Una nación en viaje

3 min de lectura

Masei (Números 33-36 )

La Torá entra en innumerables detalles al describir las 42 travesías del pueblo judío en el desierto, hasta llegar a la Tierra de Israel. Para ser precisos, 49 versículos. Una y otra vez registra los puntos de partida, los campamentos y los destinos. Sin dejar ningún detalle de la travesía a la imaginación, la Torá metafóricamente dirige la lente de la cámara, se aleja de la macro historia del éxodo de Egipto, la Revelación en el Sinaí y la inminente entrada a la Tierra Prometida, y temporalmente hace zoom en los micro detalles de la travesía misma.

De hecho, los viajes fueron un tema central de nuestro pueblo desde los días de Abraham, cuando Dios le dijo a Abraham que diera el primer paso: "Vete de tu tierra, de tu lugar de nacimiento y de la casa de tu padre a la tierra que te mostraré" (Génesis 12:1). A partir de ese día, el pueblo judío estuvo viajando de tierra en tierra y de exilio en exilio.

Al viajar largas distancias, la gente tiende a mirar hacia arriba, hacia el horizonte. El problema con el horizonte es que cuando uno finalmente cree que está por llegar a él, descubre que está todavía más lejos. Y uno sigue esforzándose por llegar una y otra vez.

En esencia, este es nuestro propósito en la tierra: constantemente movernos hacia adelante, más y más arriba, empujarnos continuamente hacia nuestro propio "horizonte", hacia los objetivos que nos fijamos para nosotros mismos. Porque incluso si no estamos viajando físicamente, con nuestro pasaporte y un pasaje en la mano, cada uno está en una travesía constante de crecimiento y descubrimiento.

La pregunta es a qué aspiramos, por qué nos esforzamos. ¿Cuál es la esencia de nuestro viaje? Tefilat HaDerej (la plegaria del viajero) que se dice cada vez que salimos de viaje, nos ofrece una interesante perspectiva:

Que nos conduzcas en paz y dirijas nuestros pasos en paz, y nos guíes en paz, y nos hagas llegar a nuestro destino con vida, alegría y paz. (La fuente de esta plegaria se encuentra en el Tratado de Brajot 30a).

El tema recurrente parece ser un constante deseo de paz. La pregunta es: ¿A qué paz se refiere? Tal vez entrelazado entre las palabras de la plegaria del viajero se encuentra nuestra continua esperanza y deseo existencial de que nuestra travesía eventualmente nos lleve a un lugar de paz interior y tranquilidad. El problema es que, como todos sabemos, la vida no siempre es color de rosa y nuestros viajes no son simples. ¿Acaso alguien puede llegar a encontrar alguna vez una paz interior duradera? ¿Es que esta plegaria se refiere a un sueño inalcanzable, tal como la búsqueda por llegar al horizonte?

Interesantemente, la Declaración de Independencia de los Estados Unidos declara que "todos los hombres fueron creados iguales, y fueron dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables, entre ellos el derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad" (Thomas Jefferson, Declaración de Independencia de los Estados Unidos). Llama la atención el uso de la palabra "búsqueda". ¿Por qué no declarar simplemente "vida, libertad y felicidad"? Quizás esto implica que la felicidad es algo a lo cual sólo podemos aspirar, pero que en realidad nunca alcanzamos. O, quizás, la verdadera felicidad y paz interior se experimenta principalmente a través de la búsqueda, a través de la misma travesía.

Rav Kook enseña que cuando una persona sale de su zona de confort y se embarca en cualquier clase de viaje, el alma interna comienza a moverse. Cualquiera sea nuestra travesía (una nueva escuela, un trabajo, una relación, una experiencia, una dirección espiritual, una conversación), en nuestro interior tiene lugar una travesía paralela de crecimiento espiritual. Cuando nuestra alma interna se despierta, nosotros rezamos por la paz en el viaje mismo. Rezamos para preservar el equilibrio de nuestros valores y morales, y para recuperar la tranquilidad en nuestro nuevo camino.

Cuando el pueblo judío estaba a punto de conquistar la Tierra Prometida, la grandeza del momento hubiera podido opacar cualquier detalle aparentemente irrelevante del camino mismo. Sin embargo, la Torá nos muestra lo contrario. La extensa descripción de nuestra travesía en el desierto enfatiza el significado de la odisea.

Todos estamos en un camino constante de descubrimiento y crecimiento, un camino a través de los altibajos de la vida. No es coincidencia que el término hebreo para la ley judía sea Halajá, cuya raíz es halaj-camina. Asimismo, la Torá nos ordena a "seguir Sus caminos" (Deuteronomio 28:12). Nuestra relación con Dios y con nosotros mismos, por definición, es un viaje: movimiento y crecimiento.

Esta sección de la Parashat Masé subraya la importancia del viaje. Debemos dejar de enfocarnos sólo en nuestro destino, en la búsqueda interminable de otras cosas como éxito, dinero, reconocimiento, placer… Detenernos lo suficiente como para disfrutar y sentir felicidad a partir de la experiencia misma del viaje. Esta es la clave de nuestra paz mental y tranquilidad interior, lo que se conoce como menujat hanéfesh, la paz mental y la paz por la que rezamos al comenzar cada nuevo camino.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.