Van Gogh y el Olam Habá

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Van Gogh no fue valorado en vida, murió sin ningún tipo de reconocimiento y hoy es quizás el pintor más famoso del mundo. ¿Qué lección podemos aprender de su historia?

Vincent Van Gogh. ¿Quién en el mundo no ha escuchado su nombre? Sus cuadros se venden por decenas de millones de dólares y el valor artístico de su obra es incuestionable. Sin embargo él, un hombre atormentado, solitario y mentalmente inestable, fue humillado por su supuesta falta de talento, la gente menospreciaba sus cuadros (1), vivió en la más extrema pobreza imaginable —muchas veces sin tener dinero para comer— y murió sin recibir ningún tipo de reconocimiento.

Imagina por un instante que Van Gogh milagrosamente hubiese viajado al futuro y hubiese visto sus cuadros colgados en las paredes de los museos más famosos del mundo. ¿Qué habría pensado al ver cómo su Retrato del Dr. Gachet se remataba por 82.5 millones de dólares? ¿Qué habría sentido al escuchar a los críticos de arte alabándolo como quizás el pintor más famoso de la historia? ¿Cómo habría cambiado su vida si hubiese sido capaz de dimensionar el valor de su obra?

¿Sabes qué? Ni siquiera tienes que imaginarlo. Puedes verlo. En uno de los más emotivos capítulos de la famosa serie de ciencia-ficción Doctor Who, Van Gogh asiste a su propia retrospectiva en el Museo de Orsay en Paris en el año 2010 y escucha de primera fuente sobre el extraordinario valor de su obra. Te lo dejo aquí abajo. Por favor, tómate un par de minutos para verlo.

A mí se me ponen los pelos de punta cuando veo esta escena. Para mí —que además de mi rol como Editor de AishLatino.com soy pintor aficionado y un amante del arte—, esta es quizás una de las escenas más emocionantes que vi alguna vez. Siempre pienso en lo trágico de la historia de Van Gogh, de morir creyendo que todo lo que hizo fue completamente irrelevante, y pienso en la euforia que hubiera sentido si hubiese sabido que su trabajo sería enormemente apreciado en el futuro.

Ahora quiero que realices un ejercicio de visualización conmigo.

Verás, dado que la vida es difícil y ocurren cosas que muchas veces no comprendemos, es muy fácil equivocarnos y llegar a la conclusión de que el mundo no tiene sentido y que estamos aquí sólo para disfrutar momentáneamente. Pensamos que el trabajo espiritual no tiene ningún tipo de valor. Y sabes qué. Es totalmente comprensible.

Nos colocamos tefilín en la mañana y no ocurre absolutamente nada. No caen serpentinas del cielo, no se escucha una música triunfante de fondo, no hay luces multicolores.

Nos abstenemos de gritarle a alguien en medio de un momento de ira y no recibimos un trofeo, no hay redoble de tambores, no hay un reconocimiento por escrito del esfuerzo sobrehumano que requirió controlar nuestras emociones.

Y no sólo eso, sino que muchas veces pueden incluso burlarse de nosotros y decirnos que estamos locos. ¿Qué diferencia hacen esos rituales? ¿De dónde salieron esas leyes? ¿Qué valor tienen?

La verdad es que uno puede sentirse como Van Gogh. Dado que no existe ningún tipo de reconocimiento concreto por nuestro trabajo espiritual, muchas veces nos cuesta dimensionar el verdadero impacto de una buena acción. A veces, dudamos si lo que estamos haciendo tiene en realidad un valor intrínseco, si marca una diferencia.

Pero nuestras fuentes dicen que cada acto positivo que realizamos en este mundo vale cientos de millones de dólares. De hecho, vale aún más. No tiene precio. El único problema es que la recompensa no es visible en nuestro mundo material. La recompensa la recibiremos después (2).

Ahora visualízate a ti mismo parado ahí, en el Olam Habá, con todos tus buenos actos adornando las paredes, todos impresionados con tu maravilloso trabajo. Visualízate escuchando lo extraordinariamente importante que fue todo lo que hiciste, imagina a los críticos especializados explicando el valor de cada detalle, de cada acto positivo que realizaste. Imagina la emoción de saber que todo tu esfuerzo es infinitamente valorado; que cada acto marcó una diferencia.

¿Puedes visualizarlo?

Incorpora esta idea a tu vida y comienza a creer en ti. Cree en el inmenso valor de tu trabajo espiritual, ten convicción a pesar de que aún no puedas ver la recompensa que recibirás por él. Eres extraordinariamente apreciado. Eres infinitamente valioso.


NOTAS:

1. A modo de anécdota, en una ocasión Van Gogh le regaló su Retrato del doctor Félix Rey de 1889 al mismísimo Dr. Rey como agradecimiento por su cuidado. Al médico no le gustó para nada la pintura y la utilizó para tapar un hoyo en un gallinero. En el año 2016, el retrato se encontraba en el Museo Pushkin de Moscú y su valor se estima en más de 50 millones de dólares (Wikipedia).

2. Los que se ocupan de crecer espiritualmente en este mundo no necesariamente ven su recompensa materializada aquí, pero ciertamente la recibirán en el próximo. Ver Talmud, Kidushin 39b
 

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