Cómo una pareja judía salvó una iglesia

01/05/2022

5 min de lectura

Salomón y Esther Ueberall recaudaron los fondos necesarios para mantener abierta una iglesia de Nueva York. Décadas después, durante el Holocausto, su generosidad fue remunerada de forma destacable.

Salomón y Esther Ueberall, una pareja judía recién casada, poseía una pequeña mercería en la Avenida Myrtle en Brooklyn, en 1913. Ambos eran inmigrantes, él de Austria y ella de Rusia, cuyas familias habían llegado a Estados Unidos buscando refugio de la persecución religiosa.

Un día, el Padre George Caruana, el cura más joven de St. Lucy, la iglesia italiana local, entró a la tienda para comprar un par de cordones de zapatos.

"¿Qué pasa? ¿Por qué se ve tan triste?" preguntó Salomón.

El cura le explicó a Salomón que el pago de la hipoteca de su iglesia estaba por vencer y que no había logrado recaudar los $500 dólares necesarios para pagarla ($500 dólares en esa época equivalían a $14000 en la actualidad).

pareja judía salvó una iglesiaSalomón y Esther Ueberall

El padre George creía que iban a perder su iglesia. Entristecido por la idea de que no hubiera un lugar para rezar los domingos, decidió salir a caminar y rezar para que Dios lo guíe. En ese momento, vio la tienda de Salomón.

Escuchando atentamente, Salomón se conmovió con las palabras del cura sobre estos pobres inmigrantes que estaban a punto de perder su lugar de rezo por falta de fondos. Cuando el padre Caruana estaba a punto de salir de la tienda con sus cordones, Salomón lo llamó y lo tranquilizó: "No se preocupe, voy a conseguir el dinero para usted".

El incrédulo cura simplemente saludó con la mano y continuó su camino. Esther, la esposa de Salomón, era aún más escéptica, no podía creer lo que acababa de escuchar.

No tenían ni siquiera cinco dólares. ¿De dónde iban a sacar $500, equivalentes a $14,000 de nuestra época?

"Salomón, sabes que no tenemos ni cinco dólares, ¿de dónde vamos a sacar $500? Preguntó.

"¿Recuerdas esos hermosos regalos de boda que recibimos? Bueno, de momento no los necesitamos", explicó Salomón. Cuando nos devuelva el dinero podremos recuperar nuestros regalos, pero mientras tanto los congregantes podrán rezar en su iglesia".

Con el consentimiento de Esther, Salomón llevó todos los regalos de su boda a la casa de empeño más cercana, pero sólo recibió $250 por todos los artículos. Salomón estaba decidido a cumplir su promesa. Le dijo a Esther que pediría préstamos a miembros de la familia extendida, como sus tíos, cuñados y primos. Algunos apoyaron la causa, mientras que otros se negaron. Finalmente, contando hasta las monedas, consiguió reunir los $500 dólares necesarios para pagar la hipoteca de la iglesia.

Como habían prometido, el padre Caruana y los pastores sucesivos se presentaban en la Mercería de Ueberall todos los lunes a la mañana con parte de las colectas del domingo hasta que la deuda se pagó en su totalidad.

Padre George Caruana

En 1914 el edificio nuevo de la iglesia estuvo prácticamente construido. En un momento el padre Caruana fue transferido a una iglesia de Queens para ser el pastor y se despidió de Salomón. A medida que la congregación fue creciendo, la mercería de Ueberall se fue expandiendo hasta llegar a ser una tienda departamental. Después de la muerte de Salomón en 1920 a causa de un infarto, Esther continuó operando el negocio con la ayuda de su familia.

Ruegos de ayuda

Años después, a medida que el ejército de Hitler comenzó a expandirse hacia otros países europeos, Esther comenzó a recibir cartas de los parientes y amigos de Salomón que residían en Austria. Había pedidos de ayuda para ser aceptados en Estados Unidos y así evitar los campos de concentración nazis. Esther trabajó sin descanso para obtener visas para muchos de ellos, pero las cartas continuaban llegando y la cuota de inmigración se había completado. Las cartas eran tan angustiosas que Esther estaba muy apenada y no se daba por vencida. Así como su esposo había persistido para recaudar el dinero para la iglesia, ella trabajaba para salvar la vida de sus familiares.

A medida que el ejército de Hitler comenzó a expandirse hacia otros países europeos, Esther comenzó a recibir cartas de los parientes y amigos de Salomón que residían en Austria pidiendo ayuda.

Como último recurso viajó a Washington D.C., donde se encontró con personal de varias organizaciones y oficinas federales, incluyendo oficiales de inmigración del Departamento de Estado. Nadie ofreció ninguna solución.

Llegando a la desesperación, un joven del Departamento de Trabajo le dijo que los refugiados europeos aún podían encontrar refugio en Cuba si alguna persona prominente ofrecía una garantía para asegurarle al gobierno cubano que no se convertirían en una carga para el estado.

Al principio, Esther se sintió alentada por esta información, que consideró una luz de esperanza. Sin embargo, camino a Brooklyn sus esperanzas se hicieron añicos al darse cuenta de que no conocía a nadie en Cuba. Luego se le ocurrió que Cuba era un país católico. Fue directamente a la Iglesia de St. Lucy, donde se encontró con el padre Anthony De Liberty, el pastor en el momento, y le dijo que necesitaba su ayuda con desesperación. Le dio una carta de presentación y se la envió al nuncio papal en Cuba, informándole sobre la situación y que Esther arribaría a Cuba en poco tiempo.

El cura en La Habana

Con muchas vidas en juego, Esther no perdió tiempo y voló a La Habana dos días después. Al bajar del avión, un joven la recibió con un ramillete de rosas. Confundida, levantó la vista y vio la figura esbelta de un cura con una bata roja sonriéndole. Abriendo sus brazos, preguntó: "Esther Ueberall, ¿no me recuerda?"

Mirándolo, incrédula, murmuró: "Padre Caruana…" y rompió en llanto.

Caruana explicó que en ese entonces era arzobispo y nuncio papal en Cuba, y que conocía a la perfección el motivo de su visita, como había descripto el Padre De Liberty en el telegrama que había recibido. Le prometió a Esther que haría todo lo posible para ayudarla en esta situación tan urgente.

El arzobispo Caruana logró que más de dos docenas de familiares de Salomón escaparan de Hitler y llegaran a Cuba.

Mientras viajaban de regreso a su oficina, se preguntó en voz alta: "¿Cómo puede ser que, después de todos estos años, nos reunamos en Cuba y usted sea un arzobispo?"

Él explicó que en 1921 fue designado obispo de San Juan, Puerto Rico, y que luego le asignaron posiciones diplomáticas papales en Méjico y Haití. Finalmente, en 1935, el Vaticano lo designó nuncio apostólico de Cuba. Esta posición prominente le permitió trabajar de forma directa con el gobierno cubano. Su oficina se volvió aún más influyente cuando su amigo en Roma, el Cardinal Pacelli, se convirtió en el Papa Pío XII en 1939.

Gracias a un persistente trabajo duro, el arzobispo Caruana logró que más de dos docenas de familiares de Salomón escaparan de Hitler y llegaran a Cuba. Mientras esperaban visas para Estados Unidos no se les permitió trabajar en Cuba, y Caruana les proveyó vivienda y alimentos, incluyendo carne kasher.

Esther estuvo eternamente agradecida al arzobispo. Pocos años después de la guerra, él enfermó y fue enviado a un hospital de Filadelfia, donde Esther lo visitó hasta que murió. Los inmigrantes italianos de Brooklyn también recordaron la generosidad de sus benefactores judíos. Cuando completaron la construcción de su iglesia insertaron, en el centro de las bóvedas del cielorraso, una estrella de David.

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