Una porción de falafel como un tributo a la supervivencia de un sobreviviente del Holocausto

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Cada 18 de enero, el aniversario del día más oscuro de su vida, David "Dugo" Leitner come un falafel como un tributo al amor de su madre y una celebración al hecho de que nunca más pasará hambre.

David "Dugo" Leitner nació en 1930, en el pueblo de Nyíregyháza, a unos 200 kilómetros de Budapest, en Hungría. Él era el segundo de cuatro hermanos. En medio de la frenética persecución nazi contra los judíos, en marzo de 1944, unas pocas semanas después de Pesaj, Dugo y su familia fueron deportados a un gueto. Tres semanas más tarde los enviaron a Auschwitz. Llegaron en la festividad de Shavuot.

“Yo tenía 14 años cuando llegamos a Auschwitz”, contó Dugo a Aishlatino.com. “Estaba con otros 30 niños de mi Talmud Torá (escuela). Nos separaron de mi madre y de mis hermanas y nunca más las volví a ver”. Dugo, su hermano y su padre, pasaron la primera selección. Al padre lo enviaron a hacer trabajos forzados, y eventualmente falleció en el campo de concentración de Buchenwald. Dugo y su hermano soportaron más de ocho meses en el campo.

David Dugo Leitner

El 18 de enero de 1945, cuando las fuerzas soviéticas se acercaban al complejo del campo de concentración de Auschwitz, los SS obligaron a Dugo y a otros 600.000 prisioneros a marchar hacia el occidente, a pesar del clima helado. Miles habían sido asesinados en los campos los días previos. Durante la marcha, los guardias de la SS le disparaban a cualquiera que se demorara o no pudiera continuar. Alrededor de 15.000 prisioneros murieron en el camino.

“Hacía un frío terrible. Yo tenía una camisa delgada y un pantalón con una pierna de tres cuartos de largo y la otra hasta la rodilla. No podía abrir mis ojos, casi me había convertido en un bloque de hielo. Caminamos durante tres días sin parar. Las personas caían muertas a mi alrededor y la marcha simplemente continuaba”.

En medio de agonía y el hambre, sus pensamientos se dirigieron a los recuerdos de la cocina de su madre.

“No podías dormir”, explicó Dugo, porque quedarte dormido implicaba la muerte. “Pero en un momento me quedé medio dormido, soñé con mi hogar y lloré como nunca antes había llorado”.

Él soñó con los bilkelaj, unos pequeños buñuelos de pan dulce que su madre le preparaba cada día para que comiera en la escuela, y también soñó con la promesa de su madre respecto a que un día la familia se iría a vivir a la Tierra de Israel.

“Mi madre siempre me hablaba sobre la Tierra de Israel, cuán bueno era todo allí, y me decía que un día muy pronto nos iríamos a vivir allí”.

“Ella solía decir que en la Tierra de Israel los bilkelaj crecían en los árboles. 'David, si alguna vez tienes hambre, simplemente podrás tomar un bilkelaj de un árbol'. En mi sueño le pedí a mi madre: 'Por favor mamá, dame sólo un bilkelaj ahora'. En el sueño oí su voz diciéndome: 'David, ahora no te lo puedo dar. Sólo cuando llegues a Israel, cuando llegues a Jerusalem'".

El sueño le dio fuerzas y lo mantuvo vivo. Dugo llegó al campo Mauthausen el 30 de enero y allí fue liberado, uno de un grupo de 324 prisioneros. Muchos escaparon o murieron en el camino. También el hermano de Dugo sobrevivió la guerra.

“Aquí se llama falafel”

Dugo y su hermano llegaron a Israel en 1949. “Cuando llegamos, lo primero que quería hacer era ir a Jerusalem”. Al recorrer la ciudad, llegó al mercado Majané Iehuda y se quedó paralizado al pasar frente a un puesto de falafel. La comida le recordó los bilkelaj que le preparaba su madre.

“Los vi freír esas bolitas marrones y recordé a mi madre y la marcha de la muerte. 'David, ahora no te lo puedo dar. Sólo cuando llegues a Israel, cuando llegues a Jerusalem. Recuerda lo que te dije sobre los bilkelaj, aquí lo llaman falafel'".

Mientras comía el falafel, cada bocado le recordaba el milagro de su supervivencia. Al terminar, ordenó otra porción.

Desde entonces, cada 18 de enero, el aniversario del día más oscuro de su vida, Dugo come una porción doble de falafel como un tributo a que nunca volverá a pasar hambre. Esto se convirtió en su tributo personal a su supervivencia, y una forma de aferrarse al recuerdo del amor de su madre.

Un padre y su hijo comen falafel en solidaridad con Dugo. El cartel dice: #OperationDugo Am Israel Jai (Operación Dugo, el pueblo de Israel vive)

#Operación Dugo

Cada año, cuando Leitner salía de su casa para comer su doble porción de falafel, su familia entendía que para él era un momento muy personal. Una de sus dos hijas, Zahava Kor, contó: “Durante muchos años, papá siempre fue solo a comer falafel para conmemorar el día. Sabíamos que el 18 de enero significaba mucho para él y que necesitaba estar solo y conectarse consigo mismo”.

Una vez, los bisnietos de Dugo le pidieron acompañarlo y su tradición se volvió más conocida. En el 2016, "la casa del testimonio", una pequeña institución de educación sobre el Holocausto en Nir Galim (un moshav cerca de Ashdod, que David y Sara Leitner ayudaron a establecer), publicó en las redes sociales sobre su costumbre de comer falafel y más seguidores se unieron al "rito". En el 2019, el presidente Reuben Rivlin invitó a Leitner a a comer falafel con él la residencia oficial.

Dugo y su familia con el presidente Reuben Rivlin.

El año pasado, en medio de la pandemia, miles de personas se unieron a Dugo en su tradición anual. Las redes sociales se vieron inundadas con fotografías de personas de todo el mundo comiendo falafel en solidaridad con Dugo. La embajada israelí repartió cientos de porciones de falafel en las calles de Varsovia.

“Es increíble que tantas personas se hayan unido a mi tradición”, afirmó Dugo. “Si mi madre supiera que llegué a Israel, me habría dicho: 'Baruj Hashem (gracias a Dios) sobreviviste. ¡Logré protegerte! Te deseo paz'".


Agradecemos a Jroots por su ayuda en este artículo. 

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