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Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.
La Torá describe cómo el pueblo donó ansiosamente sus posesiones preciadas para la construcción del Mishkán (Tabernáculo). “Los hombres vinieron con las mujeres, todo quien su corazón lo motivó trajo brazaletes, aretes nasales, adornos corporales, toda clase de adornos de oro, todo hombre quien elevó una ofrenda de oro a Dios” (1).
Los comentaristas hablan sobre el significado de la frase “los hombres vinieron con las mujeres”. Rabeinu Bejaye explica que las mujeres fueron las primeras en acercarse para donar sus joyas, viniendo los hombres detrás de ellas. Esto, explica Rabeinu Bejaye, demuestra la rectitud de ellas, pero también arroja luz positiva sobre un incidente anterior que involucró joyería: el incidente del Becerro de oro. Cuando los hombres le exigieron a Aarón que les hiciera una estatua, Aarón les dijo que les quitaran las joyas a sus mujeres. Sin embargo, las mujeres se negaron a dar sus joyas, por lo que los hombres tomaron su propio oro y lo entregaron. En base sólo al incidente del Becerro de oro, no es clara la razón por la cual las mujeres se negaron a entregar sus joyas. Quizás, la motivación principal fue su apego natural a sus joyas, en lugar de rehusarse a tomar parte en el pecado del Becerro.
Sin embargo, en Vaiakel, vemos que las mujeres estuvieron muy dispuestas a donar sus joyas para el elevado propósito de la construcción del Mishkán. Retroactivamente, esto revela la razón de la negación a entregar sus joyas para el Becerro de oro. No fue por su apego al oro y a la plata, porque eso no evitó que las mujeres se desprendieran de ellos para el Mishkán. En cambio, su negación a dar para el Becerro de oro emanó de motivos leshem Shamáim (puros): ellas no quisieron tener parte en ese terrible pecado (2).
Rav Abraham Pam deriva, de esta explicación, una idea muy importante, conocida en hebreo como ‘maasim shel adam mojijim ze et ze’ (las acciones de una persona en un área pueden revelar algo sobre sus acciones en otra área). En este caso, la voluntad de las mujeres para desprenderse de sus joyas para el Mishkán reveló sus intenciones puras cuando se rehusaron a hacerlo para el Becerro de oro.
Vemos otro ejemplo de esta idea respecto a uno de los nombres que se le da a la tercera comida de Shabat: shalosh seudot. Literalmente, significa ‘tres comidas’. Es un nombre extraño para la tercera comida, hubiera sido más apropiado usar sólo su otro nombre: seudá shelishit o ‘tercera comida’. ¿Por qué es esta comida conocida también como ‘tres comidas’? La respuesta es que la forma en que una persona se conduce en la tercera comida de Shabat refleja retroactivamente sobre sus intenciones durante las dos primeras.
Hay dos razones posibles por las que una persona puede comer bien en las dos primeras comidas de Shabat: porque tiene un deseo puro de honrar el Shabat comiendo alimentos deliciosos, o porque tiene hambre y desea comer bien, ya que ambas comidas se realizan cuando una persona normalmente tiene hambre y desea comer bien. Sin embargo, la tercera comida se realiza no mucho después del almuerzo de Shabat, por lo que, naturalmente, una persona no tendrá mucha hambre. Si no come en la tercera comida, a pesar de que es una mitzvá hacerlo, muestra retroactivamente que su kavaná (intención) en las otras dos comidas fue llenar su estómago más que honrar el Shabat. Sin embargo, si participa en la deliciosa cena, demuestra que su intención es por el honor del Shabat, ya que si no fuese Shabat comería mucho menos o quizás nada. Entonces, al comer en la tercera comida muestra retroactivamente su intención para las dos primeras, dejando en claro que comió LAS TRES COMIDAS con intenciones puras. Entonces, la tercera comida amerita el nombre ‘tres comidas’ porque se considera que quien la realiza, comió las tres comidas con intenciones puras (3).
Esta idea de maasim shel adam mojijim ze et ze tiene una gran importancia, porque es un mecanismo muy efectivo para juzgar la consistencia de las acciones de una persona. El Beit HaLevi, Rav Iosef Dov Soloveitchik (4), trae esta idea en la parashá Vaigash. Cuando Iosef se reveló ante sus hermanos, les hizo una pregunta: “¿Está mi padre aún con vida?” (5). Al oír esto, los hermanos se quedaron mudos y desconcertados. El Midrash compara la revelación de Iosef a sus hermanos con el Día del juicio, y dice que, si los hermanos no pudieron responderle a Iosef, que era menor a ellos, mucho más aún, cuando Dios (por así decir) venga y nos cuestione, quedaremos sin habla (6).
Los comentaristas preguntan: ¿Cuál es exactamente la comparación entre la revelación de Iosef ante sus hermanos y el Día del juicio?
El Beit HaLevi responde explicando primero la pregunta de Iosef (si su padre estaba aún con vida). ¡A esta altura, era muy claro que Yaakov continuaba con vida! Y responde que Iosef estaba, en realidad, haciéndoles una crítica indirecta. Yehudá acababa de pasar mucho tiempo discutiendo que Iosef no debía tomar a Biniamín como esclavo, porque eso destruiría a Yaakov. Al mencionar el bienestar de Yaakov, Iosef aludió a que la preocupación de los hermanos por su padre no era consistente con sus acciones al venderlo a él mismo muchos años antes. En ese momento, no mostraron preocupación por el dolor que su padre sentiría ante la pérdida de su hijo amado. Así, ¡los hermanos habían contradicho su argumento con sus propias acciones!
El Beit HaLevi explica luego la similitud entre la “crítica” de Iosef y la del Día del juicio. En ese asombroso día, toda persona será cuestionada sobre sus muchas acciones, incluyendo sus pecados y el fracaso en el cumplimiento apropiado de las mitzvot. Puede que tenga excusas, pero esas excusas serán analizadas en base a sus otras acciones en esa misma área. Por ejemplo, una persona puede justificar su fracaso por no dar suficiente dinero a caridad, basándose en la carencia de recursos para su propio sustento. Sin embargo, sus gastos en otras áreas serán examinados a continuación; si queda claro que en otras áreas estuvo dispuesta y fue capaz de gastar grandes cantidades de dinero, la persona misma arruinará su propia justificación. De esta forma, sus acciones al gastar dinero para disfrute personal reflejarán negativamente sobre el uso de su dinero para caridad.
Con esta lógica, el Jafetz Jaim reprochó a un hombre rico por dar insuficiente dinero a caridad. El hombre respondió que dio una cantidad importante. Luego, el Jafetz Jaim calculó la cantidad de dinero que dio a caridad y la comparó con sus gastos en sus propios lujos. ¡Resultó ser que, sólo en cortinas, el hombre gastó más que en todo lo que había dado a caridad!
Hablamos sobre la idea de maasim shel adam mojijim ze et ze y vimos su gran importancia en el proceso del juicio. La enseñanza obvia a derivar de esta idea es que es esencial que una persona analice constantemente sus acciones. Por ejemplo, una persona que afirma no tener suficiente tiempo para estudiar, en el Día del juicio deberá justificar su fracaso. Si queda en claro que tuvo tiempo para muchas otras actividades, entonces su afirmación de no haber tenido tiempo para estudiar quedará en duda. Sus acciones en otras áreas muestran que, en realidad, tuvo tiempo, pero el estudio de Torá no era una prioridad para ella. Si pudiésemos hacer nuestro propio análisis de nuestras inconsistencias y remediarlas antes del Día del juicio, sería mucho menos desconcertante.
Que todos ameritemos ser consistentes en todas nuestras acciones.
Notas:
(1) Shemot, 35:22.
(2) Rabeinu Bejaye, Shemot, 35:22.
(3) Oído del Rav Israel Reisman.
(4) Fue el padre de Rav Jaim Soloveitchik y abuelo del Brisker Rav, Rav Itzjak Zev Soloveitchik.
(5) Bereshit, 45:3.
(6) Bereshit Rabá, 93:10.
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