¿Un Tabernáculo tedioso?

3 min de lectura

Trumá (Éxodo 25:1-27:19 )

Ideas de la parashá inspiradas en las enseñanzas de Rav Yaakov Weinberg zt''l.

Todos los años lo mismo. Cada vez que abrimos la Torá para leer Éxodo, está allí, mirándonos directo a los ojos. Nos preguntamos: ¿Por qué se le ocurrió a Dios detallar toda la complejidad y los pormenores de la construcción del Tabernáculo, del Mishkán?

¡Esta sección parece mucho más apropiada para una clase de arquitectura que para el Libro Divino con las Instrucciones para la Vida! ¿Qué debemos hacer con esta información y cómo podemos crecer gracias a ella?

Vamos a formular primero otra pregunta. En el comienzo de la parashá Trumá (Éxodo 25:1-7), Dios le dice a Moshé que recolecte donaciones de todos los judíos para los materiales de construcción del Mishkán. Él menciona los materiales específicos que debían traer, tales como oro, plata, cobre y lana turquesa. ¿Por qué debían llevar esos materiales específicos? ¿No alcanzaba con donar dinero y que el Fondo para la Construcción del Tabernáculo comprara los materiales? ¿Por qué enfatizar los elementos que debían ser donados, en lugar del dinero?

La respuesta nos enseña algo fundamental sobre el Mishkán. El Tabernáculo debía ser la combinación del esfuerzo de todos los judíos. Cada cosa que tenemos es parte integral de quienes somos. Dios quería que contribuyéramos al Mishkán con nuestra esencia, que está presente en nuestras posesiones.

En cada lingote de oro que dono, en cada pedazo de tela que doy, hay un poco de mí. Invertí parte de mi vida y mi energía para adquirir ese bien y en muchos aspectos es una representación de mi ser interior.

Todos hemos experimentado este principio al desear poseer la camiseta o la pelota de un atleta, o la lapicera de una celebridad. Muchos amamos conservar los libros, muebles u otras viejas pertenencias de nuestros abuelos fallecidos, porque de alguna manera, al aferrarnos a esas cosas, sentimos como si nos estuviéramos acercando a ellos.

Asimismo, Dios enumera la forma en que se usaron los bienes donados por los judíos. Se menciona cada detalle, cada instrucción arquitectónica. Dios quiere mostrarnos cómo transformó nuestras posesiones en la creación de una estructura colectiva que representa a todos los judíos y a sus cualidades compartidas.

Esto explica por qué la Torá dedica tantos versículos a describir la construcción del Tabernáculo.

¿Acaso no tuvimos todos algún objeto del que estábamos tan enamorados que lo conocíamos a la perfección? Alguno puede haber tenido un auto del que podría describir hasta el más mínimo detalle de las ruedas. Para otro puede ser una casa que compró o que está construyendo, y puede describir cada rincón de la casa. Dios siente algo similar respecto al Mishkán. Después de todo, es Su hogar en el mundo. Es donde reposa la Presencia Divina en medio de Su nación especial. No sorprende que le fascine cada detalle de la construcción del Tabernáculo, ni que desee que también nosotros lo sintamos así.

Pero, sobre todo, Dios está “obsesionado” con la construcción del Tabernáculo y su arquitectura porque ve en él el alma colectiva del pueblo judío, a través del material que cada judío donó de sus propios bienes.

Esta idea explica, quizás, un difícil pasaje de Iejézkel (43:10-11):

Tú, mortal, dile a la Casa de Israel sobre la Casa (de Dios, el Templo), y que se avergüencen de sus pecados; que calculen el diseño. Si se avergüenzan de todo lo que hicieron, entonces hazles conocer la forma del Templo y su diseño, sus salidas y sus entradas, y todas sus instrucciones.

¿Qué relación hay entre la estructura y la forma del Templo con estar avergonzados de los pecados?

Si recordamos la razón por la que Dios se preocupa tanto de los detalles y las minucias del Tabernáculo y del Templo, nos avergonzaremos mucho por nuestras iniquidades. El Tabernáculo y su construcción es un testimonio vivo del amor de Dios por nosotros, y de nuestra esencia (presente en nuestras posesiones) convertida en el material con el que se construyó el Mishkán. Si contempláramos lo mucho que Dios nos ama y se preocupa por nosotros, ¿sería acaso posible rebelarnos y pecar en Su contra? Solamente nos sentiríamos avergonzados por nuestras transgresiones.

¿Qué nos obsesiona? ¿Qué nos motiva a conocer sus detalles? ¿Los goles y las estadísticas de nuestro equipo de fútbol favorito? ¿O algo más significativo y espiritual? ¿Qué clase de detalles deberían obsesionarnos?

Al leer la parashá Trumá, dejemos que sus detalles transformen nuestro sistema de valores, sumando a nuestro ser más y más detalles espirituales.

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