¿Quién tiene derecho a hablar en nombre del pueblo judío?


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Ella era la clave para salvar a la humanidad. Él mató para protegerla. ¿Fue justicia, asesinato... o ambas cosas? Una exploración ética desde la perspectiva judía.
The Last of Us fue primero un exitoso videojuego y ahora una triunfante serie de HBO que se desarrolla en un mundo donde una infección lo cambia todo.
Un hongo parasitario llamado Cordyceps muta y comienza a infectar a los humanos. El resultado es catastrófico: en cuestión de semanas, la civilización colapsa. Las ciudades son abandonadas, invadidas por monstruos “infectados”. Los gobiernos caen. La ley marcial y la anarquía reemplazan el orden. Es un mundo que se siente casi bíblico en su desolación.
Veinte años después, la humanidad pende de un hilo. Los sobrevivientes viven en zonas de cuarentena fortificadas o entre facciones despiadadas. La confianza es rara. La moralidad es fluida. Los infectados están por todas partes, pero también lo está el miedo de que las personas sean peores.
En este mundo quebrado encontramos a Joel, un contrabandista atormentado por la muerte de su hija durante los primeros días del brote. A él le encargan escoltar a Ellie, una niña de 14 años, a través del país. Ella ha sobrevivido a la mordida de un infectado, pero no presenta síntomas. Es inmune.
Ellie podría ser la única esperanza de la humanidad.
En su largo y peligroso viaje, Joel y Ellie enfrentan emboscadas, infectados, caníbales y cosas peores. Pero en el silencio entre tiroteos, sucede algo más profundo: Joel comienza a ver a Ellie como una hija. Ella se convierte en más que una misión; se convierte en familia.

Cuando finalmente llegan a los fireflies, un grupo rebelde que busca una cura, le dicen a Joel la devastadora verdad: para crear una vacuna, los médicos deben extraer el hongo mutado del cerebro de Ellie. Pero hacerlo la matará. Ella está inconsciente y no sabe nada de eso. Nadie ha pedido su consentimiento.
Le dicen a Joel que se despida.
En cambio, él elige luchar. En un estallido de violencia, irrumpe en el hospital, mata a los guardias y al cirujano de los fireflies, rescata a Ellie y escapa. Más tarde, cuando Ellie despierta, él le miente: “Había otros como tú. Después de todo no te necesitaban”.
El final provocó respuestas apasionadas. Algunos condenaron a Joel por negarle a la humanidad una cura. Otros lo defendieron por negarse a permitir que una persona inocente fuera asesinada sin consentimiento.
Desde una perspectiva judía, la historia plantea preguntas fundamentales:
La ley judía toma muy en serio el valor de la vida humana. De hecho, enseña que salvar una sola vida es como salvar un mundo entero. Se nos permite violar casi cualquier mandamiento de la Torá (Shabat, ayunar en Yom Kipur, incluso muchas prohibiciones) sólo para salvar una vida.
Pero hay límites. Y la situación de Joel se encuentra justo en medio de uno.
El Talmud de Jerusalem presenta un caso desgarrador: un grupo de judíos es rodeado por enemigos que dicen: “Entréguennos a uno de ustedes o mataremos a todos.” El dictamen según la ley judía: no está permitido entregar ni a una sola persona, salvo que ya sea merecedora de la pena capital.
Ellie no es culpable de nada. No es una amenaza. No es una criminal. Es una adolescente inocente. Matarla, aun con la esperanza de desarrollar una cura, no está permitido. La Torá no opera con lógica utilitarista. No se pesa una vida de valor infinito contra muchas. La vida de una persona no puede tratarse como una herramienta, ni siquiera para el fin más noble.

Esto significa simple y llanamente que lo que los fireflies planeaban estaba mal. Sin importar cuán grande pudiera ser el bien que surgiera, la ley judía no permite sacrificar al inocente.
Pero esto es sólo una parte de la cuestión. La siguiente pregunta es: ¿Qué se le permite hacer a Joel en respuesta?
En la ley judía, existe el concepto de rodef, un “perseguidor”. Si alguien trata activamente de matar a otra persona, la ley judía permite detenerlo, incluso con fuerza letal si no hay otra manera. Pero esto conlleva una condición importante: si puedes detenerlo por medios no letales, debes hacerlo.
¿Eran los fireflies perseguidores? Absolutamente. Estaban a punto de matar a Ellie sin su consentimiento. Esto era un intento de asesinato injusto. Joel tenía derecho a intervenir —incluso violentamente— para salvarla.
Pero, ¿qué hubiera ocurrido si Ellie hubiese aceptado el procedimiento? ¿Habría hecho el consentimiento permisible la operación?
La respuesta es compleja. Sí, en casos raros, pero generalmente, no. El suicidio está prohibido. La vida pertenece a Dios. Las intenciones nobles no anulan eso. Sin embargo, la ley judía reconoce actos raros de autosacrificio voluntario (no obligatorios, pero permitidos)como mesirut néfesh, una disposición a soportar sufrimiento, o incluso entregar la vida,por la fe y los valores judíos.
De acuerdo con Rabí Akiva: “Tu vida tiene precedencia sobre la de tu prójimo” (Talmud, Bava Metzía 62a). No puedes renunciar a una vida segura por la posibilidad de salvar otras. La vida de Ellie era segura; la cura no. La decisión de Joel está en línea con este principio.
La tradición judía honra acciones como la del Mayor Roi Klein, quien para salvar a otros se lanzó sobre una granada en la Segunda Guerra del Líbano. Su acto no fue suicidio, sino kidush Hashem, una santificación del Nombre de Dios.
Durante el Holocausto, figuras como Rav Eljanán Wasserman se quedaron con sus alumnos, y otros se entregaron para proteger a sus seres queridos. Estos actos son considerados fallos excepcionales para tiempos excepcionales; heroísmo espiritual, no la ley normativa.
El caso de Ellie podría haber caído en esa categoría, si ella hubiera sido una adulta con pleno consentimiento. Pero no lo era. Tenía 14 años, estaba inconsciente y nunca se le dio la oportunidad de elegir (lo que más tarde le dificultó perdonar a Joel por haberle arrebatado esa decisión). La Halajá no lo llamaría sacrificio. Lo llamaría asesinato.*

Entonces, ¿qué pensar de la decisión de Joel?
De acuerdo con la ley judía, hizo lo correcto. Detuvo un asesinato que estaba por ocurrir y protegió una vida inocente. Eso no es traición a la humanidad, es su defensa.
Pero también importa cómo actuó. La Torá valora tanto el proceso como el resultado. Si usó fuerza excesiva o mató innecesariamente, esas acciones estarían prohibidas. La ley judía tiene límites, incluso al salvar vidas.
¿Y qué hay de Ellie?
Si le hubieran preguntado y ella hubiese elegido sacrificarse, ese acto, aunque no obligatorio, podría haber sido visto como loable, una forma de mesirut néfesh, de gran autosacrificio.
Quizás eso es lo que The Last of Us realmente está preguntando. El título no se refiere sólo a los sobrevivientes. Habla de lo último que queda de algo más profundo: la verdad, la conciencia y la moralidad.
¿Quiénes son “los últimos de nosotros”? Aquellos que se aferran a sus valores cuando todo lo demás se ha perdido.
Joel, imperfecto pero decidido, no permitió que una niña inocente fuera sacrificada por la esperanza. Actuó para detener una injusticia, no para dominar.

Ellie, incluso en su vulnerabilidad, se mantuvo como un símbolo de esperanza. Su vida importaba no sólo como una posible cura, sino como persona. Un mundo en sí misma.
En un mundo quebrado, Joel salvó una vida. Y en el pensamiento judío, eso significa que salvó un universo.
Con aportes de Rav Itzjak Berkovits y Rav Noson Weisz.
* Aunque una niña mayor de 12 años es una bat mitzvá, las fuentes clásicas del judaísmo [incluyendo el Shulján Aruj (Joshen Mishpat 235), Rosh (Bava Metzia 6) y Tosafot (Nidá 45b)[ enfatizan que decisiones tan serias como esta requieren más que edad; requieren un conocimiento pleno y maduro. Y como explican poskim modernos como Rav Asher Weiss, incluso aquellos que son considerados adultos según la ley judía pueden carecer de la madurez necesaria para consentir a decisiones que pongan fin a la vida.
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Pero Joel no estaba infectado, también podría ser un posible "cura' de la enfermedad.... O no entendí del todo la historia.