Un senador chileno aseguró que “el candelabro de Janucá es el símbolo de la muerte”

19/12/2024

3 min de lectura

Janucá como antídoto al antisemitismo en Sudamérica.

Un nuevo episodio de antisemitismo golpeó a la comunidad judía chilena cuando el senador Iván Moreira aseguró que “el candelabro [de Janucá] es el símbolo de la muerte”, en referencia a una janukiá colocada con previa aprobación de las autoridades en la localidad chilena de Puerto Montt.

El hecho es grave por múltiples razones, no sólo porque demuestra el claro odio religioso de un político con mucho poder e influencia, sino porque también aviva la violencia en una sociedad que ya de por sí ha venido escuchando varias veces discursos antisemitas y anti Israel por parte de un gran sector de la clase gobernante, comenzando por el propio presidente Gabriel Boric.

Pero lo peor de todo es que los comentarios del senador Moreira demuestran una enorme ignorancia acerca de qué simboliza la janukiá. A pocos días del inicio de Janucá, tal vez sea bueno recordarle a los lectores —y, por qué no, al propio Senador—, de qué se trata esta festividad.

La historia de Janucá

La historia de Janucá tiene todos los condimentos como para convertirse en una película de Hollywood y, de hecho, es sorprendente que todavía no la hayan hecho (¡recuerden que la idea original fue de AishLatino!).

Corría el Siglo II AEC y los griegos eran el imperio dominante. Al llegar a Jerusalem, en lugar de buscar una eliminación física de los habitant es locales, encontraron una estrategia mejor: conquistarlos ideológicamente en vez de aniquilarlos. Los griegos prohibieron las prácticas de la religión judía y buscaron que los habitantes locales se asimilaran, sabiendo que, sin sus tradiciones, perderían su identidad. Si bien lamentablemente muchos cayeron bajo la tentación del “helenismo”, unos pocos valientes se aferraron a sus convicciones y prefirieron luchar por sus ideales, aunque les costara la muerte, antes que vivir una vida sin judaísmo. Estos valerosos guerreros fueron conocidos como los macabeos y, contra todo pronóstico, pudieron vencer a las tropas griegas.

Una vez que alejaron a los griegos, los macabeos se encontraron con un nuevo desafío. Los enemigos habían impurificado el aceite para encender la Menorá (el candelabro) del Templo y sólo había una vasija que no se impurificó. La cantidad de aceite dentro de esa vasija alcanzaba para un sólo día, pero hubo un milagro y alcanzó para ocho días (los necesarios para producir nuevo aceite). Por esa razón en Janucá encendemos velas durante ocho días.

Pero más allá de la victoria histórica, hay una lectura aún más profunda. La menorá es un símbolo histórico para el pueblo judío. Fue uno de los objetos sagrados que Dios le ordenó a Moshé que construyera para el Tabernáculo y que luego iluminó el Gran Templo de Jerusalem.

Para el judaísmo, la menorá significa la importancia de la sabiduría, el conocimiento y el entendimiento, que es lo que en definitiva ilumina a las naciones.

Pero además, en el contexto de Janucá, el candelabro suma un nuevo significado.

En el judaísmo hay una famosa frase que asegura que “un poco de luz puede combatir mucha oscuridad”. La postura griega implicaba defender los valores mundanos y los deseos terrenales. Con esa postura, los griegos simbolizaban en ese entonces la oscuridad de la humanidad. Los judíos, muchísimo menores en número y en capacidades bélicas, simbolizaban la luz, la guía moral, la comprensión de que el hombre es mucho más que su cuerpo, que en cada uno de nosotros hay un valor intrínseco que excede al cuerpo. En definitiva, que en cada ser humano hay un alma, una llama, una vela que puede iluminar la oscuridad que muchas veces nos rodea.

Vivimos en un mundo en el que hay mucha oscuridad. Guerras, ataques, discriminación, antisemitismo, ignorancia. Janucá nos da la oportunidad de comprender que, por más que estemos rodeados de mucha oscuridad, tenemos la posibilidad de, desde nuestro interior, iluminar al mundo. Un poco de luz puede combatir mucha oscuridad.

Y a pesar de que haya ignorantes que se atrevan a decir que “la janukiá es el símbolo de la muerte”, no debemos desesperarnos, al final el bien siempre le gana al mal. La luz siempre vence a la oscuridad.

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