2 min de lectura
Uno de los ciudadanos más destacados de Pressburg se presentó ante Rav Moshé Schreiber (el Jatam Sofer) y le pidió una audiencia privada. Cuando estaban a solas, esta persona se largó a llorar y le dijo al Rabino que a pesar de que siempre había sido un comerciante exitoso, en el último tiempo había experimentado pérdidas inesperadas y estaba al borde de la bancarrota.
—En cuanto deje de pagar mi primer préstamo, se correrá la voz y estaré arruinado. Además, nunca me he perdido un viaje al mercado en Leipzig, que tendrá lugar dentro de poco. Si no voy a Leipzig, la gente sospechará que algo va mal. Ni siquiera tengo suficiente dinero para el viaje.
—¿Cuáles son los gastos de un viaje a Leipzig? —preguntó Rav Schreiber.
—Yo solía viajar con grandes lujos. Ni siquiera puedo pensar en eso. Sólo llegar allí y tener donde alojarme costaría cien gulden.
—Cien gulden, ¿eso es todo?" —le preguntó Rav Schreiber. Entonces abrió un cajón y sacó el dinero que conformaba todos sus ahorros.
—Te prestaré cien gulden. Ve a Leipzig y que Dios te bendiga con éxito.
El hombre se negó a aceptar el dinero.
—No vine a pedirle dinero, sólo a descargar mi sufrimiento.
Pero Rav Schreiber insistió que aceptara el dinero.
En Leipzig, el hombre se encontró con un comerciante que le sugirió comprar una gran cantidad de café, y sabiendo que era un próspero comerciante, se lo vendió a crédito. Al día siguiente, el café subió significativamente de precio y esta persona pudo venderlo obteniendo grandes ganancias. Hizo varias transacciones más que fueron muy rentables, y estaba convencido de que la bendición del Jatam Sofer le había traído esa buena fortuna.
"Debo llevarle un regalo al Rabino", pensó. Como sabía que Rav Schreiber era un experto en diamantes, le compró un anillo de diamantes.
Al volver a Pressburg, devolvió los cien gulden y le dio al Rabino el anillo. El Rabino admiró el anillo. "Es un diamante precioso", dijo. Continuó examinando el anillo, elogiando su belleza, su color, su pureza. Luego le dio el anillo al comerciante y le dijo:
—Es un anillo muy bello. Úselo con salud.
—Pero Rabino, compré este anillo para usted. Sólo gracias a su bendición tuve un éxito extraordinario" —le dijo el hombre.
—De no haberle prestado dinero, podría haber aceptado el regalo. Pero dado que le presté dinero, aceptar algo más de lo que le presté puede considerarse como cobrar intereses.
Cuando el comerciante se marchó, uno de los alumnos del Jatam Sofer le preguntó por qué había elogiado tanto el anillo.
El Jatam Sofer le respondió: "Los comerciantes prestan dinero y tienen la oportunidad de cumplir la mitzvá de no prestar con intereses, tal como dice la Torá: 'Si tu hermano empobrece y sus medios se tambalean… deberás sostenerlo… No tomarás de él interés o usura' (Vaikrá 25:35-36). Como Rabino, ¿cuándo tengo la oportunidad de cumplir esta mitzvá? Nadie viene a pedirme un préstamo. En este caso se me presentó la oportunidad inusual de cumplir con esta mitzvá rechazando el anillo. El anillo era un vehículo a través del cual yo podía cumplir esta mitzvá, al devolverlo. ¿Cómo no iba a elogiar algo que me permite cumplir una mitzvá?".
Somos bendecidos con la oportunidad de hacer mitzvot. Debemos valorar estas valiosas oportunidades.
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.