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Ajarei Mot (Levítico 16-18 )

Temas contemporáneos a través del prisma de la parashá semanal.

El comienzo de esta parashá trata sobre el servicio del cohen gadol en Iom Kipur. El final de la parashá se refiere a la prohibición de araiot, las relaciones prohibidas. A primera vista, la yuxtaposición resulta extraña. Después de todo, Iom Kipur es la cúspide de pureza y santidad, un día en el que somos comparados a los ángeles, mientras que el capítulo de las relaciones prohibidas se refiere al aspecto más bajo y burdo del ser humano. Esta conexión es imposible de ignorar cuando recordamos que esta misma sección conforma la lectura de la Torá del rezo de Minjá en Iom Kipur.

Tosafot explican que la razón por la que leemos la parashá de las relaciones prohibidas en Iom Kipur, es porque en este día las mujeres están bien vestidas en honor de la festividad, y por eso esta sección nos advierte para que no caigamos en el pecado. (1)

Esta explicación requiere más aclaración. En Iom Kipur, particularmente en el momento de Minjá, estamos cansados, hambrientos y en un estado muy puro de plegaria y teshuvá. Las mujeres, que están en la misma situación, sin duda no presentan su aspecto más atractivo en ese momento del día. Además, las mujeres se visten bonitas para todo Iom Tov. En los otros Iamim Tovim no estamos cansados ni hambrientos, ni en el elevado nivel espiritual de Iom Kipur. ¿No tendría más sentido leer esta sección en otro Iom Tov? De todos los Iamim Tovim, ¿por qué precisamente fue elegido Iom Kipur para comunicar esta idea?

El mensaje es extremadamente penetrante y pertinente: incluso cuando estás en tu nivel más elevado de espiritualidad (y tu cuerpo está debilitado por el ayuno y la plegaria de todo el día), debes mantener la guardia en alto para no caer en relaciones prohibidas. Ein apotropus laaraiot, (2) no hay nada que pueda protegernos de las relaciones prohibidas. Nadie es inmune a los poderosos y lujuriosos impulsos del componente animal de nuestro cuerpo. Leemos la parashá sobre las relaciones prohibidas precisamente en Iom Kipur para comprender esta idea: nadie puede bajar la guardia, porque no existe ni un momento en la vida de la persona en el que ella no sea vulnerable a este poderoso iétzer hará.

Asimismo, no existe ninguna persona (sin importar lo grandiosa que sea), que sea inmune a este iétzer hará. La Guemará en Kidushín (3) dice: "Rabí Meir se burlaba de quienes pecan (al transgredir la prohibición de relaciones prohibidas). Un día, el Satán se le apareció a Rabí Meir con la forma de una mujer al otro lado del río. No había ningún barco disponible, por lo que Rabí Meir (superado por el deseo) se aferró a una soga (que estaba atada desde una orilla del río hasta la otra sobre una tabla delgada) y comenzó a cruzar el río. Cuando llegó a la mitad, el Satán se reveló y le dijo: "Si no fuera porque se anunció en el Cielo 'Ten cuidado con Rabí Meir y su Torá', hubiera hecho que tu sangre valiera dos mea". La Guemará continúa contando un episodio similar sobre Rabí Akiva, quien trepó a un árbol detrás de lo que creyó que era una hermosa mujer, hasta que el Satán se reveló como lo había hecho con Rabí Meir y efectuó la misma declaración.

Rabí Akiva y Rabí Meir eran dos de los más grandiosos tanaim. No podemos siquiera imaginar su altísimo nivel de kedushá y tahará. Sin embargo, la Guemará enseña que incluso ellos, con su sublime nivel, podrían haber pecado de no haber sido por la ayuda especial que recibieron del Cielo.

La Guemará también cuenta (4) que Rabí Meir solía decir: "Tengan cuidado conmigo por mi hija (es decir, no me dejen solo con ella)", y que Rabí Tarfón decía: "Tengan cuidado conmigo por mi nuera (es decir, no me dejen solo con ella)".

La Guemará relata que cierto estudiante se burló de Rabí Tarfón por haber dicho eso, "y no pasó mucho tiempo hasta que ese estudiante tropezó en el pecado con su suegra".

Rav Aharón Lopiansky explicó que de esta Guemará debemos aprender que uno nunca será considerado responsable por tener este deseo (5). De lo que sí se lo considerará responsable es no haber dado los pasos apropiados para alejarse del sujeto de su deseo. Tener un deseo en particular no es razón para sentirse mal; pero no reconocer ese deseo y no dar los pasos necesarios para evitar pecar puede ser desastroso.

¿Qué pasa si al tomar las precauciones necesarias uno se expone a pasar vergüenza y humillación?

Para responder a esta pregunta, debemos citar otro versículo de la Guemará anterior: "Las mujeres judías que fueron redimidas de sus captores fueron llevadas a la casa de Amram el piadoso (6). Después de que se las ubicara en el ático (para que durmieran allí durante la noche), se retiró la escalera (para evitar una situación de ijud, reclusión). Cuando una de las mujeres pasó cerca de la apertura (que llevaba al ático), cayó una luz en la casa (a través de la apertura) (7). Rav Amram (que estaba lleno de deseo), levantó la escalera, que era tan pesada que ni diez hombres juntos eran capaces de levantarla, y comenzó a subir al ático. Al llegar a la mitad de la escalera, se quedó en una posición firme (en un intento de conquistar su deseo). Elevó la voz y gritó: "¡Hay fuego en la casa de Amram!" Los rabinos vinieron y (al entender lo que ocurría) le dijeron: "¡Nos avergonzaste!" Rav Amram respondió: "¡Es mejor que ustedes sean avergonzados en la casa de Amram en este mundo y no que se avergüencen de él en el Mundo Venidero!"


NOTAS

(1) Meguilá 31a.

(2) Ketubot 13b, Julín 11b, Nidá 30b.

(3) 81a.

(4) 81b, "y entonces ocurrió después del incidente relatado…"

(5) Por supuesto, excepto que uno mismo haya cultivado el deseo.

(6) Enfatizamos esta palabra porque ni siquiera podemos comenzar a imaginar las tremendas implicancias de este título en la época de Jazal.

(7) En un nivel superficial de entendimiento, probablemente esto haga referencia al fuego de la lujuria por araiot. Ver allí el Maharshá.

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