¿Tus pensamientos son un reflejo de lo que eres?

19/03/2023

4 min de lectura

¿Eres considerado responsable por los pensamientos oscuros y los sentimientos provocativos que no puedes controlar?

¿Realmente tus pensamientos son un reflejo de lo que eres? ¿Qué ocurre con los pensamientos y los sentimientos que no puedes controlar, tus fantasías celosas, tus pensamientos secretos más profundos y oscuros? ¿Acaso esas poderosas emociones y deseos que parecen surgir en la superficie sin ningún esfuerzo consciente de tu parte realmente reflejan tu yo verdadero?

"Pienso, por lo tanto existo". ¿Pero qué ocurre si no te gusta lo que piensas? ¿Eres considerado responsable por los pensamientos oscuros, las ideas que te distraen y los sentimientos provocativos que no puedes controlar?

Imagina que estás sentado en tu escritorio y escuchas una conversación ajena. Al parecer, de acuerdo con los últimos chismes de la oficina, tu compañero de trabajo y buen amigo Mijael recibirá un ascenso la próxima semana. Aunque Mijael es un amigo cercano, no puedes evitar sentir envidia ante su éxito. No sólo eso, sino que en lo más profundo, una parte de ti cree que tú deberías recibir esa promoción. Tú eres quien realmente lo merece. Para ser justos, Mijael trabaja duro. Te sientes molesto contigo mismo por tener envidia de tu buen amigo. ¿No estás por encima de esas tonterías? Sin embargo, los sentimientos siguen molestándote…

O tal vez estás trabajando y recuerdas que tu esposa te pidió que al regresar a casa compraras algunos bolígrafos para los niños. Sobre tu escritorio, ves que debajo de una pila de papeles se asoma un paquete de bolígrafos. Un paquete de bolígrafos que pertenece a la gran compañía para la cual trabajas. Un paquete de bolígrafos que probablemente puedes obtener permiso para dejarlo para uso personal, y por cierto nunca nadie notará su falta si decides llevarlo a casa. A fin de cuentas, eso te ahorrará tener que desviarte para ir a comprarlos. Además, la empresa no gana millones gracias a su generosidad con sus empleados y clientes. Probablemente te mereces esos bolígrafos. Pero no te pertenecen. ¿Debes tomarlos de todos modos? Los pensamientos vuelan por tu mente. ¿Qué harás?

En estos ejemplos, no pediste tener esos pensamientos y sentimientos. Ellos surgieron sin ningún esfuerzo consciente de tu parte. ¿Hiciste algo malo?

En el último párrafo de la plegaria del Shemá. Se nos ordena "No se desviarán detrás de sus corazones y de sus ojos" (Números 15:39). Nos dicen que debemos ejercer control, no seguir los deseos de nuestro corazón. No te permitas sentir envidia, enojo, lujuria, codicia o cualquier otra emoción indeseable o pensamientos que forman parte de la condición humana. Contrólate a ti mismo.

Por otro lado, el Talmud trae una declaración aparentemente paradójica: "Ninguna persona está a salvo de pensamientos de pecado" (Bava Batra 164b). Nadie, sin importar cuán justo sea, puede escapar de pensamientos provocativos. Es parte de lo que nos hace humanos y nadie está a salvo.

Entonces, ¿cómo puede ordenarnos Dios en el Shemá no desviarnos detrás de nuestro corazón? ¡Experimentar esos pensamientos y sentimientos oscuros es parte de nuestra existencia humana, lo que Él mismo ha creado!

La respuesta está en entender la diferencia entre tener un pensamiento y responder al pensamiento.

Si bien la opción de experimentar el deseo o el pensamiento puede no estar en nuestro control, nuestra responsabilidad es no actuar de acuerdo con eso.

Dios creó a la persona con fuertes deseos, sentimientos y pensamientos, y estos son parte de la creación tanto como todo lo demás. Es normal experimentar pensamientos y emociones provocativos y que distraen. De hecho, como dice el Talmud, es parte de la experiencia humana. Sin embargo, lo que debemos controlar es nuestra respuesta a los pensamientos y sentimientos. Esa es la esencia del mandamiento de no desviarse detrás del corazón y los ojos. Si bien la opción de experimentar el deseo o el pensamiento puede no estar en nuestro control, nuestra responsabilidad es no actuar de acuerdo con eso. Se espera que ejerzamos autocontrol en nuestra respuesta.

Bienvenidos al mundo del libre albedrío… de los actos, no de los pensamientos.

Dios no espera que no tengas pensamientos envidiosos hacia tu amigo y su éxito. Él no espera que te resulte imposible pensar en llevarte esos bolígrafos a casa. Sin embargo, una vez que tienes conciencia de lo que haces, una vez que recobras el control, Él presta atención a qué haces a continuación. ¿Te llevarás los bolígrafos? ¿Tu actitud hacia Mijael será distante? ¿O dejarás que esos pensamientos y sentimientos pasen por tu mente, quizás incluso los reconocerás mientras pasan, y seguirás trabajando? ¿Cómo responderás cuando experimentes envidia? ¿Qué harás cuando desees llevarte algo que no te pertenece?

Nuestro desafío está en la respuesta, no en la experiencia. El pensamiento o el sentimiento inicial no necesariamente está bajo nuestro control, pero nuestra respuesta y los actos subsiguientes por cierto son nuestra responsabilidad.

De hecho, el versículo mencionado del Shemá, "No se desvíen detrás de su corazón y de sus ojos", apunta sutilmente a este concepto. Cuando esos pensamientos y sentimientos oscuros entran en tu mente sin ser invitados, no te concentres ni te obsesiones con ellos. Permíteles partir. No los sigas cuando pasan por tu mente. Déjalos irse. Sólo debemos rendir cuentas cuando los seguimos y respondemos de la forma equivocada.

¿Cómo logramos que los pensamientos negativos desaparezcan de nuestra mente?

Uno de los grandes líderes judíos, Rav Iaakov Kanievsky, brindó una respuesta en una carta a uno de sus estudiantes.

Él escribió: "Sólo hay una solución para este tema: distráete. Mientras más te enfocas en evitar esos pensamientos, más frecuentemente invadirán tu mente… Es sabido que la persona sólo puede concentrarse en un pensamiento a la vez. Por lo tanto, distráete con otro pensamiento, y entonces el pensamiento oscuro y provocativo desaparecerá…".

No te enfoques en el pensamiento o en el sentimiento. Permite que el pensamiento salga de tu mente y sigue adelante.

Una solución simple. Y sumamente efectiva. No te enfoques en el pensamiento o en el sentimiento. Distráete. Permite que el pensamiento salga de tu mente y sigue adelante.

Volvamos al ejemplo del ascenso y apliquemos esta idea. La conversación en tu mente puede ser algo así:

"No puedo creer que Mijael reciba ese ascenso… Me alegro por él… ¡No, no es cierto! ¡Yo debería recibir ese ascenso! Vamos, Mijael es un buen amigo. Alégrate por él… Pero es difícil. Tengo envidia de su éxito. ¿Piensas que él se alegraría por mí si yo fuera el que recibe el ascenso? No me parece… Bueno, probablemente sí… Tengo que dejar de pensar en esto… Veamos… (Mirando un informe que hay sobre el escritorio)… Los números para el año fiscal son…"

Por supuesto, esto no quiere decir que no debas aspirar a lograr grandes metas controlando las emociones y los pensamientos. Elevar la barra siempre es elogiable. Pero recuerda que experimentar estos pensamientos y sentimientos es parte normal de la condición humana que Dios creó con Su sabiduría infinita.

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