteamericano”?) Cada encarnación de Superman representó grandeza, sacrificio y heroísmo, combinados con un sentido de humildad y propósito de ser.
Me encantaba leer las aventuras de Superman mientras luchaba contra Lex Luthor, Brainiac y una multitud de villanos “cuyo único impulso era solo la maldad”. Hasta el día de hoy, mi colección de casi 700 cómics, principalmente de los años 60 y 70 (la llamada Edad de Plata de los cómics), permanece pacientemente guardada en bolsas y cajas, esperando una nueva generación de jóvenes que aprecie su belleza y su mensaje.
Está bien documentado que los creadores de Superman (dos jóvenes judíos de Cleveland, uno de los cuales era originario de mi ciudad natal, Toronto, y que se inspiró en el Toronto Star para crear el Daily Planet) tomaron muchas ideas de la Torá para crear la historia. Las similitudes entre los orígenes de Superman que fue enviado cuando era un bebé en una nave espacial desde Krypton antes de que su mundo fuera destruido, recuerdan la historia de Moshé, quien fue enviado por el Nilo en una canasta para protegerlo cuando su mundo se desmoronaba debido a la esclavitud y el infanticidio. El nombre original de Superman es Kal-El, que lleva el nombre hebreo de Dios, El, e incluso podría evocar la voz de Dios, ya que la palabra hebrea para voz es Kol. Así, Kal-El significa “voz de Dios”, que es precisamente en lo que se convirtió Moshé: el profeta de Dios, legislador y voz de la verdad, la justicia y la bondad.
El significado detrás de Superman resuena profundamente en el alma judía porque el mensaje y la misión son muy similares a los del judaísmo. Como le dice su padre, Jor-El, en la película El hombre de acero:
“Tú le darás a la gente de la Tierra un ideal al que aspirar.
Ellos correrán detrás de ti, tropezarán, caerán.
Pero con el tiempo se unirán a ti bajo el sol.
Con el tiempo, los ayudarás a lograr maravillas.”
¿Hay algo más judío que el forastero, el alienígena, el que no encaja con los demás, la “nación que habita sola”, que viene a la Tierra y hace todo lo que está en su poder para perfeccionar ese mundo y hacerlo un lugar mejor? La marca distintiva del judaísmo es ser una "Luz para las Naciones", que se esfuerza por enseñar a la humanidad la gracia, la belleza y la santidad inherentes a la verdad y la justicia. Y aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, de hecho el judaísmo ha enseñado a gran parte de la humanidad ideales básicos como la libertad, no matar, no robar, cuidar del huérfano, la viuda y el desamparado, la fuerza no da derecho, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, “Justicia, justicia perseguirás”, la educación universal y una gran cantidad de otros conceptos que nuestro mundo aún lucha por aprender y vivir.
Y así como Superman debe recurrir a la fuerza en algunas ocasiones, su único propósito es derrotar el mal para que finalmente pueda haber paz en la Tierra, de la misma manera el pueblo judío sólo desea tomar las armas como último recurso para restaurar un equilibrio pacífico.
Rav Nóaj Weinberg, el fundador de Aish, solía decir que en lo más profundo de cada persona hay un deseo secreto e innato y un sentido de responsabilidad no sólo de hacer del mundo un lugar mejor, sino de hacer todo lo posible por hacerlo completo y perfecto. Fue este mismo deseo el que llevó a dos jóvenes judíos que vivieron en una época en la que los males del nazismo comenzaban a afianzarse y amenazar al mundo, a crear y dar vida a Superman.
Superman se ha convertido en un ícono para generaciones porque su mensaje, enraizado en aspiraciones e ideales judíos, es tan básico como universal: Queremos vivir en un mundo de bondad, verdad, juego limpio. Un mundo en el que, a pesar de las pruebas y tribulaciones y los momentos en que aparentemente estamos al borde de la destrucción, el Bien triunfa sobre el Mal.
Todo lo que tenemos que hacer es comprender nuestra misión y mantenernos dedicados a ella cada día con la misma pasión y constancia que tuvieron Siegel y Shuster cuando crearon a su héroe. Como dijo Jonathan Kent, el padre adoptivo de Clark Kent:
“Tengo que creer que fuiste enviado aquí por una razón.
Y aunque te lleve el resto de tu vida,
te debes a ti mismo averiguar cuál es esa razón.”
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