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"Tal como le haya infligido un daño a su prójimo, así se le impondrá a él" (Vaikrá 24:20)
Esta porción de la Torá trata sobre las lesiones personales. El Talmud dice que la Ley Oral, transmitida a través de las generaciones, enseña que este versículo, así como "ojo por ojo", no deben tomarse literalmente. Más bien, se debe compensar a la víctima por la lesión causada.
El "Kometz HaMinjá" traduce este versículo de una forma un poco diferente: "Tal como uno causó un defecto en otro, así le será dado". El Baal Shem Tov enseña una importante idea psicológica. En la medida que las personas en general están en negación, es posible que no sean conscientes de sus defectos de carácter. Por lo tanto, Dios les muestra esos defectos en otra persona. "El mundo es un espejo", dijo el Baal Shem Tov. "Los defectos que ves en los demás son los tuyos".
Uno podría decir: ¿Por qué esta es una regla general? Si de casualidad veo a alguien furioso, ¿cómo prueba eso que yo no tengo control sobre mi ira?".
Reflexionemos sobre "si de casualidad veo". Si ponemos a muchas personas en una calle concurrida durante varios minutos y luego les pedimos que nos informen lo que vieron, probablemente recibiremos una respuesta diferente de cada uno. Todos fueron testigos de la misma escena, en la cual pasaban muchas cosas. Sin embargo, cada persona vio algo diferente que los demás.
Esto se debe a que la mente tiene un filtro selectivo. Si en todo momento tuviéramos conciencia de todos los estímulos que bombardean nuestros sentidos, nuestras mentes estarían agobiadas y no podrían funcionar. Por lo tanto, el sistema de filtro bloquea la mayoría de los estímulos y nos permite enfocarnos en unos pocos.
No podemos escaparnos del hecho de que debe haber una razón por la cual de la miríada de estímulos, el sistema de filtro selecciona aquellos de los cuales la persona toma consciencia. El Baal Shem Tov señala que la selectividad está determinada por aquello que uno quiere o aquello de lo que necesita tomar conciencia. Uno de los factores que gobiernan esta selección es nuestro propio carácter.
Nuestro sistema de defensa psicológico opera para minimizar nuestra incomodidad. Es más fácil aceptar un defecto de carácter en uno mismo si eso también se ve en los demás. Por lo tanto, el sistema de filtrado de la mente está motivado para permitir que esos estímulos particulares lleguen a nuestra conciencia, y bloquea aquellos que no sirven ningún propósito psicológico para el individuo.
Si tenemos esto en cuenta, podremos evitar el lashón hará, el habla despectiva. Decir algo despectivo sobre otra persona es una indicación de que también nosotros tenemos ese defecto de carácter. ¿Por qué querría alguien revelar al mundo sus propios defectos?
El "Kometz HaMinjá" dice que este es el mensaje del versículo mencionado: "Así como uno causó un defecto en otro, así le será dado". Los defectos o faltas que atribuyes a otros, probablemente son los tuyos.
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