

5 min de lectura
En este mundo complejo y ruidoso, repleto de confusión y quebranto, lo más decente que podemos hacer es revivir el arte perdido del respeto.
Me han formulado muchas preguntas sobre Hersh, sobre la lucha para liberar a los rehenes restantes y sobre las esperanzas para el futuro de nuestro pueblo. Desde un lugar de pérdida y confusión, comparto con ustedes una parte de mí misma:
Me llamo Rachel y soy la madre de Hersh Goldberg-Polin, uno de los seis hermosos rehenes asesinados en Gaza a fines de agosto. Enterramos su cuerpo maltrecho y magullado el 2 de setiembre del 2024, en Jerusalem.
También soy esposa, hija, amiga, estudiante, profesora, judía, israelí, estadounidense, humana y madre de dos hijas dinámicas y vivaces. Y ahora, intento convertirme en una navegante.
Como Magallanes, Colón y Sir Frances Drake, me embarco en una odisea hacia lo desconocido. Me dicen que mi viaje puede llevarme el resto de mi vida. Espero tener una larga vida. Así que ahora empiezo mi viaje.
"Ahora" puede ser hoy, o esta mañana, o esta hora. "Ahora" es cuando sea que tengo la fuerza mental, psicológica y espiritual para aprovechar el momento.
Me preguntan cómo es enfrentar un golpe tan duro y profundo mientras tantas personas te observan. Me resulta increíblemente difícil y curiosamente fascinante. Siempre me gustó ser una persona anónima. Soy una introvertida de alto funcionamiento: puedo sentirme cómoda en medio de una multitud, pero siempre prefiero estar en casa o sola. Tal vez esto se debe a que crecí como hija única en Chicago. Pero nunca tuve algún problema con eso. Tenía muchísimos amigos con quienes podía estar cuando lo deseaba, o estar sola en casa disfrutando mi tiempo de formas creativas. Hice épicas obras de títeres a mis animales de peluche, a quienes sentaba como mi ávido público; sólo uno de miles de ejemplos.
Me siento profundamente agradecida de que tantas personas adoptaran a Hersh como si fuera parte de su familia y que nos acompañaran en este oscuro capítulo desde el siete de octubre del 2023 hasta el día en que nuestro mundo se puso cabeza abajo.
Después de compartir a Hersh con tantas personas durante 330 días tratando de salvarlo, él y mi familia nos volvimos reconocibles para muchas personas. Me siento profundamente agradecida de que tantas personas adoptaran a Hersh como si fuera parte de su familia y que nos acompañaran en este oscuro capítulo desde el siete de octubre del 2023 hasta el día en que nuestro mundo se puso cabeza abajo. Pero a pesar de todo, ahora esto trae mucha presión, con lo que ahora estoy tratando de aprender cómo medirme.
La gente se contacta o me detiene para compartir su dolor. Describen cuán quebrados están por la pérdida de Hersh y de tantos otros. Comparten conmigo pérdidas personales que han tenido en sus vidas. Ven a mi familia como un reflejo del dolor que sienten por sus propios golpes. Esto me enseña que la gente lleva un exceso de sufrimiento en sus bolsillos. Esto va cambiando con el tiempo, pero siempre está allí, siendo transportado y esperando que haya alguien a quien se le pueda mostrar cuando se presente la oportunidad. Y mi presencia a menudo es esa oportunidad.
No hay un instrumento que mida el dolor de la agonía. El mío no es mayor que el de los demás. Es diferente, y tal vez más nuevo, pero el dolor simplemente es dolor. Jon y yo lo descubrimos desde la muerte de Hersch, cuando miles de personas vinieron a visitarnos y compartieron con nosotros su dolor y sus penas. Y cada día, cuando alguien nos detiene para compartir su angustia, eso nos muestra cuán poca atención se ha prestado a esos bolsillos repletos de dolor, de lágrimas, con bultos y cicatrices.
¿Cómo puedo darle ese lugar, ese espacio, ese aire? ¿Cómo podemos evitar proyectar lo que nosotros necesitamos a esa persona que tenemos en frente?
Siento como si tuviera en la piel quemaduras de tercer grado. Por eso cuando la gente me toca o trata de abrazarme, en este momento no me ayuda. Pienso que eso confunde a la persona que trata de acercarse a mí. Sé que surge de un lugar benevolente en su corazón. Años atrás, una querida maestra, Elana Friedmnan, me enseñó un texto del famoso Rav Shlomo Volbe sobre el verdadero jésed (bondad). Esta complicada disciplina requiere observar a la persona que tenemos en frente y preguntarnos: "qué es lo que esta persona necesita?", y no: "¿qué es lo que yo imagino que necesitaría si estuviera en la situación de esta persona?". Este es el más difícil desafío, no ponernos en los zapatos del otro sino quedarnos en nuestros propios zapatos y mirar a una persona que no soy yo. ¿Cómo puedo darle ese lugar, ese espacio, ese aire? ¿Cómo podemos evitar proyectar lo que nosotros necesitamos a esa persona que tenemos en frente?
Es muy complicado lograrlo de forma exitosa. Todos fallamos a veces. Sé que yo fracaso.
Cuando con mis hijas compartimos un momento caminando, respirando y sonriendo, y alguien nos detiene y comienza a llorar, nos está robando un momento de respiro del horror que tenemos que digerir. Cuando camino sola, con un sombrero, anteojos de sol y la cabeza baja, es mi forma de decir: "Por favor, por favor, déjame respirar por un momento sin tener que cargar también tu dolor. Tu dolor es tan real como el mío, pero en este momento no tengo fuerzas para cargar también tu dolor. Te amo y estoy infinitamente agradecida de que ames a Hersch. Te amo por querer a las familias de los rehenes. Te amo por tratar de ayudar. Pero por favor, si quieres ayudarme, déjame seguir caminando. Cuando me veas y nuestros ojos se crucen, por favor, por favor, sólo sonríeme y salúdame con la mano. Mis rodillas tiemblan por todas las heridas que la gente comparte conmigo. No soy bastante formidable y poderosa. Todavía no. Estoy trabajando en ello. Deseo llegar allí. Porque quiero que todos nos ayudemos mutuamente a levantarnos, como hacen los amish cuando levantan el armazón de una nueva casa que construyen colectivamente. Hagámoslo. Pero todavía no tengo suficiente fuerza".
El pueblo judío se encuentra en una coyuntura en la que tiene que entender muchas cosas. La pizca de sabiduría que mi madre me enseñó cuando era pequeña sigue, dando golpecitos en mi cadera, con las manos levantadas esperando que la levante, que le preste atención. Su amigo Danny compartió la idea de que si siempre tratamos a la persona que tenemos al lado como si fuera el Mesías, disfrazado de una persona común y corriente, siempre seremos cuidadosos en la forma que hablamos y lo que hacemos en su presencia. Y si decide no revelarse mientras vivimos, no importa, porque nos habremos comportado con respeto y cuidado con esa persona que estaba a nuestro lado. Esto es lo más decente que podemos hacer en este mundo complejo y ruidoso repleto de confusión y quebranto. Trabajemos en el arte perdido del respeto.
En el mundo judío hay muchas luchas y desacuerdos internos, y esto no nos ha ayudado.
Con Hersh hablábamos a menudo sobte esta idea. Hablamos sobre cómo usar una kipá es una manera de mostrar que creemos que hay algo por encima nuestro, observándonos. Hace un par de años le pregunté cuál sería la persona que imaginarse que lo observa desde una ventana en el cielo lo haría comportarse mejor. Me dijo que incluso después de muchos años, esa persona sería la Sra. Carlton, su amada maestra de primer grado en Virginia. Conversamos sobre esa sensación de que tener a alguien o algo que respetas por encima de ti te hace comportarte de forma diferente, mejor.
Pareciera que como pueblo hemos perdido esta capacidad. En el mundo judío hay muchas luchas y desacuerdos internos, y esto no nos ha ayudado. Pienso que nuestro desafío mientras vamos rengueando hacia la luz, mientras nos levantamos de las cenizas que siguen ardiendo (y tenemos 101 preciosos rehenes todavía en Gaza, languideciendo mientras yo escribo estas palabras) es volver a aprender a escuchar. Tenemos que aprender a dar espacio y oxígeno, a permitirle a la persona con quien no estoy de acuerdo que exprese sus ideas, y tratar de entenderlas. Entonces también el otro me permitirá lo mismo.
¿Eso es posible? Sí. ¿Va a ocurrir? Como dije desde el 7 de octubre del 2023, la esperanza sigue siendo obligatoria. Por lo tanto, obviamente espero y rezo que usemos todos nuestros recursos creativos y divinos para tener éxito. Debemos hacerlo.
Que todos conozcamos días mejores, y encontremos un consuelo real y restaurativo. Inminentemente.
Este ensayo emergió en respuesta a la pregunta formulada por Voice of the people, una iniciativa del presidente Itzjak Herzog para un futuro judío compartido, y originalmente apareció en el "Times of Israel".
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.