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La línea divisoria entre una emoción negativa sana y una enferma no siempre es clara. Por ejemplo, la ansiedad es una emoción normal y saludable que todos experimentamos. Pero los trastornos de ansiedad no lo son. ¿Dónde trazamos la línea divisoria entre una ansiedad saludable y un trastorno?
El Dr. David Myers define una trastorno psicológico como algo que es una desviación (diferente de la norma), estresante (para uno mismo y/o para otros) y disfuncional. Este último punto es especialmente importante para distinguir entre una ansiedad saludable y una que no lo es. Si la ansiedad se basa en una amenaza real y nos motiva a prepararnos de forma efectiva para esa amenaza, entonces probablemente no se trata de un trastorno. Sin embargo, si la ansiedad se interpone en el camino y nos impide resolver cualquier problema que le haya dado inicio (por ejemplo, si evitamos el problema y/o la ansiedad empeora), o si impacta negativamente otros valores o metas importantes (como nuestras relaciones con los demás), entonces lo más probable es que sea disfuncional y que valga la pena intervenir.
Iaakov, quizás fijando el escenario para sus descendientes judíos a lo largo de los milenios, experimentó su porción de ansiedad. Su última interacción con su hermano Esav provocó que Iaakov huyera para salvar su vida. Ahora, él está por encontrarse nuevamente con Esav y no está seguro cómo va a reaccionar su hermano. ¿Acaso Esav lo perdonó o sigue deseando matar a Iaakov por robarle las bendiciones?
Iaakov envía mensajeros con un mensaje apaciguador y se entera de que Esav salió a recibirlo con 400 hombres. Al oír eso, la Torá nos dice que "Iaakov se asustó mucho (vairá Iaakov meod) y se angustió (vaieitzer lo)". Que Iaakov temiera por su vida es autoevidente a partir del contexto. Sin embargo, el hecho de que el versículo agregue que también estaba angustiado, abre la puerta para que los comentaristas añadan una serie de desencadenantes secundarios que pudieron contribuir a la ansiedad de Iaakov.
Rashi sugiere que estaba "asustado" de que Esav lo matara y "angustiado" ante la posibilidad de tener que matar a Esav. A pesar de que matar a Esav en defensa propia estaría justificado moralmente, eso no mitiga la ansiedad previa ni el trauma posterior (si las cosas se hubieran dado de esa forma). Otros sugieren que estaba "asustado" por su propia vida, pero "angustiado" porque se preocupaba por el bienestar de su familia o la pérdida de su propiedad. Alternativamente, él podía haber estado ansioso porque no estaba seguro de las intenciones de Esav. Sí, estaba "asustado" de que Esav se acercara para matarlo, pero sabía que por lo menos podía prepararse militarmente. Sin embargo, también era posible que Esav se acercara en son de paz. En consecuencia, sentía reticencia a mostrar fuerza militar, porque eso podía instigar innecesariamente a Esav.
Un nivel adicional que complica la experiencia emocional de Iaakov es que previamente Dios le había prometido que lo protegería. En ese caso, ¿por qué tenía miedo? El Talmud responde que Iaakov temió que sus pecados hubieran provocado que Dios anulara su promesa. Particularmente, su incapacidad de honrar a sus padres por haber estado tantos años lejos (ver Jizkuni), en contraste con la virtud de Esav en el reino de honrar a los padres, lo que podía llegar a inclinar los méritos en favor de Esav (Ver Bereshit Rabá 76:2).
Adoptando un enfoque diferente, algunos comentaristas sugieren que la "angustia" de Iaakov de hecho fue un resultado directo de su "temor". Dado que Dios le prometió que estaría seguro, no debería haber sentido ansiedad (Daat Zekeinim). ¡En verdad estaba ansioso por el hecho de sentir ansiedad!
Sin embargo, a pesar de estar tanto "asustado" como "angustiado", y a pesar de la plétora de estímulos que podían provocarle ansiedad, la experiencia emocional de Iaakov era sana. Como señala el Abarbanel, Iaakov creía con claridad en la promesa de Dios, de otra forma se hubiera escondido y evitado regresar a su hogar. Racionalmente, él confiaba en Dios y el hecho de que también sintiera ansiedad, fue una reacción emocional normal. Sólo porque sabemos algo racionalmente, eso no implica que nuestra ansiedad vaya a desaparecer. La pregunta esencial no es si sentimos ansiedad, sino si seguimos actuando en función de nuestros objetivos y valores a pesar de la ansiedad.
Iaakov sirve como un paradigma de cómo se debe enfrentar la ansiedad. A pesar de sentir ansiedad, él se hizo cargo de la situación, y se preparó funcionalmente para diferentes posibilidades. Planeó la ruta diplomática de los obsequios y el apaciguamiento, estableció su campamento por si era necesario luchar y rezó con todas sus fuerzas. Sería bueno aprender de su ejemplo cuando estamos ansiosos, prepararnos de forma efectiva para lograr resultados diferentes realistas y rezar a Dios pidiéndole que nos ayude y nos guíe a través de nuestros desafíos.
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