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A pesar de seguir luchando con múltiples heridas de guerra, él le dio honor a otros.
“Valentía no es la ausencia de miedo; es la habilidad de seguir adelante cuando lo enfrentas. Hay belleza en esta definición, porque la valentía puede existir en las decisiones que tomamos cada día”.
Nos hemos acostumbrado a leer citas inspiradoras. A veces nos motivan; a veces parecen trilladas y banales. Pero lo que me emociona de las palabras de arriba es quien las dijo. Él no solamente dijo las palabras; él las vivió.
El Sargento Mayor Ryan Pitts fue el último hombre vivo en “Topside”, un puesto de observación en Afganistán. Él fue herido en la frente, un brazo y ambas piernas, pero continuó luchando (me recordó esa rutina de Monty Python “Regresa aquí y lucha como un hombre”, pero esta vez fue real). Sus hermanos estaban luchando y él sintió que no podía defraudarlos. Él no supo hasta que todo había acabado, hasta que una extraña calma descendió, que todos los demás habían fallecido.
Él no sabía que él era el último hombre vivo en el puesto de observación en Afganistán.
¿De dónde sacó esa determinación para seguir adelante, esa fuerza sobrehumana que le permitió regresar gateando hasta su posición de combate?
Al leer su historia y extractos del discurso de graduación que él dio en la Universidad de New Hampshire, parece que él la encontró en la más inesperada de todas las cualidades, la humildad.
Ryan Pitts siguió luchando porque no podía defraudar a sus camaradas. No se trataba de él y de su vida. No se trataba de sus heridas o capacidades. Se trataba de su “grupo de hermanos”.
Cuando Pitts recibió la Medalla de Honor de manos del presidente, él lo describió como “un galardón individual por un esfuerzo colectivo”. ¡Él siguió luchando a pesar de haber sufrido heridas múltiples por el amor de Dios! ¡¿No podía aceptar un poco de crédito?!
Pero no se trataba de él. No se trataba de su determinación, fuerza o persistencia. No se trataba de su habilidad o de su negativa a rendirse. Era por el equipo. ¡Increíble! La mayoría de nosotros no podemos evitar tomar crédito por asuntos mucho más triviales; eventos del comité de padres y cocinar para amigas. Estoy asombrada.
En su discurso de graduación declaró: “Nunca se olviden de aquellos que los ayudaron a llegar donde están”. En cada momento en que podría haber tomado crédito y reconocimiento, él lo desvió.
Espero que esos graduados hayan recibido el mensaje. Espero que entiendan que el verdadero éxito en la vida no tiene nada que ver contigo, sino con las otras personas (y Dios, ¡por supuesto!). Si el Sargento Mayor Pitts impactó incluso a una persona con ese mensaje (y ciertamente me impactó a mí), valió la pena.
Se requiere verdadera valentía para subyugar el ego, para vivir una vida sin elogios o aplausos, para hacer lo correcto sin importar quién recibe el honor.
¿Cómo escogió Pitts concluir su discurso? Nombrando a los hombres que murieron luchando junto a él.
Si Pitts puede darles honor y gloria a otros, a la luz de lo que él sufrió y logró, ¿cómo no podemos nosotros hacer lo mismo?
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