Tzfat: La ciudad de la Cábala

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La naturaleza espiritual oculta de una de las cuatro ciudades santas de Israel.

Tzfat (o Safed) es conocida como la capital mundial de la Cábala, el misticismo judío. Tzfat se encuentra sobre una de las montañas más altas del área y ofrece vistas majestuosas de la Galilea. Aunque hoy en día la antigua ciudad está un poco adormecida, en el pasado fue un centro de vida judía en la Tierra de Israel. Un testimonio del pasado glorioso y turbulento de la ciudad lo encontramos en los callejones empedrados de Tzfat, los puestos de la guardia británica con hoyos de bala y, lo más importante, en sus innumerables sinagogas.

¿Qué secretos del pasado oculta Tzfat? ¿Cómo llegó a desarrollarse allí la Cábala?

Una calle empedrada en Tzfat

Como es apropiado para la ciudad de la Cábala, los orígenes de Tzfat están rodeados de misterio. En la Biblia se menciona una ciudad con ese nombre, pero no sabemos si se refiere a nuestro Tzfat. Lo mismo ocurre con la referencia a "Seph" de Flavio Josefo, el historiador de la época romana. Lo que sabemos con certeza es que esta zona era el lugar donde vivió Rabí Shimón Bar Iojai, el primer rabino que registró por escrito los conceptos de Cábala, alrededor del año 160 EC. Rabí Shimon escribió el Zóhar, el texto místico judío más fundamental. Rabí Shimón está enterrado en Merón, una ciudad en la cuesta del monte Merón, la segunda montaña más alta de Israel. Hay quienes consideran que la ubicación de la tumba de este místico justo frente al valle de la naciente ciudad de Tzfat, impactó sobre su desarrollo espiritual.

Avancemos un milenio. Ya tuvieron lugar las desesperadas batallas de la primera Cruzada y en gran parte de la Tierra de Israel se estableció el reino cristiano de Jerusalem. En el año 1102 comenzó la construcción de una pequeña fortaleza sobre una colina que dominaba el camino a Aco y Damasco, para proteger a Aco, la principal ciudad portuaria de los cruzados, de la invasión selyúcida desde el oriente. Con los años, cuando el Reino de Jerusalem trasladó su capital a Aco al haber sido expulsados de Jerusalem, la fortaleza creció en tamaño e importancia. Para el año 1240 era tan grande que mantenía una mini economía de aldeanos judíos, cristianos y musulmanes que vivían afuera de la ciudad y se ganaban la vida vendiendo mercancías a los soldados que se encargaban de la ciudadela. Había nacido Tzfat. En 1226, la ciudad había crecido tanto que los conquistadores mamelucos la convirtieron en una de las dos capitales regionales de toda la Tierra de Israel.

La edad de oro de Tzfat

El siglo XVI fue la edad de oro de Tzfat. Como resultado de la Expulsión de España, una enorme ola de judíos piadosos y muy educados inundó la ciudad. Ellos trajeron consigo nueva tecnología en el desarrollo de telas, convirtiendo a Tzfat en uno de los principales productores de fieltro del Mediterráneo.

Este boom económico se vio acompañado por un renacimiento espiritual. Tzfat estaba repleta de sabios, cabalistas y visionarios que comentaban sus ideas con aguda claridad y profundidad. Cada viernes, cuando se ponía el sol, estos místicos descendían a los campos que rodeaban a la ciudad y cantaban Salmos y poemas para dar la bienvenida a la Reina Shabat. Uno de los miembros de este grupo, Rav Salomón Alkabetz, escribió el conocido poema Lejá Dodí. Esta costumbre se convirtió en el Kabalat Shabat que aún se practica en todas las comunidades judías del mundo.

La sinagoga Caro

Esta fue sólo una de las cuatro revoluciones judías que tuvieron lugar en Tzfat en esa época. Durante esos mismos años, Rav Iosef Caro completó su obra, el Shulján Aruj, el Código de Ley Judía que hasta el día de hoy es el código autorizado de la halajá, ley judía. Ninguna referencia futura a la halajá pudo hacerse sin una referencia a esta obra.

Además, Rav Jacob Beirav intentó sin éxito volver a establecer el Sanedrín, la Corte Suprema judía. Este fue el primer intento en muchos siglos de restaurar una forma de autonomía judía y fue recibida con entusiasmo por muchos como un signo de la inminente Redención Mesiánica. Aunque el Sanedrín no se restableció, Rav Beirav impulsó a la comunidad de Tzfat a enfocar sus esfuerzos en traer al Mashíaj.

El Arizal

El regalo final que impartió esta sociedad singularmente espiritual fue el desarrollo de la Cábala Luriana. Rav Isaac Luria, conocido como el Arizal (el León), fue uno de los líderes de este ecléctico grupo de sabios. Aunque vivió en Tzfat sólo dos años antes de fallecer a los 38 años, el Arizal dejó para siempre su huella en la ciudad. El Arizal trabajó para elucidar el difícil texto del Zóhar y elaboró sobre su significado y sus misterios. Uno de los enigmas que él clarificó es cómo puede haber "espacio" para que exista el mundo si la Gloria de Dios es infinita. El Arizal lo explicó a través del concepto de Tzimtzum, la contracción Divina. En esencia, Dios "se limita" a Si mismo para dejar espacio para el universo.

La Mikve del Arizal

Desafortunadamente, esta Edad de Oro terminó tan rápidamente como comenzó y Tzfat pasó una serie de altibajos. A mediados del siglo XIX comenzó a emerger tras una rebelión drusa y un terremoto que destruyó gran parte de la ciudad. Con la competencia de las ambiciones nacionalistas a principios del siglo XX, la frágil y empobrecida comunidad judía de Tzfat se encontró en una desventaja estratégica en una ciudad con una mayoría árabe. En agosto de 1929, un motín generado por un rumor falso provocó el asesinato de 17 judíos y la destrucción de 150 casas. Las fuerzas del Mandato Británico fueron incapaces de detener el pogromo y tuvieron que evacuar a la comunidad judía a la sede de la policía hasta que acabó.

Las tensiones crecieron y los británicos dividieron a la ciudad en dos partes con una escalera gigante que de noche estaba iluminada con focos. Hubo toques de queda y los británicos alentaron a la comunidad judía a abandonar la ciudad y buscar un territorio más seguro. La respuesta de los líderes judíos fue un unánime rechazo de la propuesta.

Bajo ataque

Cuando los británicos partieron de la Tierra de Israel en 1948, las fuerzas árabes trataron de capturar al barrio judío. La población judía era principalmente anciana y religiosa, había sólo un puñado de soldados de la Haganá que podían defenderla. La lucha fue feroz y duró semanas. En un momento pareció que todo estaba perdido. Era obvio que a la mañana siguiente las fuerzas enemigas sobrepasarían las defensas israelíes y pondrían fin a siglos de vida judía en Tzfat.

La ciudad de Tzfat

Pero el ataque final nunca llegó. Al investigar la situación, los soldados de la Haganá descubrieron que el ejército árabe había abandonado la ciudad. Al parecer, se esparció entre ellos el rumor de que los israelíes iban a utilizar una bomba atómica en la ciudad y nadie quiso quedarse a esperar lo suficiente como para saber si el rumor era o no real. Gracias a la tenacidad y la fe de sus residentes, Tzfat se había salvado.

Un microcosmos de la creatividad judía

¿Qué es lo especial de esta ciudad de espiritualidad? Ya es evidente que Tzfat sirve como un microcosmos de toda la creatividad judía. Los rezos de Lejá Dodí, el dolor de anhelar la llegada del Mashíaj, los susurros de las enseñanzas cabalistas, la codificación de la ley judía, la fe inquebrantable, el coraje y el liderazgo en los momentos de adversidad… Todos estos elementos individuales forman parte de la complejidad mayor de las contribuciones de Tzfat a la vida judía. Su historia va y viene en repentinos manantiales de producción y energía, seguidos de períodos de descanso.

Rav Najman de Breslov, uno de los grandes pensadores jasídicos, afirmó que la música se crea de dos ingredientes básicos: aire y presión. La síntesis correcta de presión y aire en un instrumento crea una hermosa melodía, mientras que una combinación al azar produce ruido. En hebreo, la palabra Tzfat deriva de la palabra letzapot, prever. Se requiere visión y destreza para saber cuándo "aplicar presión" en la vida para actuar, crear y construir; y cuándo retroceder. Debemos recordar que en una canción los espacios y los silencios entre las notas musicales son tan importantes como las notas.

La ciudad del espíritu nos alienta a abrir nuestra alma a lo intangible, a nuestro espíritu creativo, y a aprender cómo aplicarlo al mundo práctico y físico.

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